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Lo dejado sobre el césped del estadio españolista es la carta de presentación actual de nuestro equipo y su estamento técnico. Y a pesar del resultado, malo de por sí, y agravado por el resto de los habidos durante el fin de semana, lo cierto ... es que nos deja un resquicio para la esperanza. Algo necesario, por otra parte, porque a través de él se ven cosas interesantes para el intento de una hipotética salvación deportiva in extremis, mientras el club busca una identidad perdida hace ya tiempo.
Existen a día de hoy dos hechos que, impregnando el ambiente de la ciudad, están todavía por resolver; el primero es que el club, estando en venta, oficialmente no está vendido, y el segundo es que el equipo, estando en descenso, todavía no ha descendido.
Un tercer elemento, no menor precisamente, puede acompañar este relato y es aquel que nos muestra como en plena campaña de rebajas invernales, los futbolistas que tenían que marcharse aún no lo han hecho en su totalidad y los que habrían de llegar están aún por aparecer; todo ello mientras en el horizonte se dibuja la marcha de los mejores para, alimentando rumores, añadir más pesimismo a la situación.
Todo esto que parece un conjunto de obviedades, al final viene a ser la tormenta perfecta en la que institución y equipo, máximo exponente del fútbol de nuestra ciudad y único de la Comunidad en la categoría, se encuentra inmerso. Y es en esta situación en la cual debe de moverse, y con éxito necesariamente, el entrenador recién llegado.
Cuando haya finalizado el tiempo de las contrataciones, analizaremos en profundidad este capítulo; ahora toca hablar de lo que hay y de lo que se nos viene encima, que no es poco.
Pues bien, a pesar de tanto nubarrón, lo cierto es que el equipo deja cosas ciertamente interesantes que se hace necesario separar de los fallos que condicionaron la última derrota.
En Cornellá, y como prueba práctica, se puso de manifiesto que fuimos superiores en juego al rival, y que éste nos adelantó en efectividad en ambas áreas. Es decir, que los blanquiazules defendieron con más acierto su portería, ayudados por nuestra falta de puntería final, al tiempo que eran más certeros en las escasas ocasiones de peligro generadas. Y ahí se sustentó el partido y el resultado.
Sin embargo, es necesario dejar claro que este Pucela, de la mano de su recién estrenado entrenador, ha enterrado el miedo y la cobardía de su juego, mientras deja en superficie su ánimo por hacer un juego coherente, ordenado y valiente. Ver como se desenvuelven ahora Kike Pérez y Marcos André, posiblemente los dos ejemplos más significativos, es situarse en las antípodas de lo conocido, y para bien, durante esta temporada.
Lesiones y sanciones dejan muy mermado al equipo frente al Real Madrid este sábado; algo que Cocca debe de aprovechar para que Iván Sánchez y Amallah sean de la partida; ello le va a proporcionar posesión y criterio en la parcela del campo donde se gesta el juego. Y junto a eso, comenzar a contar con la gente de abajo, porque básicamente no le queda más.
Es necesario empezar a pensar en los jugadores de la cantera como forma de identificarnos con la realidad mientras nos echamos en brazos de esa masa social que sigue y seguirá ahí hasta el final. Juraría que los aficionados volverán a llenar el sábado Zorrilla y lo harán para seguir animando a un equipo, el suyo y colista ¡que más da! en el cual todos necesitamos creer mientras esperamos el milagro.
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