Latasa saca brillo al mono de faena del Pucela
El gol del madrileño rubrica la segunda victoria consecutiva del Real Valladolid, que supo sufrir para sumar los tres puntos, aunque terminó achicando agua
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La importancia de tener un once reconocible
Uno de los grandes problemas del Pucela en Primera residió en la rotación sin criterio. Cada partido se convertía en un tiovivo sin gracia. Más ... cerca del vómito que de la juerga. Almada lleva buscando un once estable desde la pretemporada y ha repetido alineación en las dos primeras jornadas de Liga. Es un hecho histórico. Los técnicos pecan, a veces, de ataques de entrenador que les invitan a buscar malabarismos antes de encontrar un equilibrio lógico. Seguro que el preparador uruguayo irá evolucionando su planteamiento en las próximas semanas, sobre todo cuando aparezcan los que faltan y se recuperen los lesionados, pero hasta que llegue ese momento, utiliza las armas a su alcance de la mejor forma posible. Un once estable y reconocible, con el que todos se sienten identificados, es el primer paso para ensanchar el sendero que conduce al éxito.
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El riesgo de la espalda de la presión en campo ajeno
El Real Valladolid tiene bien trabajada la presión. Los movimientos son armónicos, cada uno sabe el espacio que tiene que achicar y ocupar. Latasa es el primer peón y tras él, en argot de baloncesto, todos agachan el culo para estrechar el campo, acogotar al contrario y recuperar la pelota. Cuando esto sucede, el fútbol se vuelve vertical y punzante. Este planteamiento es una especie de seña de identidad del Pucela, que se olvida del contrario para exprimir sus virtudes y jugar a lo que quiere su entrenador. El único riesgo reside en el desajuste de la salida, que descubre la espalda de la presión y sitúa al adversario en un cara a cara con la retaguardia. En este escenario, el papel de los centrales resulta clave para evitar desequilibrios. Ayer, Tomeo estuvo un poco más espeso que en el debut. Será cuestión de tiempo.
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El filo de la navaja entre el juego y el contrato para Chuki
La situación que vive Chuki se produce en demasiadas ocasiones. Un canterano que gana espacio en los minutos de la basura de Primera y despunta en el debut liguero en Segunda. El futbolista se piensa que un partido vale por una carrera, se deja llevar, su entorno le ensalza, se emboba con los cantos de sirena y empieza a preocuparse más por su contrato que por su fútbol. Ahí termina todo. Chuki está a tiempo. No digo que tenga que renovar a cualquier precio. Orta dijo que harían un esfuerzo por él. Imagino que será cuestión de contraofertar, dialogar y cerrarlo. Mientras tanto, el vallisoletano no tuvo en Castalia un papel tan determinante como ante el Ceuta. Todo lo que no sea cerrar el capítulo extradeportivo jugará en contra de su rendimiento y su progresión. Aunque no lo crean, le queda mucho que mejorar en todos los aspectos. Los contratos, jugando siempre bien, llegan solos, no hace falta forzar la máquina.
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Almada se atasca con los cambios y el equipo se cae
Al Pucela se le apagaron los faros en el segundo acto. El Castellón se quitó el corsé, la presión vallisoletana se retrasó veinte metros y el partido pasó de jugarse en el balcón del área del cuadro levantino a hacerlo en el borde de la última caja del conjunto blanquivioleta. El equipo local aprovechó el repliegue y acortó los metros de su fútbol para encerrar al once de Almada, que no movió ficha hasta el minuto 70, con sus futbolistas exhaustos y el empate más cerca que el 0-2. Metió a Moreno, Trilli y Alani por Alejo, Amath y Meseguer, que estaban fundidos. No cambió mucho la dinámica, pero el Real Valladolid ganó energía en el repliegue y chispa en la salida, aunque terminó achicando agua.
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Latasa golea y se parte el pecho en todas las acciones
Juanmi Latasa ha cambiado el chip. Es un futbolista distinto. En el primer partido le sobró esfuerzo y le faltó gol. Ante el Castellón consiguió equilibrar las virtudes que jalonan su fútbol en la presente temporada. El ariete presionó con la zancada tensa, puso su fornido esqueleto al servicio de la segunda jugada y marcó, por fin embocó y alejó los fantasmas que le persiguen desde la temporada pasada. El madrileño está encontrando el camino para convertirse en el 'nueve' que necesita un candidato al ascenso. En el triunfo de ayer, hubo tres claves. Por un lado, la presión, siempre tensa; en segundo lugar, la unión del grupo y la solidaridad coral, con Juric como coche escoba, un futbolista convertido en un pulpo en la medular. Y en último término, tal vez el más determinante, el gol del 'killer', que además de los puntos también resetea su mente y le llena de energía para seguir creciendo. El ascenso no llegará desde la butaca, sino desde el fango y el choque ante el Castellón es el mejor ejemplo.
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