El Canal de Castilla: de vía de comunicación a reclamo turístico en un siglo de propiedad estatal
El transporte de mercancías fue el principal uso del Canal de Castilla, que cumple cien años de titularidad nacional
Jesús García-Prieto
Domingo, 20 de octubre 2019, 09:05
Quien más, quien menos ha navegado, nadado o apreciado las sinuosas aguas del Canal de Castilla en sus más de 200 kilómetros de recorrido. El ... próximo mes de diciembre, el canal conmemorará los cien años desde que su gestión fuese asumida por el Estado. El Canal de Castilla es uno de los proyectos más relevantes de ingeniería civil de la España Ilustrada, el objetivo principal de su construcción fue servir como vía fluvial de comunicación y transporte que solucionase el problema de aislamiento al que estaba sometida la meseta castellana y leonesa, debido a una orografía complicada y una deficiente y mal conservada red viaria, que dificultaba y hacía casi imposible el transporte de los excedentes agrarios de la región, cereales en su mayoría.
Aunque habían existido antecedentes de proyectos similares en los siglos XVI y XVII, no sería hasta mediados del siglo XVIII, cuando Fernando VI y su ministro más influyente, el Marqués de la Ensenada, empezaron a pensar en un ambicioso plan para desarrollar la economía de España, iniciativa en la que tendrían gran importancia las obras públicas relacionadas con la comunicación.
El rey Fernando VII, después de una visita a las instalaciones, dicta en 1828 una Real Orden para que el proyecto fuese ejecutado por una empresa privada. De esta forma, en 1831 el Estado concede a la 'Compañía del Canal de Castilla' la explotación del canal durante 80 años. Una vez privatizada su construcción, en 1835 se finaliza el ramal del sur con la llegada de las aguas al río Pisuerga a Valladolid, y en 1849 se ve finalizado el ramal de Campos bajo el reinado de Isabel II.
Araceli González es la presidenta de la Asociación Adeco-Canal de Castilla. Una agrupación sin ánimo de lucro para el desarrollo de las comarcas circundantes al canal. «En la asociación tienen cabida particulares, asociaciones y ayuntamientos de los municipios por donde circulan las aguas del canal», señala González que lleva realizando esta labor de manera desinteresada desde el año 1994, en el que se fundó la asociación. «Comenzamos con pequeñas iniciativas como acondicionar parte de los caminos de Sirga, hacer el Centro de Interpretación de Herrera de Pisuerga o acondicionar la dársena de Alar del Rey», explica la presidenta de la asociación en un discurso en el que recalca que esos proyectos modestos dieron pie a que otras instituciones y organizaciones comenzasen a invertir en canal.
El Canal de Castilla ha tenido que reinventarse con el paso de los años. En primer lugar, se utilizó para el transporte de mercancías entre la meseta y la capital de España, pero con el surgimiento del ferrocarril con la línea férrea entre Valladolid y Alar del Rey en 1864, comenzó el declive de su utilización como medio de transporte. «El Canal de Castilla se ha ido adaptando a las necesidades según la demanda existente por parte de la población», destaca Araceli González, que asegura que esta infraestructura es una de las más camaleónicas de la comunidad. «El canal se utilizó también para la industria. Se aprovechaban los saltos de agua de las esclusas en el primer momento de la industrialización de Castilla y León. En aquella época existían unas 50 fábricas en torno al canal y eso generaba riqueza. Ahora mismo seguimos produciendo luz en Frómista, donde hay una pequeña central eléctrica», señala la presidenta de Adeco-Canal de Castilla.
El año 1959 fue uno de los momentos más delicados para el canal, ya que se prohibió la navegación a través de sus aguas. «Se quitan las compuertas para que nadie navegue y se adaptan las esclusas al regadío. Se construyen unos aliviaderos, una red de acequias secundarias para abastecer de agua a la población. El abastecimiento de agua era incompatible con la navegación de los últimos barcos», explica Araceli González.
«La infraestructura se ha ido adaptando a las necesidades, según la demanda existente por parte de la población»
Araceli González Presidenta de Adeco
«Frómista es el escaparate internacional que tiene el canal para promocionarse»
«Los trenes que van a Santander tienen que habilitar más vagones para bicis, es necesario para el turismo»
No será hasta comienzos del año 1990 cuando se empieza a hablar de retomar la navegación. «Después del Primer Congreso del Canal de Castilla se empezó a hablar de que tenía grandes posibilidades a nivel turístico y se empieza a pensar de qué forma se puede revitalizar y poner en valor esta gran obra de ingeniería civil», apunta.
A partir de ese momento, el canal queda dividido en etapas para su explotación turística y se piensa que la ruta se puede realizar en bicicleta o andando. «Transitar era imposible porque no estaban habilitados los 207 kilómetros de recorrido. Tuvimos que acondicionar todos los caminos y, con el paso del tiempo, la Confederación rehabilitó los caminos», explica Araceli González. A raíz de eso, comienzan a crearse una serie de infraestructuras a lo largo del canal, como el centro de interpretación o el Museo del Canal. Asimismo, se rehabilitan varios edificios y esclusas. «Previo a eso se había solicitado de nuevo el permiso de navegación que había estado prohibido casi 40 años. Existió anteriormente una experiencia con los programas Leader europeos, concretamente en la región de Aquitania (Francia), en la que se habían utilizado embarcaciones eléctricas y vimos que eran compatibles con los usos del canal. Así, en el año 1999, se traen unas barcas eléctricas con capacidad para nueve personas, aunque también tuvimos barcas a remo. Tras esta experiencia, las diputaciones de Valladolid, Palencia y Burgos deciden poner a navegar barcos de más calado», recuerda la presidenta de la asociación.
La sede de Adeco-Canal de Castilla se encuentra situada en Frómista. «Siempre he dicho que Frómista era el escaparate internacional que tenía el Canal de Castilla para promocionarse a nivel mundial», cuenta orgullosa Araceli. Y es que, Frómista es una de las localidades más visitadas en la provincia gracias al Camino de Santiago y otras bellezas que esconde en su interior, como la Iglesia de San Martín de Tours.
Los peregrinos se quedan asombrados a su paso por las proximidades del municipio palentino y mucho más aún, cuando contemplan al barco Juan de Homar surcar sus aguas durante algo más de 3 kilómetros. «Mucha gente de fuera, pero también de la zona, desconoce que se puedan hacer viajes con el barco y cuando deciden subir al barco descubren una experiencia distinta atravesando las aguas del canal», explica Jesús Santa María, patrón del barco que es aplaudido por los turistas después de cada ruta. Santa María lleva ya más de tres años al frente del Juan de Homar, una embarcación que cuenta con 36 plazas y que está teniendo muy buena aceptación entre los turistas y visitantes. Una estampa que cambia con la llegada del invierno y las bajas temperaturas. «A nuestros visitantes también les gusta venir cuando hace frío con los árboles desnudos y la niebla», concluye Jesús Santa María.
Pero el Juan de Homar no es el único barco que atraviesa las tranquilas aguas del canal. «En la actualidad hay cuatro barcos. Además, en Villaumbrales existen unas embarcaciones más pequeñas que se pueden alquilar por horas. Aunque el barco de Frómista es el único que sale de una esclusa de cuatro saltos, no hay nada igual en todo el recorrido» indica Araceli González, que aún cree que todavía hay margen de mejora para explotar turísticamente el Canal de Castilla. «Noto una gran necesidad de que Renfe se mentalice de la necesidad que hay de que los trenes que van vacíos a Santander habiliten más vagones para que puedan ir más bicicletas. Hoy en día están habilitados a tres o seis y es una pena. Esto no pasa en el resto de Europa y es fundamental para el desarrollo turístico del Canal de Castilla», concluye Araceli.
El Canal de Castilla sigue muy vivo pasados 170 años de su inauguración y 100 de su paso al control estatal, aunque con diferencias notables con aquel canal que hoy en día es recordado por las fotos antiguas y los libros de historia.
El canal puede regar una superficie superior a las 21.000 hectáreas
El Canal de Castilla no solo vive del turismo a su paso por localidades como Frómista. Uno de los principales usos de esta infraestructura hidráulica es el regadío y el abastecimiento. «El Canal de Castilla abastece a más de 300.000 personas, una gran parte de capitales de provincia como Palencia y Valladolid, pero además abastece a otras localidades como Medina de Rioseco, todas las poblaciones ribereñas a lo largo del canal, además de las que se han constituido como mancomunidades y que aún estando alejadas del canal también se surten de sus aguas», explica Miguel Ángel Rubio, actual jefe de servicio de la Confederación Hidrográfica del Duero.
La capacidad máxima que puede suministrar el canal a Valladolid es de más de 1.200 litros por segundo, mientras que en Palencia es de alrededor de 550 litros por segundo. «El otro uso fundamental es el regadío. El Canal de Castilla riega una superficie superior a las 21.000 hectáreas», señaló Rubio.
Este es el único canal que abastezca una superficie tan amplia en España. «Es cierto que el canal se puede considerar como una unidad o como un conjunto de unidades porque del Canal de Castilla salen otros canales que en sí ya podrían crear otra comunidad de regantes o una zona regable propia, como ocurre en Frómista, Osorno, los dos canales de Las Navas o el canal de Macías Picavea», señala Miguel Ángel Rubio.
El año 2019 ha sido especialmente malo para los regantes no solo del canal sino de toda la zona. «La sequía ha sido muy perjudicial, impactante y ha condicionado a los caudales suministrados, que se han tenido que reducir considerablemente», sentencia Rubio, que reconoce que lo ocurrido este año no ha sido tan grave como lo sucedido hace dos años. «2017 fue el año con menos agua embalsada destinada a riego. Tuvimos que llegar a poner turnos en las diferentes zonas para que pudiera regar todo el mundo y ni siquiera de esa manera pudimos llegar al final de campaña hidrológica. Acabamos la campaña a mediados de agosto para dejar un caudal mínimo en los embalses destinado al abastecimiento».
El uso para el riego y el abastecimiento comenzó en torno a 1950. «El número máximo de barcazas que navegaban por el canal rondaba las 350 a principios de siglo y luego fue disminuyendo. A principios de los años 60, su uso principal comenzó a ser el del regadío en detrimento de la navegación».
Muchas personas piensan que el baño en las aguas del canal está prohibido, pero no es así. «El Canal de Castilla es otro cauce más. Es de dominio público hidráulico y la ley de aguas, salvo prohibición expresa, facilita o posibilita bañarse, lavar y abrevar, pese a que hay lugares específicos donde las administraciones lo prohiben expresamente. Cualquier actividad que se hace en grupo, tanto el baño como cualquier otra como un paseo, una bicicletada o una excursión sí que necesitaría autorización porque puede afectar a la propia explotación del canal», indica Miguel Ángel Rubio.
En cuanto a los planes de futuro en el canal, actualmente se está elaborando un plan de actuación en torno a él con el objetivo principal de la modernización. «Lo que queremos es conseguir financiación tanto, del ministerio como de otras administraciones, para conseguir que más superficie esté modernizada. Actualmente, hay una comunidad de regantes que está totalmente modernizada. También hay agricultores que tienen un riego por aspersión. Lo que pretendemos es modernizarlo a gran escala y que parte de esos regantes se constituyan en comunidades con interlocutores con las diferentes organizaciones», explica el jefe de servicio de la CHD.
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