El vídeo de la espada láser
La audiocarta del director ·
«La ambición rubia, como llaman al premier británico, ha tenido que disculparse por celebrar fiestas con música y alcohol en la sede del Gobierno, mientras el resto del país sufría restricciones de movilidad»El vídeo se ha viralizado en las redes sociales inmediatamente, a pesar de mostrar una escena del año 2013. El primer ministro británico, Boris Johnson, ... del partido conservador, por aquel entonces alcalde de la capital del Reino Unido, baila en una discoteca como un orangután, con una lata que parece de cerveza en la mano derecha y ningún sentido del ritmo ni de la vergüenza. Lo hace con la política del partido laborista Jennette Arnold, que era presidenta de la Asamblea de Londres.
I didn't know it was a party... pic.twitter.com/kCd1TU217B
paul 💙 (@stimmo) January 13, 2022
Es como si Mariano Rajoy se hubiese descamisado para perrear con Susana Díaz o algo así... Imaginen la escena. Ella, la señora Arnold, maneja una reluciente espada láser de la guerra de las galaxias en su mano derecha –regalo del mismísimo George Lucas– y ambos, solos en mitad de la pista, se dejan llevar por la letra y los acordes de una canción mítica de Lionel Richie, 'All night long'. «Una vez que empieces, no puedes sentarte, ven y únete a la diversión, es un tiovivo. Todo el mundo espanta sus problemas bailando, ven, únete a nuestra fiesta, mira cómo tocamos. Oh sí, hoy vamos a hacer una fiesta, toda la noche», se le escucha al cantante de fondo y entre risotadas nerviosas de quien graba las imágenes con un móvil.
Ese breve fragmento sale ahora porque 'la ambición rubia', como llaman al premier británico, ha tenido que disculparse por celebrar fiestas con música y alcohol en la sede del Gobierno, en el número 10 de Downing Street, mientras el resto del país sufría restricciones de movilidad en mitad de la pandemia por coronavirus. El viernes lo hizo ante la reina Isabel II por otras dos fiestas de idénticas características que celebraron hasta treinta de sus empleados en las horas previas al funeral del príncipe consorte, Felipe de Edimurgo, el pasado 17 de abril.
El caso lo está investigando una alta funcionaria del Gabinete de Johnson y puede acabar con la dimisión o cese de este singular, despeinado y aparatoso líder fondón y descarado: un periodista formado en Oxford que ha publicado varios libros, se confiesa forofo de Winston Churchill, fue director del rotativo The Spectator y se apoyó en las arteras maniobras de un experto en manipulación digital de masas, Dominic Cummings, para defender y poner en marcha el brexit.
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El episodio es fascinante. A mí desde luego me mantuvo hipnotizado durante unos minutos. Sobre todo porque, nuevamente, vuelve a demostrarse que es la doble vara de medir, el doble rasero, mezclados con una actitud rutilante –nunca mejor dicho– y esa sensación que acaba experimentando todo aquel que permanece mucho tiempo vinculado al poder de que goza de impunidad lo que termina aplastando la carrera política de un gobernante.
En Reino Unido han podido morir miles de personas por la mala gestión de la pandemia que hizo Johnson, pero es un botellón en el jardín de la sede del ejecutivo, convertida por unas horas en una terraza en el paseo marítimo de Salou en pleno agosto, lo que desata la furia de la opinión pública. Incluso cuando el apoyo documental –un vídeo antiguo, de hace nueve años– nada tiene que ver con el asunto. Es aleccionador. Nuestra dirigencia debería tomar nota de que el ejemplo, la veracidad, el rigor, el trabajo bien hecho, la austeridad, la coherencia, la equidad o la transparencia son activos que hay que respetar constantemente. Si no, al menor despiste, puede uno encontrarse ante contradicciones fatales y definitivas, frente a errores de esos que la gente no perdona. Como bailar con una espada
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