«La gente de la calle tiene que cambiar su conciencia sobre la inmigración»

El Auditorio Caltrava se quedó pequeño ayer para recibir a todas las personas que acudieron a escuchar la charla ofrecida por el obispo de Tánger, Santiago Agrelo. Pastor de almas católicas en una zona especialmente delicada, sobre todo por el problema de la inmigración.

¿Cómo está ahora mismo la situación en Tánger?

Llevo dos semanas fuera y no he tenido noticias de nada especial en estos días, desde Marruecos, pero sí desde Libia, donde hubo 200 muertos en un naufragio. No es tolerable. Si hubiesen muerto en una playa cualquiera 200 focas, a estas horas el mundo estaría en revolución, todo los medios se preguntarían por qué y cómo. Nos hemos acostumbrado a las cifras y no puede ser.

¿Qué se puede hacer para enfrentar un problema así?

En primer lugar, la gente de a pie tiene que cambiar su conciencia con relación a estos problemas y a estas personas, porque si la calle aprende a sentir de otra manera, los políticos los sentirán de otra manera. Mientras la calle no cambie, los políticos seguirán igual.

¿Y cómo es la vida en una diócesis en territorio musulmán?

Una vida muy sencilla, somos una familia, porque, imagínate, en medio de millones de musulmanes, 2.000 católicos. Somos una verdadera familia, nos conocemos todos, trabajamos unidos, somos una piña. Y nos sentimos muy identificados como Iglesia, porque el hecho de ser minoría nos da una identidad muy fuerte.

¿Notan el auge del islamismo extremo?

En Marruecos no porque está muy controlado por el Estado. Y esto es algo bueno, porque Occidente a veces se ha confundido y ha mirado a ciertos movimientos islámicos como si fuesen liberadores -incluso se habló de primaveras- y en realidad lo que traen consigo es mucha desgracia, mucha sangre y mucho dolor.

Para finalizar, ¿cómo es Evangelii Gadium, la exhortación papal que centra la Semana de Pastoral en la diócesis de Salamanca?

Es una belleza. Hace falta leerla, en primer lugar, y luego, cada uno que la lee tendrá, desde su perpectiva e intereses personales, sentimientos y notará emociones que otros no notan. Yo leo la exhortación desde la perspectiva de los desafíos pastorales y la renovación de la Iglesia, y es de una riqueza enorme. Es una hoja de ruta para la Iglesia, pero no es un proyecto, es una ilusión en el corazón de los fieles, la alegría de ser cristiano. Y por ahí pasa nuestro futuro, por la alegría.