«A las mujeres todavía nos queda mucho por luchar en el cine»

Margarethe von Trotta (Berlín, 1942) está considerada una de las principales directoras de su país. Vinculada a la corriente del Nuevo Cine Alemán de los 70, en la que se incluyen otros como Fassbinder o Wim Wenders, las 15 películas de su filmografía son un retrato constante de personajes femeninos complejos y un recorrido por la historia de Alemania. Entre sus distinciones figura el León de Oro del Festival Internacional de Venecia y el Premio David de Donatello de la Academia de Cine Italiano.

Es, junto con la española Icíar Bollaín, la única mujer que ha recibido el homenaje de Muces en nueve años. ¿El cine sigue siendo un mundo de hombres?

Sí, las mujeres todavía tienen que seguir luchando en el cine. Es cierto que hay más hombres directores, el problema es que también son más los hombres encargados de entregar los premios, que no reconocen el trabajo de las féminas. Hace dos años recogí en Baviera un premio que solo se ha entregado a cuatro mujeres en 25 años y en Cannes, también hace dos años, no había en competición ni una película dirigida por una mujer, algo que a la organización ni le importaba. Entonces hubo una rebelión femenina y este año han incluido alguna para compensar y pusieron a una fémina en la presidencia del jurado.

¿Qué aporta la mirada femenina al cine?

No hay que cuestionarse qué aporta, lo importante es saber quiénes son y cuántas mujeres son. Nosotras tenemos los mismos derechos que los hombres, así que primero se nos debe dar una oportunidad y después preguntar qué podemos aportar. Nosotras, en general, no tenemos menos talento, sino menos oportunidades.

¿Por qué las protagonistas de sus películas son siempre mujeres?

Esta es una pregunta que me hacen a menudo y siempre respondo lo mismo: ¿has preguntado a un director por qué hace películas sobre hombres? La respuesta siempre es no, así que no hay derecho a que me pregunten eso.

Y, ¿con cuál se identifica más?

Con todas. Hice Rosa Luxemburgo en el 85, Visión. De la vida de Hildegard de Binger en 2008 y Hannah Arendt en 2011 y cadaprotagonista corresponde a una época distinta de mi propia vida. Son todas muy complejas, para mí es importante que lo sean, es una cuestión de entendimiento. Yo nunca quiero juzgar, sino entender.

Muces proyecta su último trabajo, Hannah Arendt, que cierra una trilogía sobre el Holocausto. ¿Cómo fue adentrarse en aquel episodio?

En mis películas siempre he retratado la historia de Alemania, empezando por Rosa Luxemburgo. Hannan Arendt es una de las personas más inteligentes que hemos tenido para hacer entender nuestro pasado. El proceso de preparación y creación de la película fue difícil, siempre lo es porque no solo miro al personaje desde el punto de vista histórico sino también como mujer.Necesité ocho años para hacerla, dos para investigar y saber lo que queríamos enseñar, pues ella tuvo una vida muy interesante.

¿Ha sido este film su mayor reto?

Sí. Esta filósofa era tan inteligente que temía no estar a la altura al retratarla. Además, tenía miedo de no poder filmar el pensamiento y la reflexión, que es algo muy poco cinematográfico.

¿Qué le falta por hacer en su carrera como directora?

Una comedia. Siempre doy imagen de seria y lo que quiero ahora es hacer reír. Ya he hecho el guión con la misma guionista de mi última película, que es como Woody Allen. Ella vive en Nuev York, es judía y tiene un buen gran sentido del humor judío. Rodaremos a partir del año que viene en Alemania y América con las mismas actrices de Hannah Arendt.

¿Qué opina del cine europeo?

Me gusta, porque es muy rico y expresivo. El problema es que no se ve en todas partes. El cine de ciertos países como Rumanía o Letonia no tienen siempre la oportunidad de ser visto en todas partes, solo en París, por eso estoy encantada de vivir allí. Precisamente, festivales como el de Segovia son muy necesarios para dar un empujón a la producción europea.

Desde su punto de vista, ¿cuál es el futuro del cine?

Soy un poco pesimista. Quizás consigamos hacer películas pero no que sean vistas en las salas Y ver un film en un portátil o en el teléfono no es lo mismo que sentarse en la butaca del cine. Nosotros todos empezamos con la idea de que el cine se viera en la oscuridad, como un sueño, y eso lo vamos a perder.