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Llegada de los niños saharauis a Palencia, en julio del año pasado. A. QUINTERO

El coronavirus impide a cerca de cuarenta niños saharauis pasar el verano en Palencia

Los menores tendrían que estar ya disfrutando de las vacaciones con su familia española, a través de las dos asociaciones locales

Domingo, 12 de julio 2020, 10:03

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Sin la bici, el chapuzón en la piscina o la propinilla. Y sin su familia española, palentina en este caso. La crisis sanitaria derivada de la covid-19 ha pausado muchos planes, muchas alegrías y risas, entre ellas la de los niños saharauis, que este año no podrán pasar sus dos meses de vacaciones en Palencia. En un año normal, uno sin mascarillas ni hidrogeles en todos los bolsos, ya estarían aquí, disfrutando de placeres muy normales para nosotros, pero impensables para ellos. Habrían aterrizado en Valladolid, con un avión procedente de Argelia y justo después llegarían a destino, a Palencia, donde su familia de aquí –para muchos la misma que lleva varios años– les estaría esperando para pasar el verano de sus vidas. «Estábamos muy preocupados por la situación que se vivía en España con el coronarivus y que no podíamos garantizar que los niños no se contagiasen», señala Jesús Merino, presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Palencia. Un total de 25 niños contaban los días para llegar a la ciudad del Carrión. Ocho de ellos iban a residir en la capital palentina, mientras que el resto lo iba a hacer en la provincia. «Alguna familia estaba decepcionada, pero es que este año no podíamos garantizar su seguridad», agrega.

Esta asociación lleva desde 1997 y es la primera vez en 23 años que no van a poder traer a los menores dentro del Programa de Vacaciones en Paz. En esta ocasión, iba a traer a Palencia tres niños más que el año anterior. «Para el siguiente, intentaremos traer cinco niños más», añade con convencimiento.

«Sería impensable que ellos puedan venir y que se lleven cualquier cosa de aquí por casualidad. Allí están confinados, están cerrados todos, no entra ni sale nadie. En los campos de refugiados no hay casos, que sepamos hasta ahora», afirma, por su parte, Anna Cristina Aparicio, presidenta de la Asociación Palentina con el Pueblo Saharaui. «Teníamos ocho niños repetidores y cinco familias nuevas. Es imposible tramitar esto con todo el dolor de nuestro corazón y sabemos que para algunos niños, por edad, este era su último año. Y es que, en principio, ya no contamos con estos niños para el verano que viene», agrega. Los menores que vienen a disfrutar del verano en Palencia no suelen pasar de los doce o, a lo sumo, trece años.

El contacto con los niños de allí es constante. «Las familias dicen que qué pena y se acuerdan mucho. Nosotros seguimos en contacto con ellos y ellos ven las noticias y están preocupados por todo lo que estaba pasando aquí», explica Aparicio.

Tras la cancelación de Vacaciones en Paz, nadie sabe qué va a pasar con el programa Madrasa –que significa colegio en su idioma–. Este consiste en que los niños residen con sus familias españolas durante el curso escolar y regresan a los campos de concentración en el sur de Argelia durante los meses de verano, justo al contrario que Vacaciones en Paz.

Comprar por Internet para que llegue a los campamentos

«Yo hice la compra para mi familia un día y lo recibieron al día siguiente y te mandan fotos, para que veas que todo ha llegado bien», afirma Anna Cristina Aparicio, presidenta de la Asociación Palentina con el Pueblo Saharaui. A través de Butigon, tú llenas un carro virtual -lo pagas- y en 24 horas lo tienen allí. «Ellos compran directamente los productos en Argelia, puede ser carne, pescado, verduras, comida no perecedera y hasta algún electrodoméstico pequeño», explica.

El mayor miedo, el gran motivo por el que no han venido este año, es el posible contagio y la falta de medios que tendrían allí para luchar contra este virus invisible pero terriblemente dañino. «Allí no tienen mascarillas, ni guantes, ni nada de nada. Ni siquiera tienen un paracetamol que llevarse a la boca», argumenta Aparicio. Por eso, están pendientes y a la espera, porque si pasase algo, tratarían de mandarles el material necesario lo más rápido posible.

«Aunque este año no vengan los niños, tenemos que agradecer a las empresas, las instituciones y las familias cómo se vuelcan siempre con los niños», concluye Aparicio. «Nuestro miedo es que haya covid en los campamentos. La cercana Argelia tiene ya algún caso de covid, Tinduf, a 20 kilómetros, también, pero los campamentos aún no», señala Merino con esperanza.

Fútbol, baloncesto y manualidades en los campos de refugiados

No poder traer a los niños aquí no significaba privarles de las actividades que en España, en Palencia, se llevan a cabo con asiduidad. Por eso, desde el momento que se supo que este año no podían venir los menores por la covid-19, se ideó un plan para llevarles hasta los campos de concentración parte del ocio que aquí se iban a encontrar.

«Lo novedoso de este año es que el Ministerio de Juventud planteó hacer un plan alternativo de actividades culturales y deportivas, y nos hicieron un presupuesto de lo que se podría necesitar. Entre las comunidades de España y las asociaciones juntamos algo de dinero y se lo enviamos para que comprasen el material», afirma Jesús Merino, presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Palencia. Con esta iniciativa, pensando siempre en el bienestar de los menores, cada día entre quince y veinte saharauis acuden a los campos de refugiados para llevar cabo estas actividades y hacer disfrutar a los 200 o 300 niños que forman parte de ellas.

«Hacen pruebas de baloncesto, balonmano, fútbol, talleres de creatividad o de manualidades. Se trata de que hagan distintas cosas de las que suelen hacer allí porque su programa de enseñanza es muy tradicional», agrega.

En esta iniciativa para los jóvenes han participado cerca de 200 asociaciones de toda España, que, aparte de reunir el dinero necesario para comprar todos los materiales han mandado ideas y sugerencias para que estas actividades sean lo más interesantes posibles. «Y me consta que alguna comunidad como Baleares o Canarias ha enviado a algún monitor experto en naturaleza para que enseñe a los de allí», concluye.

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