Soterramiento: ¿el fin del sueño?
«El debate no puede ni debe ser partidista y así lo habrían entendido los impulsores de una plataforma que tiene entre sus cabezas visibles a dos socialistas con un pasado significativo en el ámbito ciudadano y provincial»
Todo indica que últimamente se está reavivando el debate acerca del soterramiento del ferrocarril en Valladolid. A ello han contribuido varios factores: de un lado, ... la premura con que quiso evitarse cualquier reflexión sobre cuestión tan importante no ha impedido que, aún ahora, se sigan planteando alternativas; de otro, cerrándose en falso la discusión por parte del actual equipo rector del Ayuntamiento, no sólo se favorece que la oposición haga bandera de la postura contraria, sino que venga a enterrarse la misma proposición que los partidos hoy gobernantes mantuvieron durante años.
Y es que no da la impresión de que actuar como si se tratara de un tema ya superado haya resuelto el problema. Pues, sin duda, no faltan motivos para reclamar al Partido Popular que, en las décadas en las cuales gobernó el municipio, no fuera capaz de llevar adelante un proyecto que sus dirigentes siempre presentaron como el gran plan para el porvenir de la ciudad. Si paradójico es el cambio de opinión en el partido socialista no menos lo es que el PP renunciara a sus propios argumentos y no defendiera, luego, con la convicción o energía suficientes, el retomar aquel objetivo.
Pero el debate en torno al soterramiento no puede ni debe ser partidista y así lo habrían entendido los impulsores de una plataforma que precisamente tiene entre sus cabezas visibles a dos socialistas con un pasado significativo en el ámbito ciudadano y provincial, como lo son Vadillo y Lara. Este hecho y la rápida respuesta que la corriente empieza a obtener en el sector de ciudadanía más directamente afectado constituyen aspectos nada desdeñables que llevan a una dimensión nueva el asunto. No únicamente se promueven firmas a favor, sino que se celebran actos como el organizado hace una semana por la Asociación de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y de la Ingeniería Civil, con el propósito de analizar desde una perspectiva técnica la situación. El presidente de la misma ha declarado, tras ese evento, que el Ayuntamiento de Valladolid no debió descartar «tan rápidamente» la opción del soterramiento para vertebrar la ciudad y salvar la «herida» que suponen las vías del tren. A lo que podría añadirse que, en todo caso, tendría que haberse discutido ampliamente qué otra posibilidad hay para una expansión de la ciudad hacia el sur que, casi de modo inevitable, ha de producirse más pronto que tarde.
Porque la 'herida' o 'cincho' del ferrocarril obstaculiza la proyección y avance hacia Madrid que es, además de la capital y centro del país, el lugar donde trabajan o se ven forzados a trabajar y realizar sus negocios tantos vallisoletanos. De forma que otros expertos de los que debatieron en dicha ocasión opinan que el desbordamiento en esa área no habría de frenarse. Dado que la discrepancia económica entre la pretendida integración mediante pasarelas o túneles que el Ayuntamiento ha iniciado y la operación del soterramiento sería de 160 millones de euros, semejante importe no debería condicionar –según su parecer– la ejecución de una obra fundamental para Valladolid.
Desde ese punto de vista, la integración municipal constituiría una falsa integración y el 'relato progresista' que el Ayuntamiento quiere que prevalezca un equívoco progreso. La verdad es que, más allá de la explicación sobre una supuesta imposibilidad económica del soterramiento aducida por aquél, no quedaría más que una pretensión de 'compactar' la ciudad que, a la postre, podría resultar tan dudosa o más que la inaccesibilidad de esa financiación. Hace tiempo que las urbes con capacidad de desarrollo responden a un modelo de reordenación de la ciudad 'difusa' en 'compacta'; e intentar convertir Valladolid en una Amsterdam mesetaria –dejando media ciudad fuera–, o reducirla al Paseo Zorrilla y la Calle Santiago, no parece la opción más vanguardista.
Sean unas u otras las cuentas, Adif o el Ayuntamiento los responsables, mayor o menor el cansancio que la disputa sobre este proyecto llegaría a causar en la población, la pregunta persiste: ¿supondrá el fin del soterramiento el entierro del sueño de un futuro renovador para la ciudad?
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión