¿En qué manos estamos?
¿Cómo es posible que ella, que nunca ha trabajado en una empresa privada (dejémoslo así), y ellos, que pretenden la destrucción de España, pongan a costa de todos en peligro el diálogo social y la recuperación económica?
La penúltima patochada de quienes desgobiernan ha marcado (por ahora) el cenit en su despliegue de disparates. Me refiero al compromiso para la derogación inmediata ... de la reforma laboral de Rajoy establecido por la vicesecretaria general del PSOE y portavoz del grupo socialista en el Congreso de los Diputados, Adriana Lastra, con Bildu, a cambio de cinco abstenciones innecesarias.
Adriana Lastra no acabó los estudios de Antropología Social (lo de acabar se trata de un eufemismo) y carece de experiencia laboral, en tanto conviene recordar que según el resultado de las últimas elecciones Bildu apenas representa al 1,15 por ciento de los votantes. Así las cosas, ¿cómo es posible que ella, que nunca ha trabajado en una empresa privada (dejémoslo así), y ellos, que pretenden la destrucción de España, pongan a costa de todos en peligro el diálogo social y la recuperación económica? Tan esperpéntico ha sido el proceso que se habrían enterado por los periódicos los ministros que ostentan responsabilidades económicas y gozan de crédito profesional, condición que sería injurioso atribuir al titular de la causa y a su mano siniestra, adalides de la astracanada.
¿La culpa es del PP, que no votó conmigo?, ha argumentado el doctor Sánchez. Es como si a un ciudadano que, resistiéndose a un atraco, lograra salvar su cartera se le endosara la culpa de que su asaltante frustrado procediera dos calles más abajo contra una anciana. «Si usted se hubiera dejado robar…». ¿En qué manos estamos?
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