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Míchel Herrero y Oihan Sancet. Gabriel Villamil

Míchel Herrero y Oihan Sancet, bajo la lupa

El centrocampista sigue sin encontrar su juego, y el canterano bilbaíno desaprovechó su gran oportunidad

JAVIER ALONSO MESONERO

Valladolid

Domingo, 8 de marzo 2020, 18:33

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Míchel Herero quiso, pero no pudo

El centrocampista valenciano es el termómetro de este Real Valladolid. El capitán volvía a la titularidad después de no disputar ningún minuto el pasado fin de semana en San Sebastián. De entrada, el esquema (5-3-2) del míster Sergio González le favorecía. Acompañado de Rúben Alcaraz en el centro del campo y resguardado por Joaquín, retrasado al eje de la zaga junto a Salisu y Kiko Olivas, permitía al 21 pucelano estar más liberado de tareas defensivas y actuar con más libertad en ofensiva.

Con el segundo gol en el marcador, se situó junto a Óscar Plano en la media punta para dar mayor claridad al ataque pucelano. Fue incapaz.

El capitán se vio sobrepasado en los primeros 45 minutos de partido; tarde en las ayudas defensivas, sobre todo por la banda de Pedro Porro con las internadas de Yuri y Córdoba, e irregular y desacertado filtrando pases en ataque. Una inconsistencia que pareció no gustar a Sergio, lo que llevó al valenciano a ser el primer cambio para los locales. Le sustituyó Hervias, un cambio que la afición blanquivioleta aplaudió.

Más de lo mismo. No parece que la mala dinámica que atraviesa el veterano centrocampista vaya a cambiar a corto y medio plazo. La inconsistencia en los pases, una de las principales críticas de la hinchada vallisoletana y la debilidad defensiva condenan a un futbolista que parece no recuperar su mejor estado de forma.

Un jugador que, de estar al 100%, aporta a un equipo escaso de creatividad en el centro del campo. Habrá que ver si ese Míchel Herrero volverá en lo que resta de campaña.

Oihan Sancet, una actuación transparente en su gran oportunidad

Sorprendió a todos Gaizka Garitano con la incursión en el 11 titular de Oihan Sancet en detrimento de Iker Muniain, que descansaba tras disputar los 90 minutos en la eliminatoria copera contra el Granada. El joven canterano, de tan solo 19 años, estaba ante su gran oportunidad. Tan solo había disputado 7 partidos en toda la temporada, siendo titular en 3. Un total de 325 minutos en los que había demostrado el talento necesario como para ser un jugador importante para el futuro del Athletic Club de Bilbao.

Parecía salirle bien la apuesta a Garitano, ya que sería el propio Sancet quien generará la falta en la que Unai López anotase el primer tanto vizcaíno. Fue un espejismo.

Actuó de enlace entre el centro del campo y la delantera, formada por Raúl García, en punta, e Iñaki Williams, por banda. Parecía sobrepasarle el ritmo de sus compañeros de ataque. Tuvo muy cerca a Joaquín, pegado a él cada vez que recibía la pelota, una presencia que eclipsó al joven centrocampista navarro.

Una apuesta que salió bien por el resultado, pero no por las sensaciones que transmitió el jugador. Por momentos su presencia parecía ser transparente. Sus compañeros no le acababan de encontrar en el comienzo de los segundos 45 minutos, una segunda mitad que parecía idónea, a priori, para potenciar sus cualidades físicas. 75 minutos duró en el terreno de juego, en el que paso sin pena ni gloria.

Es indudable que el jugador posee todas las cualidades para ser importante en Primera División. Aunque, en estos casos, es mejor ir a fuego lento.

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