El discurso
Libre directo ·
El autor recuerda el 'salto de calidad' anunciado desde el club y cuestiona la falta de confianza del técnico con las nuevas incorporacionesalberto cuesta
Valladolid
Miércoles, 23 de septiembre 2020, 09:57
Sin rodeos. El partido ante el Betis fue un desastre. Apenas se puede rescatar algo positivo y las sensaciones tras el encuentro no pueden ser ... peores. Ahora bien, pese al desenlace, el desarrollo del encuentro no difiere mucho de lo que solemos ver. n planteamiento previsible, aburrido y rácano que nos dejó a merced de un Betis que esta vez nos pasó por encima. Pero no es eso lo que más me preocupa en este momento.
Existen dos discuros claramente contrarios. Uno es el del club, que en palabras de Miguel Ángel Gómez y David Espinar ha comentado abiertamente que este año se pretendía dar un salto de calidad a la plantilla. Y otro muy diferente es el del entrenador, quien siempre ha rehuído ese tema diciendo que no quiere palabras sino actos, pese a que tiene muy claro el estilo de futbolista que quiere. Por eso, a la hora de la verdad, vuelve a confiar en los suyos. En los de siempre. En su gente de confianza. En su guardia pretoriana. En sus espartanos. Podría seguir así un buen rato, pero creo que la ironía es evidente.
En el mercado de mayor gasto de la historia del club seguimos viendo a los mismos jugadores de siempre. En este sentido hay dos casos muy esclarecedores. Los dos capitanes, Moyano y Míchel, han sido puestos en el mercado sin ningún tipo de disimulo por parte del club y, sin embargo, han sido titulares en los dos primeros partidos. Tampoco es ninguna sorpresa, era una apuesta segura. Por otra parte, las entrevistas y ruedas de prensa de cada protagonista son otro ejemplo de relatos desiguales. Al final, la sensación que se transmite es la de falta de entendimiento entre la dirección deportiva y el entrenador, y que en lugar de remar todos en la misma dirección se van poniendo trabas unos a otros.
No sé como acabará la temporada, pero desde luego no es este el mejor caldo de cultivo para lograr el éxito.
Tras un primer año complicado, como es lógico para un recién ascendido, y un segundo más cómodo de lo esperado, en este tercero se prometió algo diferente y no parece que vaya a suceder. No pasa nada, el entrenador manda, pero se acabó el discurso de las salvaciones milagrosas. Esta vez hay una cosa que tiene que quedar muy clara: No tenemos la plantilla que podemos tener, tenemos la plantilla que queremos tener.
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