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La secretaria provincial de Satse en Palencia, Sonia Pascual. Manuel Brágimo
Sonia Pascual: «Se necesitan líderes que convenzan a los sanitarios de que merece la pena»

Sonia Pascual: «Se necesitan líderes que convenzan a los sanitarios de que merece la pena»

La secretaria de Satse Palencia anima a la gerencia a 'tentar' al personal con contratos más largos y a no descuidar a plantillas ya agotadas

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Lunes, 9 de noviembre 2020, 11:29

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Sonia Pascual Ortega lleva cerca de dos años como secretaria provincial de Satse en Palencia. Anteriormente, esta enfermera especializada en anestesia y reanimación trabajó liberada como delegada sindical desde 2011, en el hospital Río Carrión. La labor del sindicato que ahora coordina se centra en enfermeras, enfermeros y fisioterapeutas,y ella recuerda que la segunda ola del covid está forzando las plantillas existentes. Ante ello, advierte: «Cuando cualquier recurso escasea, sólo tienes dos opciones: primero, buscar hasta debajo de las piedras y ser competitivo; y segundo, cuidar lo que tienes para que dure».

–2020 fue declarado el año internacional de las enfermeras y de las matronas y lo comenzaron reivindicando que se subieran las ratios en Palencia. Los números, ¿han cambiado a mejor o a peor?

–Ahora mismo la mayor celebración del año de la Enfermería es que no haya paro enfermero. Están trabajando más enfermeras que a principios de año, cuando reclamábamos ese aumento de personal, pero el problema reside en que las plantillas siguen siendo las mismas a nivel estructural. Una vez que termine la situación que ha generado la pandemia, si no hay una norma, una ley o se vuelve a revisar el personal necesario, volveríamos al estado anterior. Todo lo que se ha contratado por encima de lo habitual se ha asumido porque la administración considera que es necesario para la situación actual, y por tanto, es coyuntural.

–Aunque sea una huelga de médicos, la movilización frente al Real Decreto 29/2020 afecta a todo el espectro sanitario. ¿En qué se traduce en el campo de la Enfermería y qué postura tienen desde Satse?

–No estamos de acuerdo con que mediante un decreto puedan asignarse responsabilidades, funciones o tareas indiscriminadamente y sin que haya un marco legal. Hablamos de profesionales sanitarios universitarios y formados, muchos de ellos con especialidad. Para la población y para los gestores, igual no están muy claras las funciones que puede desarrollar un profesional de enfermería, pero nosotras lo tenemos muy claro. Las instituciones demuestran que no lo acaban de entender cuando no sacan las instrucciones o los decretos que protegerían a los profesionales en el desarrollo de esas funciones, pero capacitación formativa y personal tenemos. No queremos robarle el campo a nadie, pero tampoco queremos ceder el nuestro, necesitaríamos que nos arreglen algunas competencias legales, como la de la prescripción enfermera. No me parece el momento adecuado para esta huelga y creo que los médicos también lo entienden, porque los servicios mínimos han tenido que ser en muchos casos el cien por cien de los efectivos. Eso sí, siempre está bien convocarlo y que traspase la opinión pública porque en general los profesionales sanitarios de cualquier categoría no podemos quedarnos callados en estas situaciones en las que somos el recurso más necesario.

Estabilidad en los contratos

–Han hecho hincapié en los contratos precarios. ¿En qué nos aventajan otras comunidades autónomas?

–Para empezar, en la estabilidad de los contratos. En Castilla y León y en Palencia en particular se han hecho tradicionalmente contratos muy cortos, lo venimos denunciando desde hace tiempo. Muchos sanitarios tenían 10 o 12 contratos en un mismo mes, así que dentro de un mismo año es fácil imaginarse la de folios de vida laboral que han podido tener, con contratos de dos días. En este momento, no existe problema con esos contratos, porque no pueden permitir que te marches y eso propicia que la Gerencia Regional de Salud autorice a que se fidelicen contratos más largos. Al principio eran hasta el 31 de octubre de 2020, y luego muchos se han prolongado hasta el 31 de enero de 2021. El problema es que la Gerencia de Asistencia Sanitaria de Palencia tiene permiso para ampliarlos hasta el 31 de marzo y como debe de ser reciente, aún no lo ha hecho, pese a que en otras comunidades sí que hablan ya de marzo y la tardanza podría conseguir que trabajadores se marchen. Animo a la Dirección de Enfermería y al personal del Sacyl a que aprovechen esos permisos de fidelización y empiecen cuanto antes a tentar al personal.

En general, las bolsas en Castilla y León están obsoletas, desactualizadas y se tarda mucho en resolver los procesos, que luego acaban judicializados o con un montón de reclamaciones. Todos los profesionales saben que Castilla y León no es la comunidad de elección. La pandemia ha sacado a la luz todos estos defectos que tenía Castilla y León en cuanto al tratamiento de sus profesionales, las bolsas o las retribuciones. Estamos intentando convencer a la administración de que mejore situación laboral de los trabajadores para que sea más competitiva y los recursos humanos aún disponibles elijan Castilla y León para trabajar.

–¿Cómo impacta la saturación de recursos humanos en la calidad humana del servicio?

–Todo al final se junta. Hay menos profesionales, porque no se encuentra quien sustituya. Los enfermeros y enfermeras que tenemos ahora son los mismos que teníamos en marzo. Están más cansados, emocionalmente agotados y además no tienen la sensación de que les cuiden o les defiendan, ni de que la administración les apoye. Por eso se ve que trabajan con menos ilusión y con menos confianza, aunque puedo garantizar que siguen esforzándose al máximo por salvar a la población y atenderla con la mayor de las humanidades,a pesar de que la carga emocional pueda ocasionar que se note en el trato. Se suma que hay unos cuantos profesionales de baja, muchos de ellos por covid, pero también algunos porque después de la primera ola han llegado al límite y les ha pasado factura. Otros están trabajando en otras comunidades o han optado por otras ofertas. En cualquier caso, ahora mismo se trabaja con mayor presión que durante los primeros meses, los protocolos cambian casi semanalmente. Cada quince días puede llegar un cambio de procedimientos y eso llevaría tiempo, porque la falta de profesionales hace que los presentes tengan más tareas. Con la reorganización de efectivos muchos se ven sometidos a cambios de turno y de servicio constantes. Ahora no hay tiempo para adaptarse: el método de trabajo se resume en hacer, hacer y hacer hasta el final de la jornada o hasta que venga otro profesional que te dé el relevo y asuma tus pacientes.

–¿El pequeño 'desahogo' que ha supuesto el verano ha venido acompañado de algún tipo de mejora del sistema implementado desde la Junta?

–Entiendo que en estas circunstancias la administración intenta hacer las cosas lo mejor que puede, pero no se han puesto medidas suficientes, a mi juicio. No han gestionado bien la posibilidad de una segunda ola y ha vuelto a pillarles fuera de juego. No se ha cuidado lo verdaderamente importante. Creo que en cualquier situación se cuenta con unos recursos, que pueden ser materiales o humanos. Los materiales han primado y sí que parece que se han preocupado de que haya cada vez más camas o respiradores, y que sean de última generación. Pero se les olvida que el recurso más valioso son las personas. Si no hay personas, no existen profesionales que atiendan esas camas ni esos respiradores, ni nadie que ponga tratamientos ni pueda aplicar esos recursos materiales. No se ha cuidado a los profesionales como se debiera: al principio todos los sanitarios trabajaron resignados a lo que había pero al cien por cien, con entusiasmo y codo con codo, pero hoy los gestores y los administradores siguen sin ser más que gestores, y se necesitan líderes, personas que convenzan a los profesionales de que merece la pena seguir trabajando y de que el objetivo es común. Hace falta que les insuflen ilusión y fuerza como en la primera ola.

–La atención a pacientes con covid, ¿qué labores y qué retos puede requerir de una enfermera que no planteen otras enfermedades?

–La carga emocional y asistencial de esta enfermedad, que es muy importante. Se trata de pacientes que están solos y a los que se les reduce al máximo las intervenciones para no poner en riesgo al profesional, y quizás este siente que necesitaría más atención personal de la que puede darle. El paciente necesita que le acompañen, en definitiva, y los protocolos no lo permiten y el tiempo tampoco. Otro aspecto complicado es la equipación, porque para tratar a pacientes con covid tienen que estar todo el día con un traje que agobia, que impide moverse con normalidad y que hace sudar al que lo lleva durante toda la jornada de trabajo. Cometer un error durante el procedimiento para quitárselo, podría costarle contraer la enfermedad y pasársela no sólo a sus compañeros de trabajo, sino a su familia. Luego ya depende del estadio de la enfermedad en el que se encuentre el paciente, en las zonas de hospitalización el trabajo es diferente al que se realiza en UVI. En este último caso, uno de los tratamientos a los que responden los pacientes cuando se encuentran en situaciones límite, como que caiga la saturación y parezca que van a morir asfixiados, es el que implica darles la vuelta. Ese tipo de procedimientos sobre un paciente intubado, con sueros, sondas y aparataje, requiere una precisión y una dedicación extremas. Son jornadas agotadoras.

–Desde Satse demandan desde hace tiempo una Ley de Seguridad del Paciente. ¿En qué punto se encuentra y qué incluiría un mecanismo de esas características?

–El día 13 de octubre se trató en el Congreso y el presidente del Sindicato de Enfermería, Manuel Cascos, lo defendió. En principio tuvo mucha aceptación y está pendiente de que decidan si se elabora una ley con el proyecto que presentamos. ¿Qué ventajas tendría esto? Pues que no podrían admitirse plantillas por debajo de lo estipulado como seguro. Toda esta ley y la campaña que estamos haciendo está basada en trabajos de investigación que evidencian que un número mayor de pacientes por enfermera aumenta la mortalidad y la morbilidad de los mismos. Cuantos más pacientes asignas a una enfermera, mayores riesgos corren, porque el profesional no va a tener tiempo para darle todos los cuidados que podría, de modo que ese tiempo implica calidad y excelencia. Si me promulgara esa ley nos equipararíamos a muchos otros países europeos en los que las plantillas están más ajustadas a los pacientes.

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