Miguel Ángel temía subir
El voluntario guardense que se despeñó por un precipicio en una prueba de montaña en Caín de Valdeón desconfiaba de las condiciones de la zona por la climatología
EL NORTE
Martes, 31 de mayo 2016, 11:30
Miguel Ángel Baños, el guardense de 41 años voluntario el pasado sábado de la organización de la prueba Desafío El Cainejo, una cita extrema de alta montaña en la que colaboraba aportando productos de su frutería en el avituallamiento y en la que falleció al despeñarse por un precipicio de unos 500 metros, temía subir a esa zona en la que perdió la vida. Desconfiaba de las condiciones por la climatología. Veía riesgo. Al parecer eso dijo su hija, según comentaban ayer familiares del hombre fallecido, que incidían en cómo la menor, que acompañaba a su padre en la prueba y que le esperaba abajo, notó receloso a su padre y que la pequeña no tenía ningún motivo para inventarse nada. En todo caso, fue una decisión propia de Miguel Ángel Baños, no instado a hacerlo por nadie.
Los familiares de Miguel Ángel Baños comentaron también que se encontraba en el último puesto de avituallamiento y que, tras el paso del último corredor, se dispuso a bajar hasta Caín, donde le esperaba su hija.
Fue en ese descenso, que según algunos de los participantes en la prueba «se realizaba por una zona muy complicada», cuando perdió el equilibrio y se despeñó, golpeándose mortalmente a los veinte metros de caída y avanzando después su cuerpo hasta quedar unos 500 metros abajo de dónde cayó.
Uno de los participantes en la cita deportiva de alta montaña incidió en que Miguel Ángel «eligió para el descenso una zona comprometida, con cuerdas, muy difícil. Si no tienes la formación adecuada, era realmente complicado pasar por allí».
El cuerpo de Miguel Ángel Baños fue incinerado al mediodía de ayer en la localidad de Guardo en la más estricta intimidad. El malogrado voluntario de la prueba Desafío Ultra El Cainejo era muy conocido en la comarca por pertenecer a la familia Baños, propietaria de una frutería en Guardo desde la que también se reparte a los pueblos de la Montaña, y era padre de tres hijos de 15, 13 y 11 años.