El efecto Nadal
Desde la grada ·
«Me aferro al miedo a perder que tiene que tener el Almería después de tener en el frigo el espumoso de rueda la pasada semana en su partido contra el colista»Carlos pérez
Jueves, 26 de mayo 2022, 18:05
Ya sabemos lo que suele pasar cuando Nadal remonta un match-ball. Es como el toro que se crece en banderillas, que redobla el esfuerzo ante la adversidad y suele terminar ganando partidos. Eso ocurre por tres razones y no sé cuál de las dos pondera más. La primera es el ansia por ganar de su rival. Eso suele ocurrir cuando el que le ha puesto contra las cuerdas no es un tenista de los primeros del ranking y al que cuando va a ganar el partido se le encoge el brazo. La segunda y muy unida a la primera es el miedo a perder. Ver que has estado al borde de la machada y que de repente te cuesta tener que jugar otro juego u otro set hace que se haga el partido cuesta arriba. La tercera razón es el rival. Cuando tienes el carácter de Rafa Nadal es difícil derrotarlo. Como dice el lema de Silverstorm El Salvador «In contraria Ducet». Ante la adversidad, lucha.
Cuento esto como introducción a lo que nos viene el domingo. Por un lado tenemos que aferrarnos a lo larga que se le está haciendo la temporada a un Éibar que no ha conseguido ganar la mitad de los últimos diez partidos. Me aferro al miedo a perder que tiene que tener el Almería después de tener en el frigo el espumoso de rueda la pasada semana en su partido contra el colista. Y me tengo que aferrar al carácter del Real Valladolid para ganar ese partido que jugamos en casa contra el Huesca.
Pero estos análisis tengo claro que los tengo por ser el presidente de la cofradía del clavo ardiendo. Escribe el corazón mientras la cabeza me dice que es imposible y que estas cosas nunca nos pasan a nosotros.
Lo cierto es que si ganamos nuestro partido hay seis posibles resultados en los otros dos partidos. Y de esas seis posibilidades nos valen cuatro. Dos tercios. un 66% de posibilidades. Pero por ejemplo en una situación parecida estaba el San Pablo Burgos de Baloncesto en la última jornada. Si ganaba en casa tenía casi segura la salvación. Y perdió por veinte puntos. O el Granada la semana pasada. Todo pasa por cumplir nuestro objetivo.
Lo que más me gusta del Real Valladolid es que este año sí hemos sabido jugar esos partidos que se presentaban como una final. Desde aquel partido contra el Sporting de la primera vuelta hasta el día que ganamos en Éibar hace dos semanas. Somos más de fallar en otros partidos no tan señalados.
Así que vamos a centrarnos en lo que pasa en nuestro campo. Si se da bien lo celebraremos y si no, daremos la enhorabuena a Éibar y Almería. De la otra forma me temo que pasaremos una semana de llanto y crujir de dientes