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Tomás Durán en su despacho en la Casa de la Iglesia.

«La Iglesia que dialoga es más humilde y servidora de todos»

Se encarga desde hace más de un año de la coordinación de la Asamblea Diocesana, evento que encara su recta final

Cecilia Hernández

Lunes, 23 de noviembre 2015, 12:49

Han pasado varios meses desde que el obispo, Carlos López, anunciara la celebración de la Asamblea Diocesana, un evento de reunión, escucha y puesta en común de experiencias y propuestas que tiene que como objetivo preparar a la Iglesia salmantina para las próximas décadas. Tomás Durán, vicario de Pastoral, es el responsable de la coordinación de la asamblea.

¿Qué es la Asamblea Diocesana?

Una experiencia muy positiva para toda la Diócesis. Ya el hecho de celebrarla tiene mucho de positivo. En ella estamos ofreciendo algo que es muy importante: cauces de diálogo dentro de la Iglesia y también hacia fuera, con la sociedad, con el mundo. A través de los grupos de asamblea, de los encuentros que está habiendo, se están expresando opiniones con toda sinceridad y libertad. Hablamos de 170 grupos con cerca de 2.000 personas reflexionando sobre nuestra tarea.

¿Y ha habido opiniones encontradas?

Bueno, ha habido de todo. Pero una asamblea diocesana tiene el alcance que tiene, no somos un sínodo de la Iglesia universal donde cambiar aspectos que afectan a todos. Tenemos las competencias que tenemos.

¿Otras diócesis han celebrado asambleas parecidas?

Ciudad Rodrigo tuvo hace poco su propia asamblea. También han existido sínodos en otras diócesis, que son encuentros similares pero más estructurados, de acuerdo al Código de Derecho Canónico. Las asambleas son más participativas.

¿Cómo está siendo la experiencia?

Nos gustaría que la gente participara más, pero eso ya no depende de nosotros. Pero aquellos que están involucrados lo definen como muy positivo, porque es vivir un modo de ser Iglesia, de entender que todos somos corresponsables y que debemos escucharnos unos a otros. El fruto que nos ha dejado es ese, los encuentros, las charlas, el diálogo, la escucha de todos entre sí, un estilo diferente de ser Iglesia. Como una familia. Es una lástima aquellos que se lo pierden y no participan.

¿Qué objetivos tiene un evento de estas características?

La asamblea tiene tres metas a conseguir. La renovación espiritual, la pastoral y la de estructuras, instituciones y personas. Son muy importantes para las próximas décadas. Necesitamos una espiritualidad nueva para estos tiempos, que son fuertes, recios, como decía Santa Teresa. Necesitamos también una pastoral nueva, como dice el Papa, una Iglesia en salida, más misionera, más en la calle, más en la sociedad. El Papa dice en Evangelii Gadium que prefiere una Iglesia accidentada porque ha salido a la calle que encerrada en sí misma. Y el cambio de estructuras en evidente porque la Diócesis de las próximas décadas va a tener un descenso en sacerdotes, en laicos, en vida religiosa. No es sólo la despoblación en los municipios pequeños sino que la misma ciudad está configurada de un modo nuevo, con un centro envejecido, en el que las parroquias no tienen niños, y una periferia joven.

Quizás sea ese cambio estructural el que más llame la atención

Es lógico y es muy necesario. Tenemos ahora mismo 405 parroquias, muchas de ellas de menos de 100 habitantes. Hay una evolución demográfica a la que hay que adaptarse. Y nosotros, los sacerdotes, somos menos, así que es necesaria la participación de los laicos en la vida de la Iglesia.

¿Cómo se está gestionando la asamblea?

La asamblea propiamente dicha se abrirá el 15 de mayo, y se desarrollará en tres sesiones en los fines de semana del 28 y 29 de mayo, 4 y 5 de junio y 18 y 19 de junio. En el auditorio de Calatrava habrá 400 asambleistas, representativos de toda la diócesis y se expondrán una serie de ponencias que ahora mismo se están elaborando con las aportaciones de todos los grupos.

¿Qué tal han ido los encuentros con diferentes sectores de la sociedad salmantina?

Esa actividad, La Iglesia quiere escucharte, ha sido un acierto. Cada vez estamos más contentos, porque marca un estilo de ser Iglesia muy necesario hoy. Y es que la Iglesia acercándose a dialogar con la sociedad se hace más humilde y más servidora de todos. Ese deseo de escuchar y dialogar con todos hace que nos integremos más profundamente en la sociedad, que compartamos inquietudes con diferentes sectores.

¿Hasta cuando se celebrarán esos encuentros?

Hasta marzo del año que viene. Por ejemplo, en diciembre tendremos la escucha y diálogo con el mundo obrero y sindical, con las asociaciones vecinales y las propuestas a favor de la vida y la familia. Y en enero nos encontraremos con las víctimas de la crisis, con el pueblo gitano y con los líderes de la política y de las instituciones locales, provinciales y autonómicas.

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