El Promesas mantiene el pulso y velocidad de 'play-off'

Tiene motor diesel este Promesas, que no necesita de acelerones ni camina a impulsos para llegar antes de tiempo al punto de destino. Su éxito se basa en la regularidad, sabedor de que si un partido dura 90 minutos y el último vale tanto como el primero, tampoco el ascenso se consigue en el mes de marzo ni once jornadas antes de terminar la fase regular. Si algo no se le puede discutir esta temporada al filial es su fiabilidad. Sus tropiezos se empiezan a contar por meses, y rivales como el Real Unión de Irún -cuarto por la cola- por faenas de aliño. La visita del conjunto guipuzcoano fue un día más en la oficina para los de Javi Baraja, que no necesitaron apretar el acelerador para celebrar la duodécima victoria del curso y sumar el punto 28 de los últimos 51 en juego.

Un gol de Kuki Zalazar, uno de los tres que tuvo en la cabeza, bastó para tumbar a un rival tan voluntarioso como inocente y tierno cara a puerta que jugó en campo contrario durante buena parte del segundo tiempo pero que apenas inquietó. Por mucho que sus acercamientos se repitieron tras el descanso, el triunfo no peligró para los locales. Pese a optar por el control antes que por cerrar el partido lo antes posible, los blanquivioleta dispusieron de tres claras ocasiones para matarlo.

El fútbol lo puso el Promesas en la primera parte. Con el viento a favor y después de unos primeros compases de intercambio de golpes que se cobró la infortunada lesión de Gaizka que obligó a un cambio de portero en el primer cuarto de hora. Minutos suficientes para que Corral, después de un arranque de controles desorientados por la fuerza del viento, bajara al césped un balón en largo de Kike Pérez antes de cedérsela a Doncel dentro ya del área y éste ponerla en la cabeza de Kuki Zalazar. Primer y único gol de la tarde en una triangulación perfecta que sentó las bases y dio paso a un mayor control del juego por parte del filial.

Si no lo había hecho ya, el partido iba a dormir desde entonces en las botas de Kike Pérez. Ocasiones con cuentagotas, control máximo y pocas concesiones a un rival asentado en un 4-1-4-1 con Viguera aislado arriba. En el debe del Real Unión en la primera parte apenas un remate de cabeza de Cárdenas que se fue arriba cuando el partido enfilaba los vestuarios. En el del filial, amén del gol, un cabezazo de Jaime que corrió la misma suerte y una falta escorada botada por Víctor que rechazó el larguero.

Tras el descanso, el fútbol-control se multiplicó exponencialmente en buena parte porque el Real Unión apenas arriesgó ni agitó el árbol para modificar el guion. El conjunto guipuzcoano, en el estreno de Gorka Etxeberria en el banquillo -hasta ahora en la dirección técnica-, sí subió líneas pero más propiciado por el cambio del filial a un bloque bajo que como resultado de su ambición. La lesión de Corral dio entrada a Apa y llevó a Raúl Navarro a la banda izquierda, y el postrero cambio de Rubio por Miguel reforzó la zaga blanquivioleta, pasando Jaime a ocupar sitio por delante de los centrales. Seguramente no era necesario por la inocencia del rival en los últimos metros, pero Baraja quiso asegurar con este movimiento el 'cero' en su portería.

Antes bien pudo haber marcado el Promesas el segundo tanto, primero por partida doble con sendos cabezazos de Zalazar, poco después en un disparo cruzado de Miguel que el meta visitante desvió a córner, también con un intento de Kike Pérez desde medio campo que lamió el larguero, y en última instancia en una vaselina del Kuki Zalazar que se fue por encima tras botar dos metros antes de la línea de gol.

Ocasiones dispuso el filial blanquivioleta para haber cerrado el partido, pero no se transformaron y el Real Unión -que pidió dos penas máximas en la segunda parte- tuvo la suya en las botas de Viguera para haber sumado un punto cuando apenas quedaban segundos para el final.