«’Goteras’ forma parte de la memoria colectiva de los años 80 en Béjar»
Antonio Varas hace un recorrido por su obra y su gran vinculación con Béjar, ciudad en la que vivió y que fue «toda una estampida en mi vida»
ELENA GÓMEZ / WORD
Lunes, 26 de enero 2015, 13:59
Aunque nacido en Madrid, con 29 años este artista plástico se instaló en Béjar, donde estuvo durante dos décadas formando a los alumnos del Ramón Olleros. Hoy Antonio Varas ha vuelto a la ciudad textil para volver a hacer disfrutar a los bejaranos con su obra, expuesta en Bizarte hasta este miércoles.
Está a pocos días de cerrar su exposición Texturas en el espacio Bizarte de Béjar, ¿cómo le ha recibido el público bejarano?
Según me cuenta el responsable de la sala, muy visitada y con los mejores halagos sobre la misma. Tengo que reconocer que tengo muy buena prensa, amigos y antiguos alumnos que siempre me reconocen y aprueban allí donde me ven. Mucho más en esta ciudad Béjar, mi segundo pueblo. Decir debo, que fueron casi 20 años en los que mis huesos y desventuras, andanzas artísticas y culturales sembraron inquietudes y muy buenos recuerdos.
¿Qué le diría a quienes aún no la han visitado? ¿Qué van a encontrar?
Texturas60 hace referencia a la exposición que, con motivo de mi sesenta cumpleaños, se expuso en la Biblioteca Torrente Ballester de Salamanca. Parte de la misma se expone estos días en Bizarte- hasta el 28 de enero- . Presento unos óleos de lo último que he realizado desde dos años atrás. Mis más delicadas luces y aguas en paisajes urbanos de Salamanca y Béjar.
Le une una gran relación con esta ciudad en la que fue durante muchos años profesor, ¿cuál es el mejor recuerdo de aquella época?
Llegué a Béjar en Septiembre de 1983 destinado como profesor de dibujo en el IES Ramón Olleros. Hasta 2002 que me trasladé a Salamanca capital, Béjar fue toda una estampida en mi vida. Los mejores años. Aquí nació mi segundo hijo. Impartí como educador de adolescentes unos años inolvidables, los mejores. Hoy en día, recién jubilado, encontrarme con antiguos alumnos es, para mí, una grata felicidad. Sobre todo cuando estos te reconocen, valoran y recuerdan lo bueno que hiciste por ellos.
En Béjar creó un grupo y una revista que llegó a ser muy valorada e incluso recibió algunos premios, ¿qué queda de Goteras?
Paralelamente a las clases y más tarde formando parte de la actividad cultural de la ciudad nació Goteras. Una iniciativa que con una serie de alumnos formamos para ampliar el gran potencial creativo que existía por esos años. Un colectivo de dibujantes y animadores educativos. Editamos una revista de dibujos y cómics. El proyecto, en concreto su revista, fue premiada por el ministerio de Educación en el año 1985. Llegamos a publicar ocho números. Hoy en día, Goteras, forma parte de la memoria colectiva de los años 80 en Béjar. Sus miembros algunos de ellos, profesores de dibujo o diseñadores siguen, seguimos, recordando y valorando en nuestros encuentros lo importante que fue para todos nosotros. Como así lo fue en la conmemoración de los 50 años del Ramón Olleros. También mencionar los murales que efectuamos. El del templete del parque, hoy por desgracia desaparecido, fue durante muchos años estandarte de toda esta movida, que paralela a la movida madrileña, marcaban las ilusiones de la juventud de todo un país. Los años ochenta. Ilusiones, creatividad y arte en las aulas y en la calle. Profesores y alumnos comprometidos con el día a día. Que no reparaban en la necesidad de emigrar a otros lugares para desarrollar sus inquietudes. La calle, su ciudad... era el mejor tejido para dibujar, pintar, cantar, hacer teatro... Y no es nostalgia. Nuestro país era música y actividad cultural a raudales. Proyectos que, casi sin subvención alguna, se desarrollaban con una ilusión asombrosa. Algo que hoy en día se deja desear y es bueno recordar. Creo yo.
¿Cómo se refleja todo ese tiempo en la ciudad textil en su obra pictórica?
En mi obra, que ha pasado por distintas facetas como es natural, el paisaje y paisanaje de esta ciudad ha formado parte de las distintas exposiciones realizadas. Desde los años noventa en los que comienzo a pintar con más entusiasmo y madurez los ambientes de esta comarca deciden muchas de mis composiciones. Más tarde, la capital salmantina y sus ambientes urbanos en días de lluvia han dirigido mi atención. En especial su Plaza Mayor. Plaza, como no, de infinitas luces y emociones.
En Béjar ejerció de profesor, pero recientemente ha dejado la docencia, después de 37 años. ¿Se enseña suficiente arte en las aulas? ¿Fomentamos el surgimiento de nuevos artistas?
Acabo de comenzar una nueva andadura. Cierto. La docencia, que ha sido mi vida durante todos estos años y me ha restado tiempo para desarrollar mi tarea más artística, ha cumplido su cometido. Es posible que en el momento justo. Tal vez. No suenan buenas músicas en la educación con sus recortes y desilusionado colectivo escolar. Es tiempo de dejar hueco para avanzar a las nuevas generaciones. Enseñar arte, creatividad, hoy en el aula es más complicado que años atrás. El exceso de informáticas, móviles y sobreexcitación visual en los jóvenes y sus familias hace, muchas veces, no valorar lo sencillo y vital que es el arte para los humanos. Algo que por otra parte nos aleja de las bestias.
Y tras cerrar esa etapa, ¿cuáles son sus próximos proyectos?
Ahora mismo estoy acabando el retrato con el que me presentaré este año al certamen tan apreciado de la National Gallery de Londres. Después de quedar por dos veces semifinalista entre más de 2.500 retratistas de todo el mundo tengo una espinita clavada con estos británicos asegura riéndose. En cuanto a próximos proyectos... salir y mover mi obra fuera de las fronteras. En mi mente estoy preparando una colección de nuevos cuadros en los que dejo un poco atrás el paisaje urbano que he desarrollado y que tan valorado ha estado por la crítica. Paisanajes con ambientes más abstractos y etéreos... En fin, en los paseos matutinos con mi perro irán definiéndose.