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El Real Valladolid es un meme en sí mismo, una caricatura low cost que convierte el rizo de la sinrazón en un bucle que no ... tiene epílogo. El último ridículo siempre se queda corto porque siempre aparece en la escena un nuevo esperpento que empequeñece al anterior. A Diego Cocca le han desmantelado el equipo y dos semanas después del cierre del mercado le destituyen justo después del partido en el que puso sobre el césped a los futbolistas que metieron en su vestuario sus propios ejecutores. Con Pezzolano no tuvieron tanta impaciencia. De hecho, aquellos barros cincelaron estos lodos. El club parece una película de Manuel Summers. El problema es que aquí no hay cámara oculta y que la ficción no existe. Todo forma parte de una realidad tan áspera como dolorosa para el hincha, que el domingo no pudo ser más explícito con los gestores de la entidad castellana dejando Zorrilla como un solar.
¿A los destituidores quién los destituye? Está claro que no hay nadie al volante. La cúpula de la dirección deportiva debería aprovechar la salida de Cocca para presentar también su dimisión. Es lo que haría un profesional honesto que tiene la mochila llena de fracasos. No se ilusione. El grado de decadencia es tal, que cuando quieran cerrar la puerta por fuera, será tarde. Ahora la solución vuelve a ser Álvaro Rubio, que hizo de aperitivo de Cocca durante las semanas que tardaron Domingo Catoira, Bruno Mazziotti y compañía en decidir ese entrenador que llegaba para sacar al Pucela del pozo. El riojano abandona de nuevo el Promesas, con el que no gana desde el 21 de diciembre de 2024. Dos goles a favor desde entonces. Así, con lógica. La nueva apuesta de Domingo y Bruno no es más que un parapeto social para difuminar su incompetencia, pero no terminan de darse cuenta, ni siquiera viendo el estadio lleno de butacas vacías, de que la afición ha puesto pie a tierra y ya no se traga sus continúas faltas de respeto a la historia de un club con solera, al que están llenando los rincones de dinamita a punto de estallar.
El ridículo ante el Sevilla ha debido ser demasiado grave para Domingo y Bruno. Los que perpetraba Pezzolano siempre tenían su lectura positiva. No estamos capacitados para entender tal galimatías de decisiones absurdas que caen sobre el cogote del club como la gota de agua de la tortura china. ¿En qué ventanilla se protesta? En ninguna, no hay. El club vive ajeno a la realidad que le rodea. Ronaldo debería viajar a Valladolid para dar la cara y explicar, con un mínimo de decencia y transparencia, qué están haciendo con esa entidad que compró para dejar un legado en la ciudad y que va camino de convertirla en un erial. No hay nadie a los mandos. El hincha se tiene que conformar con las explicaciones de Jorge Santiago y los desvaríos de Domingo, que cada vez que intenta descifrar sus entuertos desnuda una de las falacias que utiliza para travestir decisiones equivocadas en maniobras con lógica.
No se relaje, aunque parezca que con Rubio concluye el chiste, seguro que Catoira y su troupe nos deleitan con algún sainete más. Es incomprensible que un hombre de fútbol como Ronaldo permita estos disparates. Bueno, si nos fijamos en la distancia, moral y física, que le separa del club, tal vez entendamos los desvaríos. Es su problema y su dinero, pero el corazón blanquivioleta sufre como nunca. Es otro de los gazapos groseros de la cúpula, se olvidaron de que el sentimiento, en el fútbol, es más importante que otros intangibles.
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