Verdad de la buena
La audiocarta del director ·
«Por eso cuesta creer a un político cuando habla de 'la verdad'. Puestos a poner la verdad por delante, habría que aclarar ese profundo agujero por el que se precipita sin remedio la credibilidad de Ciudadanos»EL candidato de Ciudadanos a la presidencia en las elecciones autonómicas del 13 de febrero, el exvicepresidente de la Junta Francisco Igea, ha explicado que ... su propósito en la próxima campaña será hablar de la verdad y de la libertad. No sé cómo quedará la cosa, si los sondeos que prevén un resultado irrelevante para los naranjas acertarán o no. Es cierto que la verdad y la libertad están en el centro de los debates de mayor altura y más decisivos a los que se enfrentan las democracias occidentales. Pero en clave electoral me parece un jardín, un discurso difícil de conectarse con los intereses del votante. Un lío, vamos. ¿Quién va a reconocer que vive engañado? Más aún: ¿cómo me va a convencer de ello quien hasta hace cinco minutos estaba al lado precisamente de quien causaba, según su actual punto de vista, el supuesto engaño?
Las amenazas contra la necesaria ponderación de la verdad y los hechos, entre ellas las noticias falsas, y cómo esas y otras amenazas comprometen nuestras libertades, propician curiosas paradojas. Nuestros gobernantes impulsan políticas desde Europa para defenderse contra sus perniciosos efectos, pero, al mismo tiempo, se aferran desde las instituciones y partidos nacionales a la manipulación, al sectarismo, a la polarización extrema, al populismo, al ocultamiento, a las comparecencias públicas sin preguntas… Por eso cuesta creer a un político cuando habla de «la verdad». Puestos a poner la verdad por delante, habría que aclarar ese profundo agujero por el que se precipita sin remedio la credibilidad de Ciudadanos: que el mismo Igea que hoy reprocha al PP y a Mañueco que hayan adelantado elecciones para seguir siendo, según su versión de los hechos, un gobierno que miente y cosas peores tuvo en sus manos impedirlo. Y pudo impedir, de paso, que ahora los populares vayan a necesitar la ayuda de la ultraderecha para gobernar.
Primero, aunque difícil después de torcerle el brazo a la candidatura oficialista de Silvia Clemente, pudo impedirlo cuando el PP perdió las elecciones. Ya ha dicho Arrimadas que en 2019 se equivocaron al asociarse solo con el PP, pero decirlo no vale de nada porque siguen practicando la misma estrategia allí donde podrían cambiarla, en Andalucía y el Ayuntamiento de Madrid.
Segundo, pudo impedirlo en la moción de censura que presentó el PSOE. Sostuvieron a Mañueco y nadie se cree que para entonces Igea no supiera todo lo que hoy parece que sabe.
Y tercero, pudo impedirlo cuando, conscientes como lo era todo quisque de que el PP planeaba un adelanto electoral, no intentaron quebrar ese plan con una moción que hubiese puesto en serios aprietos al PSOE a la hora de apoyarla.
El problema de Igea, de hecho, es la verdad. Porque la verdad lo es porque es una y no varía. Y es difícil creer que era una hace dos meses –Mañueco es lo más de lo más– y hoy es otra –Mañueco es una bestia parda–.
El PP lo hace más sencillo y no se mete en esos fregados. Como juega en casa y es favorito, les dice a los votantes lo que quieren escuchar, facilito; se busca a Sánchez como enemigo (Tudanca no da la talla); se desentiende de la pandemia igual que hace el presidente del Gobierno –él sí que es un 'ayuser' de libro– para que nadie de los suyos tenga el cuajo de discutir su estrategia anti coronavirus… Y listo.
Valeri Legásov, científico soviético, se hizo famoso por su trabajo al frente del comité de investigación del accidente de Chernóbil del 26 de abril de 1986. Un magistral Jared Harris interpreta su personaje en una mini serie de televisión de 2019 que relata lo sucedido ese fatídico día en el que estalló el reactor cuatro de la central nuclear por errores debidos a la acumulación de mentiras oficiales. Legásov se expresa así, con una voz en off, al final de la serie. «Ser científico –se le escucha decir– es ser un ingenuo. Nos obsesionamos tanto en descubrir la verdad que olvidamos que muy pocos quieren que lo hagamos. Pero la verdad siempre está ahí. La veamos o no. La elijamos o no. A la verdad no le importa lo que necesitamos. Nos esperará eternamente». Por eso con ella no se ganan elecciones.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión