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Judit Pérez Mayo y José María Pérez 'Peridis', en la presentación de Esperando al Rey' en la libreria Intempestivos.
'Peridis': «He revivido mi infancia a través de los personajes del románico»

'Peridis': «He revivido mi infancia a través de los personajes del románico»

El arquitecto y divulgador presenta en la librería Intempestivos su novela ‘Esperando al Rey’, una historia sobre quienes hicieron posible la arquitectura románica

Miguel Ángel López

Viernes, 28 de noviembre 2014, 22:37

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No es su primer libro, porque José María Pérez Peridis ha escrito ya varios de carácter divulgativo, pero sí es su primera novela. Esperando al Rey «estuvo a punto de no salir, porque había escrito más de seiscientas páginas», comentó ayer con el humor que le caracteriza en la librería Intempestivos (calle de Teodosio el Grande). Pero lo redujo lo justo, lo publicó con la editorial Planeta y por él le han concedido el Premio Alfonso X El Sabio de Novela Histórica de 2014.

«La Fundación Santa María la Real del Patrimonio buscará movilizar a la sociedad»

  • La fusión de la Fundación Santa María la Real y la de Patrimonio Histórico de Castilla y León es una alianza estratégica, y ya una realidad aunque haya tramites por cerrar. La desaparición de las cajas de ahorros que financiaban a la segunda ha propiciado esta unión, recogida en el nombre de la nueva entidad. Peridis señaló al respecto que «la suma dará una fundación muy potente, y de este carácter yo no conozco ninguna en España; puede haber grandes fundaciones, como la de la Obra Social de La Caixa, pero así como esta, no».

  • «Puede ser una gran fundación», declaró, al unir la dimensión nacional que tiene desde su origen la de Santa María la Real con la del Patrimonio Histórico de Castilla, centrada en la región, porque «quién duda que Castilla y León en el patrimonio cultural, monumental e histórico tiene un gran activo». Reafirmó así lo que siempre ha dicho, que «el patrimonio no es un problema, es un recurso, lo que pasa es que hay que añadirle valor».

  • Ahora es la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico, un proyecto desde Castilla y León y cree José María Pérez que «lo que tiene que hacer es animar el patrimonio y movilizar a la sociedad para que sea consciente de que tiene que asumirlo y cargarlo sobre las espaldas». Es una necesidad, subrayó, porque «probablemente haya mucho menos dinero de ahora en adelante; hay mucha despoblación, no solo en Castilla y León, en toda España, los monasterios se están despoblando, las monjas son muy mayores... Hay que decirle a la sociedad vamos allá, vamos a asumir el patrimonio en parte y vamos a pedir a los poderes públicos su colaboración, pero yo creo que hay que imaginar nuevas fórmulas, darlo a conocer internacionalmente, hacer un turismo interior que integre todo, echarle entusiasmo, cariño y disfrutarlo».

«He disfrutado y he llorado escribiéndolo», aseguró en la conversación que mantuvo con Judit Pérez Mayo para presentar el libro este viernes en la libreria Intempestivos de Segovia. Esta novela es ficción, historia y un compendio de todo lo que sabe Peridis como arquitecto, gran conocedor y divulgador del románico o dibujante (sus ilustraciones completan la novela), y «destila la experiencia de una vida porque he pasado más de media vida recorriendo España, divulgando el patrimonio y disfrutándolo porque me encanta y me apasiona, donde otros van a algo pasivo yo he ido activamente a promoverlo, y a editarlo por ejemplo con la Enciclopedia del románico que está en todo el mundo».

Sí, en la novela está su «vivencia del patrimonio». Pero esa presencia no es a través de su relato, «sino de la vivencia de los personajes que hicieron y encargaron ese patrimonio», explicó el autor. Y como ficción histórica en Esperando al Rey hay personajes reales y otros imaginados, «todos unos sinvergüenzas porque cada uno quiere ser el personaje de la novela, como los actores».

En el libro están Alfonso VII, sus hijos Sancho y Fernando, los reyes y los nobles de aquel siglo XII durante el que el arte románico fue extendiéndose a través del Camino de Santiago y todos su ramales, y los villanos y plebeyos de la época, los religiosos, los comerciantes o los contadores de historias, todos los que lo hicieron posible y las mujeres que les rodeaban, como el singular personaje de Teresa o el Maestro Mateo, autor del majestuoso Pórtico de la Gloria de la catedral compostelana...

Para que el románico fuera entonces y sea todavía, tan importantes fueron unos como otros: «Era muy importante el patrocinador y era indispensable el cantero, el artista, el artífice, porque no era uno, era el pueblo, y construir templos era la manera de dar trabajo a todo el mundo en las épocas que no eran de cosecha, de siembra o de guerra. Siempre había especialistas, pero tenían que ayudarles con las carretas para, extraer la piedra de la cantera, trasladarla y colocarla, para cortar y transportar los árboles, para explotar el calero y hacer la cal, traer arena... Era un trabajo de todo el pueblo».

La pasión por el románico que ha mostrado en series de televisión y libros aflora también en esta novela (que va por la quinta edición) y en las palabras de Peridis. Es la consecuencia de que se criara en Aguilar de Campoo, al lado del monasterio en ruinas de Santa María la Real. «Estaba prohibido el paso y era mi juguete de la infancia, no era una escopeta o un caballito de cartón, era un monasterio arruinado. Y, claro, el enseñarlo, esconderme con mis amigos, ir detrás de las lagartijas entre las zarzamoras eran los juegos de mi infancia, y esos personajes que yo veía asomarse entre las tumbas, mirarme con las cuencas vacías me han pedido que cuente sus historias y por qué lo hicieron, que escriba su novela».

Con los años, ya arquitecto, ese juguete se convirtió en su pasión: «Rilke dice que la patria del hombre es su infancia, yo lo que he hecho es revivir la infancia a través de aquellos personajes». Por eso sostuvo en la librería Intempestivos que esta novela es «un texto sentido, vivido». Porque es toda su vida, después de jugar en el románico, de conocerlo, divulgarlo, de dibujar los templos, de rodar en televisión, de haber comido con la abadesa de un convento y de que le cogiera de la mano el abad del monasterio de Poblet para enseñarle el claustro y la iglesia.

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