El verano de las bajas y la regeneración en el Real Valladolid
Al final del periodo de fichajes pueden ser más de 20 jugadores los que hayan abandonado el Pucela, del que por el momento se han marchado 16 futbolistas en un volantazo tan drástico como necesario
José Anselmo Moreno
Lunes, 4 de agosto 2025, 07:26
A veces los cambios en la vida son 'la chispa' que enciende el motor y el Pucela está en ello, afrontando este verano el reto ... de regenerarse y de empezar de cero. A todos los niveles. El terremoto en el vestuario se demandaba y ha llegado porque puede haber más de veinte bajas cuando acabe el mercado de fichajes. ¿Funcionará la apuesta por la renovación? Eso no se puede saber todavía, pero el club estaba en la obligación de reinventarse tras una temporada calamitosa.
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La gente se ilusiona con caras nuevas, todos nos parecen buenos pero se trata de un volantazo, de un nuevo ciclo y eso unas veces ha salido bien y otras, no tanto. Me viene a la mente una frase del director ciclista Javier Mínguez (también futbolero) cuando trataba de explicarme algunas decisiones en su carrera: «Cuando ves a un corredor en otro equipo, ves sus virtudes. Cuando lo ves en el tuyo, ves los defectos». Así es, no todos los que se han ido eran muy malos ni todos los que vengan van a ser buenos. Cuando trazamos sus perfiles, a veces destacamos cosas maravillosas que luego no aparecen por ningún sitio.
A día de hoy, la plantilla del Real Valladolid ha sufrido una estampida espectacular, una salida masiva de jugadores que aún puede ser mayor. En algunos casos han sido cesiones que finalizaban y en otros, rescisiones o contratos que vencían el 30 de junio. Un total de 18 futbolistas ya se han quedado fuera del proyecto para la campaña 2025-26 y puede haber cuatro o cinco más.
Fruto del descenso y de la reestructuración integral del equipo han llegado de momento siete futbolistas para ocupar algunos puestos de esas cesiones finalizadas, que no eran pocas. Son los casos de Hein, Comert, Cenk, Mario Martín, Aznou, Aidoo, Candela y Grillitsch. Otros contratos simplemente expiraban, como el de Anuar o el de Luis Pérez.
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Los movimientos en la portería
También cumplían relación contractual César de la Hoz o Kike Pérez, pero como habían sido ya cedidos en el mercado de invierno no cuentan en esta relación, en la que sí se incluyen Iván Sánchez y André Ferreira, el portero portugués que apenas tuvo minutos y que ha rescindido su contrato. La portería ha sido otra de las asignaturas pendientes en los últimos tiempos, y foco de movimientos y operaciones difíciles de explicar.
El mismo camino que Ferreira siguió Darwin Machis, que rescindió en busca de otro destino más propio y ambicioso para sus intereses. Por último la incomprensible llegada del brasileño Henrique Silva a falta de nueve partidos acabó, como era de esperar, en un adiós.
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El descenso a Segunda División ha propiciado un corte de plantilla radical. El club, obviamente, busca recuperar la competitividad apostando por caras nuevas y mucha frescura. Todo lo de la pasada temporada sabe a catástrofe menos Raúl Moro, que ha sido traspasado al Ajax de Ámsterdam y, en este sentido, tampoco hay que reprochar mucho a los jugadores del filial Rafús y Chasco, que participaron en liga aunque no estaban muy obligados a tirar del carro.
La línea más caliente, la zaga: se han ido Cömert, Cenk y Aidoo, y han llegado Pablo Tomeo y Mohamed Jaouab
Probablemente Kenedy sea el mayor reflejo de una salida deseada por todos, con el objetivo de deparar un cambio de rumbo. Cometer el error de un contrato largo y con escasa o nula aportación deportiva parece que ha dejado también sus enseñanzas. Pachuca vino a arreglarlo, pero no definitivamente porque la compra del brasileño dependerá de su rendimiento.
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En este contexto, tampoco vamos a echar de menos a algunos de los centrales más flojos de los últimos años, los cedidos por el Valencia (Eray Cömert y Cenk Özkacar) y Joseph Aidoo (Celta). Más calidad tiene Javi Sánchez, que de momento sigue, aunque es un caso de fin de ciclo clarísimo por su falta de continuidad a causa de las lesiones y por el desgaste de muchas temporadas en el club, con un último año de capitán que dejó heridas abiertas. Otro que ojalá haya llevado tanta paz como descanso ha dejado es el austríaco Florian Grillitsch, con enorme talento pero que, si no inventó el 'fútbol andando', hizo oposiciones a ser campeón en esa nueva práctica.
De los que se han ido, varios ya han encontrado acomodo en otros equipos. Básicamente los jugadores con hambre y ambición. Entre ellos, Mario Martín, que se ha ido al Getafe, Aznou, que ha firmado por el Everton o Anuar, que fichó por el Ceuta. Lo que está claro es que mirando por encima la procedencia y la nacionalidad de las bajas de este verano era muy difícil que funcionara una mezcla tan variopinta. Otro error a corregir.
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Las puertas siguen abiertas por el deseo de irse de jugadores (Amallah) y el del club por aligerar masa salarial
En las ultimas décadas hay ejemplos de todo: plantillas con muchos cambios, como la del año de Espárrago (campaña 94-95) y que acabó siendo un desastre o plantillas con pocos cambios, como la posterior al ascenso de Djukic, con muy pocas novedades (cinco fichajes) y un rendimiento notable.
La incógnita del banquillo
Y hablando de entrenadores, en el último párrafo hay también dos ejemplos de que no existen certezas en el fútbol. El uruguayo Víctor Espárrago llegó como un técnico de prestigio y fracasó, mientras que Miroslav Djukic llegó envuelto en un mar de dudas y triunfó.
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Lo de Guillermo Almada aún está por ver. Tiene que manejar altibajos, buenos y malos momentos, un nuevo entorno para él, ruedas de prensa con preguntas agradables o desagradables y a jugadores muy diversos. Es evidente que de momento todo va bien porque casi todo es nuevo, dueños incluidos. Cuando uno llega a una casa no pone lo pies en el sofá o abre el frigorífico. Igual que cuando uno compra un jersey nuevo, no sabe si va a encoger mucho tras pasar por la lavadora. Almada tiene prestigio, pero el prestigio en fútbol es lo que hayas hecho en tu último partido. Y no hay más.
En definitiva que aquí estamos, con una plantilla nueva, ilusiones recicladas y las mismas preguntas de siempre. En este sentido, permítanme que en ese habitual estilo directo haga una última reflexión personal: La ilusión por los cambios es comprensible y lógica, pero hay que esperar a ver el rendimiento. Eso solamente se puede comprobar cuando suene la música y empiece el baile. Seguramente muchos tengamos una botella de buen vino para celebrar alegrías... Pues bien, guarden la botella, que aún toca esperar. De momento.
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