«La primera responsabilidad social de una empresa es cuidar a sus empleados»
PPLL
Martes, 29 de septiembre 2015, 12:17
Victor Küppers participa esta tarde en el ciclo de conferencias Recuperar el entusiasmo organizado por Caja España-Duero y dirigido a empresarios y autónomos para transmitirles habilidades personales, profesionales y directivas.
Promueve la actitud personal como un valor seguro a la hora de generar un adecuado rendimiento laboral. ¿Cree que en este país sobran aptitudes pero falta que se sepa motivar al rabajador para sacar a relucir la buena actitud a la que alude?
No investigo y, por lo tanto, no soy un experto en la materia. Lo que sí hago es leer a quien sabe de esto y veo que nos preocupamos más por impulsar las aptitudes basadas en conocimientos o habilidades y mucho menos por fomentar las actitudes, cuando al final es que lo que realmente cuenta en la vida personal o profesional. El perfil de un padre ideal no es el de aquel que tiene carnet de conducir o sabe muchos idiomas, sino el de alguien que sea buena gente, educador, trabajador y con sentido del humor. La diferencia entre el crack y el chusquero es la buena actitud en la vida, porque gente con muchos conocimientos hay a patadas. Todo esto se capta y se enseña y es algo que está más que demostrado, ya que se aprende a ser paciente, a desarrollar sentido del humor o a ser generoso.
Es clave potenciar la ilusión y el entusiasmo para disfrutar del trabajo, pero ¿cómo se puede conseguir este objetivo en un mercado laboral donde la precariedad abunda?
Trato de ofrecer opiniones personales y en el mundo de las empresas conozco poquísimas que piensan en las personas. Eso sí, casi todas tienen algún eslogan alusivo a que cuentan con un montón de programas para cuidar y motivar al trabajador, pero la inmensa mayoría piensa en el resultado a corto plazo y en los objetivos marcados. La primera responsabilidad social de la empresa no es una donación o una recogida de alimentos, que es muy importante, si no cuidar a sus equipos y a las personas que los integran. Y también propiciar que la plantilla se sienta a gusto, que tenga un sueldo absolutamente justo y que los beneficios se repartan sin grandes diferencias entre los de arriba y los de abajo, además de impulsar que la gente se pueda desarrollar y aprender.
¿La felicidad personal y su búsqueda continua son factores inherentes a lo que uno desarrolla después fuera del ámbito doméstico?
Desde luego, sin ninguna duda, ya que uno tiene que aspirar a ir chutado en todos los ámbitos de la vida, que quiere decir estar contento, ser feliz, amable y sonreír. Y eso hay que llevarlo a cabo en el ámbito personal y en el profesional. Hay gente que tiene facilidad para romper entre un faceta de vida y otra, pero pienso que hay que ir chutado de felicidad las 24 horas, cuando se está trabajando o cuando se llega a casa.
¿Considera que el binomio talento-capacidad es suficiente para lograr un objetivo profesional o que quien mejor comunica o sabe vender sus cualidades acaba triunfando antes?
El mundo no es perfecto, ni por supuesto justo, y muchas veces acaba triunfando el trepa, pero lo realmente gratificante es poder llegar a los 95 años y darte cuenta de que has hecho las cosas lo mejor que has podido. La mayor parte de las veces no se premia a las mejores personas en un mundo de maleantes y chorizos que se pelean por estar arriba. La sociedad está montada así, pero en tu círculo, entre quienes te importan, estoy seguro que ser buena persona es muy rentable.
¿Concibe un lugar de trabajo como un entorno donde se hace equipo, se motiva y se predica con el ejemplo o eso es una utopía en una sociedad cada vez más individualista?
Se trata de una utopía pero a lo largo de la vida surgen muchas y hay que aspirar a ellas. Esta discusión la tengo muchas veces con mis alumnos en la facultad. No vamos a hacer un mundo mejor si al final todos tiramos la toalla y hay que cambiar las cosas. A veces sí que se trabaja en equipo y, si se está bien con los compañeros, se ayuda en todo lo posible y no se adopta una postura egoísta, las cosas terminan saliendo y se crea un buen clima laboral. Está claro que a veces el mundo es una mierda y está lleno de injusticias, porque no es lógico que haya gente cobrando 400 euros y que encima tenga que dar las gracias. Puede que todo esté mal pero hay que tender a hacerlo lo mejor posible en el entorno que uno tiene, sin resignarse ni dejar de aspirar a lo utópico.
¿Cree que se está perdiendo el trato cercano en la vida, el compartir cosas y que no se saca tiempo para hacer piña dentro y fuera de las empresas como antes?
Lo cierto es que estamos muy tarados. Yo me subo en el autobús del pueblo gerundense donde resido (2.400 habitantes) y todo el mundo se habla, pero cuándo ocurre esto en el autobús, el tren o el metro en Barcelona, Sevilla, Madrid o Valencia. Sólo somos unos bultos peludos y cuando nos atrevemos a comentar algo con alguien se piensa que le vas atracar. Cada uno va o lo suyo, estresado y nadie es amable, la sociedad cada vez es más débil e individualista y como todo va tan rápido nos olvidamos de lo importantes que son las relaciones personales.