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José María Velasco, recientemente, en el interior del gran edificio de Calatrava.

«Usamos las catequesis para iluminar la realidad en que viven los paraguayos»

Para ayudar al desarrollo de esta zona de Paraguay con más de 80.000 habitantes, la parroquia ha seguido una línea de conciencia y compromiso

Jorge Holguera Illera

Domingo, 18 de enero 2015, 13:23

En estos tiempos marcados por la falta de vocaciones religiosas destaca con especial intensidad la labor de los misioneros. Personas que en su día lo dejaron todo para mudarse a otros lugares apartados de sus orígenes y sus familias con el propósito de poner en práctica lo dictado por Jesucristo y divulgarlo. Uno de estos portadores del mensaje católico a tierras lejanas es José María Velasco. Un salmantino de Tabera de Abajo que lleva 22 años como párroco de Capiatá, Paraguay.

Este salmantino en tierras lejanas comenzó como cura en Alba de Tormes y Amatos durante un año. Después se marchó a Paraguay y estuvo en Virgen del Carmen, después estuvo en Santísima Trinidad, en ambos destinos con otros sacerdotes y después ya le destinaron sólo a Capiatá.

Este sacerdote es uno de los salmantinos que aún permanece en Paraguay en la obra de colaboración evangelizadora entre las Diócesis de Salamanca y Paraguay. Este proceso se inició en el año 1954 gracias a la labor del obispo Fray Barbado Viejo, que fue quien envió a los tres primeros sacerdotes salmantinos, de los cuales, permanece en aquellas tierras el padre Leóncio Redero. En esta experiencia han participado cincuenta sacerdotes salmantinos, según informa la Diócesis.

El padre José María Velasco ha sido el párroco de Capiatá durante 22 años. Lleva 42 comunidades que agrupan una población de más de 80.000 habitantes. Bajo la custodia de la parroquia de Velasco y como iniciativas de los laicos funcionan colegios, los roperos con el que colabora la parroquia de Puente Ladrillo, cooperativas de ahorro familiar, comedores, una radio popular y un semanario.

Primeros momentos

José María Velasco recuerda sus primeros momentos como sacerdote en aquellas tierras cargadas de novedades para él. En cuanto a la Iglesia, recuerda un ambiente de «evasión», o lo que es lo mismo, «usaban el mensaje de la Iglesia para todo, había grupos individualista pero sin ningún objetivo bien definido», argumenta.

En cuanto a las características del lugar, las físicas que definen a Capiatá son las que se refieren a una población del cinturón de una gran ciudad con sus correspondientes injusticias donde se concentra la pobreza de Asunción. En cuanto a las peculiaridades del lugar, Velasco habla de «la pobreza; la ignorancia estructura, les han quitado todo el poder de pensar;y el dominio político, los grandes les tienen dominados por cuatro promesas».

Tras la inmensa labor apoyada o impulsada por este sacerdote y desarrollada por la población de Capiatá, más que de cambios, José María Velasco prefiere hablar de un proceso. Comenzaron con catequesis fuertes, catequesis de niños, de padres y de familias, «para iluminar la realidad de donde viven», y para «sobre todo abrir la conciencia de lo que es la persona y la misión de la persona cristiana», indica Velasco. En un principio trabajaron mucho sobre todo esto, «el valor de la persona, todo lo que significa la persona, transcendencia de la persona y la persona en comunidad, ese punto le desarrollamos mucho»; subraya el padre Velasco. Esto «hizo que surgieran muchos problemas», relata, «mucha gente comienza a despertar, la organización de las comunidades fue más fuerte y ahí también apareció el semanario y la radio», añade.

Con todo este proceso, apareció «una ilusión de participación y de crear una nueva sociedad», continúa Velasco. La parroquia es el apoyo en el que se sustentan todas estas personas que tienen ideas y quieren ser partícipes en la mejora de su sociedad.

Una de las barreras, a este deseo de salir adelante por parte de la población es, «el dominio de los poderosos que mediante promesas incumplidas tratan de frenar esta acción por miedo», añade. «Hay una especie de lucha entre el salir o no salir adelante. La cuestión que se plantean es cómo salir», considera.

Para ayudar a este desarrollo, la parroquia toma la iniciativa de enfocar las catequesis de padres y familias en esta línea de conciencia y de compromiso. Esto ha originado que parte de la población esté inquieta y otra parte implicada en ese proceso.

José María Velasco describe tres tipos de personas. Uno es lo que llama el «tipo de asentamientos, que son las personas pobres pobres, amaestradas por la riqueza, por los ricos, los poderosos y los políticos;están los que están sí, no; sí, no, inquietos;y luego hay una población con ganas de algo nuevo». En consonancia, Velasco describe tres tipos de cristianos, es decir, «el cristiano que solamente va a misa, pide que Dios no le castigue, que duerma bien, que no tenga enfermedad; el cristiano que sí y no pero se retuerce todavía y no es capaz de aceptar su misión; y luego el cristiano que tienen un sentido de misión concreto y que lucha».

Este sacerdote destaca el último perfil de cristiano, el que describe el momento en el que se encuentra Capiatá. Por otro lado, la actualidad de aquella zona de Paraguay está marcada por las elecciones, un momento político muy difícil. En el que «los de siempre quieren seguir siempre en el poder, ofrecen el oro y el moro y luego se queda todo en la nada», lamenta. La esperanza en aquella zona parece querer brotar porque, «los jóvenes valen mucho, hay una efervescencia de jóvenes que van y hablan y plantean», resalta. Al hilo de estas mejoras sociales, Velasco anota un detalle muy importante que es el de la aparición de la Contraloría Ciudadana hace aproximadamente cuatro o cinco años partiendo de un proceso, «que consiste en que un grupo de señores y señoras se reúnen y empiezan a controlar todas las instituciones municipales», explica. A raíz de esto, Velasco cuenta que aparecen documentos de robos, malas administraciones,.. todo ello comprobado por la Contraloría General y la Fiscalía General. La consecuencia de esto es que se está provocando una lucha, entre aquellos que quieren una nueva sociedad capiateña y aquellos que están acostumbrados a comer del plato sin trabajar nunca.

Obra social

En Capiatá, gracias a la implicación de los laicos y el apoyo de la parroquia del padre Velasco hay una fuerte acción social en marcha. Dos de estas obras son, medios de comunicación, es decir, una radio y un semanario que porta toda la actualidad de la parroquia y las demandas de los ciudadanos.

En Capiatá hay en funcionamiento 18 comedores que alimentan a alrededor de 400 personas diarias. Hay seis cooperativas de préstamo y ahorro, las de ayuda personal y como nueva orientación, de ayuda a grupos. Hay ocho costureros, en cada uno participan de diez a 15 personas. La Iglesia tiene allí escuelas con 1.450 alumnos.

La fuerza e intensidad de la labor pastoral se ve engrandecida por la pastoral de enfermos, la pastoral de jóvenes y las catequesis, para las que cuentan con 650 catequistas.

La dureza de todo este trabajo, y el esfuerzo que supone el apoyar a toda esta gente es sólo parte de la cruz con la que tiene que cargar José María Velasco, puesto que su labor misionera no está exenta de riesgos o amenazas.

Comparando la sociedad de allí con la de aquí, Velasco apunta que aquí , «hay una formación humana más segura pero que no evoluciona, todo el mundo habla pero participación, muy poca»; allí, «hay una cultura de apatía, indiferencia e individualismo, pero son muy agudos y fuertes», concluye.

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