Estadística o sistema, ¡esa es la cuestión!
«Es obvio que la estadística está en muchas ocasiones, la del Real Valladolid ahora mismo, reñida con el resultado y sobre todo con su interpretación»
Preocupados en grado sumo con la sequía goleadora de nuestro equipo, al tiempo que abrazados a las estadísticas, venimos intentando extraer del dato la solución ... al problema. Una situación que desespera a una afición que no acaba de entender que tanta posesión, tanto remate desde 'la caja' y tanta ocasión fallida -que no fallada- nos tengan al borde del K.O. técnico clasificatorio.
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Tanto la prensa escrita como la hablada, las redes sociales, los comentarios de bar o las tertulias específicas del ramo, vienen a poner el acento en el dato estadístico recogido por los miembros del cuadro técnico. En el dato y en la interpretación subsiguiente del mismo. Y aunque no seré yo quien niegue su valor, sí seré quien cuestione su interpretación porque como muy acertadamente explica Arturo Posada en estas mismas páginas, «si en el fútbol las estadísticas lo explicasen todo, el Real Valladolid estaría ahora mismo en la parte más alta de la clasificación».
Es obvio que la estadística está en muchas ocasiones, la nuestra ahora mismo, reñida con el resultado y sobre todo con su interpretación. Por poner un ejemplo sencillo de entender podemos manejar un dato sobre el alto porcentaje de recorrido de un jugador a lo largo de un partido y quedarnos sin saber si lo mucho que corrió era necesario o incluso contraproducente. Vamos, que a lo mejor cuando se quedó parado tenía que haber seguido y viceversa. Así pues, de la estadística lo realmente importante es su interpretación, y esa está sujeta a quien la valora… y el criterio que posee del juego como tal. Ahí pues, reside el verdadero meollo del asunto.
Algo que hoy día se valora mucho son los toques de pelota realizados en el área contraria como signo de presión atacante; algo que viene a resultar totalmente falaz puesto que en el área y a modo de remate un solo toque es lo ideal; faceta ésta que los grandes rematadores ejecutan de memoria ya que la reiteración anula la eficacia. Como muestra última, resaltar que Peter Federico solo precisó de un golpeo directo tras recibir la pelota del portero malacitano para convertir la ocasión en gol.
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Por ello decir que el Pucela frente al Málaga entró en contacto con la pelota en 35 ocasiones en la zona más cercana a la portería es declararse tan ineficaz como espeso en la faceta rematadora. Al final, y tras tanta disquisición, nuestro equipo resulta que tiró seis veces a puerta en los 90 minutos. Algo que frente a la Real Sociedad se quedó en tres. Y es que los tiros, si no van a puerta, no pasan de artificio frente a la realidad.
«Los tiros, si no van a puerta, no pasan de artificio frente a la realidad»
Una realidad que sí toma cuerpo cuando de hombres, puestos y sistemas se trata, ya que resultan tan reales como analizables. Y en ese análisis es objetivable y cuantificable que Amath, Lachuer y Peter Federico, siendo de la partida, vienen a ser sustituidos con la misma asiduidad con la que se cambiaba a Meseguer, por poner un ejemplo real. Algo que, como entonces, nos lleva a colegir que: o estaban mal alineados de inicio, según mi opinión, o bien el tiempo se lo dejó claro al cuerpo técnico cuando opta por retirarlos del campo en el momento más caliente. Idea que se refuerza viendo como los que entran en su lugar son los mismos que lo hicieron en el anterior partido.
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Ahora que se habla tanto del mercado invernal, y en tanto se abre, sería bueno darle una nueva vuelta de tuerca a posiciones y mecanismos de juego para entrenarlos y llevarlos lo antes posible a la práctica. ¿Hay que buscar nuevos rematadores, o hay que situar bien a los que tenemos? ¿Hay que traer un cabeceador o colocar dos extremos lógicos para que les centren en condiciones a los que tenemos? No creo que un zurdo en la diestra o un diestro en la izquierda gocen de su mejor perfil a la hora de centrar o rematar de primera un balón franco en el área.
Y como tan importante es marcar como no encajar, no alcanzo bien a comprender el por qué de dejar la línea defensiva en tres cuartos de campo -¡mientras se hace presión alta!- en lugar de sacarlos a la divisoria. Muy posiblemente, por ahí se pueda entender la extraordinaria fragilidad defensiva frente al contraataque contrario, así como sus funestas consecuencias. Puro sistema, cero estadística.
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