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Antonino Fernández, delante del cerrado bar El Cordón. Adolfo Fernández

«Si te mueves y de verdad quieres trabajar, encuentras trabajo, a mí no se me caen los anillos»

Antonino Fernández 'Toni' ha decidido no reabrir el bar El Cordón, un clásico de la zona del Seminario, y aguanta con trabajos temporales a la espera de que llegue la oportunidad de un empleo estable

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Domingo, 24 de enero 2021, 08:27

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Era un bar pequeño, de los de barrio de toda la vida, o una cafetería mañanera. Desde luego no era el típico discobar pensado para la movida nocturna. Pero aun así, El Cordón se convirtió durante años en uno de los clásicos de la noche palentina, un habitual para los que salían de copas, que además, por las mañanas, servía el café y el vermú. La crisis de 2008 acabó prácticamente con todo eso y El Cordón tuvo que reinventarse. «Probamos con el picoteo, las cazuelitas, los menús en fin de semana, las cenas y la verdad es que durante unos años funcionó bastante bien, pero últimamente, otra vez estábamos de capa caída. Muchos clientes habituales han dejado ya de salir y nos faltaba mucha gente de la de siempre y eso se nota. Íbamos tirando, pero yo, por ejemplo, tenía otros trabajos temporales, porque había que complementar los ingresos. Ahora ha llegado todo esto de la covid, el cierre obligatorio, nosotros sin terraza... Se acabó», explica Antonio Fernández, 'Toni', que ha decidido cerrar definitivamente el bar El Cordón, que abriera su padre en 1987 y que desde 2005 ha gestionado él, en su última etapa junto a Sol, su expareja y madre de su hija.

«Cuando tuvimos que cerrar en marzo por lo del confinamiento, estuvimos hablando de qué podría pasar después, y al ver que solo íbamos a poder abrir a medio gas, con cuatro o cinco mesas que tenemos, sin terraza, que íbamos a tener que trabajar cuatro personas, pues nos dimos cuenta de que no nos interesaba seguir. El gasto diario que íbamos a tener no iba a ser rentable, y para qué seguir agrandando una deuda. Cortamos para que no fuese a más y hasta aquí hemos llegado», explica Toni, quien recalca además que él no reabrirá El Cordón aunque la pandemia se supere por completo y se vuelva a la situación anterior. «Yo personalmente no voy a seguir. El local es de mi padre y él sabrá qué hacer en su momento, pero yo no vuelvo a la hostelería, son muchos años y es muy sacrificado. Yo llevo todos estos últimos años compaginándolo con otros trabajos y ha sido muy duro. Incluso estuvo dos años por la noche en la Gullón y después también me venía al bar a hacer un turno», señala, mientras explica que «esta nueva crisis ha sido el remate. La del 2008 fue dura y nos dejó tocados, pero pudimos seguir, pero esto es diferente, porque nos va a cambiar mucho las cosas para siempre. Además, si vuelve a pasar algo de esto, como siempre la hostelería va a ser la que lo pague primero. Es injusto, no lo entiendo, porque, en general, las cosas se han estado haciendo bien y no ha habido casi contagios», señala.

Toni, con 55 años, a punto de alcanzar ya los 56, se muestra, a pesar de todo, optimista, porque tal y como él mismo indica «si de verdad tienes ganas de trabajar y te mueves, encuentras trabajo. Hombre, no es lo mismo trabajar por 800 euros que por 1.500, pero algo siempre encuentras. Yo siempre he sido de trabajar, desde muy joven, que empecé en el 81 y no he parado, y nunca se me han caído los anillos por hacer un trabajo», señala, mientras recuerda haber estado empleado en fábricas como Siro, Gullón, Palpan o Viveros Merimar, además de haber sido distribuidor de bebidas, repartidor de semillas, y, por supuesto, hostelero, compaginando normalmente esta profesión con el resto de los trabajos temporales.

En estos momentos, Toni tiene un empleo temporal en la fábrica Raesa, que elabora perfiles de aluminio y tubos de riego y su esperanza es encontrar un puesto algo más estable en alguno de las empresas del polígono industrial de la ciudad. «De momento no puedo quejar, porque el trabajo que tengo no es malo, pero es temporal. Yo me siento en plena forma y tengo ganas de trabajar, hombre no estoy como con veinte años, pero desde luego estoy mucho mejor que muchos de los jóvenes que están llegando a las fábricas, que parece que no tienen ganas ni de aprender. Yo confío en que pronto pueda encontrar un trabajo más estable, porque se puede, aunque hay que moverse», apunta.

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