Manual de bulos o cómo el postfascismo se reinventa
«Allí estaban los dos, tan contentos de haberse conocido y vendiendo humo. Porque en lo que son expertos es en despedir a la gente de sus puestos de trabajo: uno se hizo famoso enseñando por televisión cómo hacerlo; y el otro lo practicó 'a lo bestia', al comprar la antigua Twitter»
Todos los pajaritos de los relojes de cuco de la ultraderecha salen a su hora a decir los mismos infundios y sandeces: cuestionan que Kamala ... Harris sea negra; y a Mbappé porque, siendo millonario -y además del Real Madrid-, llamara a frenar a los fascistas de Le Pen, que todavía andan reivindicando el régimen colaboracionista de Vichy; o se rasgan las vestiduras ante la sacrílega performance de una supuesta 'sagrada cena' en la inauguración de los Juegos Olímpicos parisinos, que -en realidad- representaba un banquete de dioses paganos (quienes sí que deberían haberse sentido algo molestos por las alusiones); o claman contra la transexualidad y los cambios en la identidad de género cuando se plantea la duda legal ante atletas intersexuales con una combinación cromosómica que no es la dominante entre hombres y mujeres u otras particularidades de la naturaleza…
Pero da igual. Los cuclillos de variado plumaje abren sus ventanas y montan gran algarabía: -¡Hasta aquí podríamos llegar! ¡Esta ideología woke del demonio! Cuanta mayor sea la ignorancia mejor se miente y más fácilmente se asumen las mentiras. No declina la fascinación por el fascismo y sus embustes. El gusto por la incitación a la violencia, ya sea contra presidentes democráticos de otra tendencia política, contra la burocracia europea o -especialmente- contra la inmigración; contra esos presuntos malhechores que estarían llegando a nuestros barrios -tras haber sido excarcelados por sus gobiernos-, desde todas las partes del planeta, para robar, violar y asesinar. No importa la dimensión de la falsedad difundida: todo vale para ganar el voto fácil que emerge como monstruo redivivo de las cenizas de fascismos pasados, agitando el miedo, el resentimiento y la indignación.
Mismas consignas. Mismas fake news. Todo eso estaba ya muy visto y hasta parecía que empezaba a aburrir a su público como espectáculo, pero el populismo también innova: lo hemos visto con Maduro, 'eligiéndose' a sí mismo contra toda garantía y transparencia democrática. Y, hace tan sólo unos días, Trump y Musk han renovado el show populista al alimón con una parodia de entrevista emitida por la red X. Nada distinto en lo que toca a contenidos, aunque -eso sí- ambos parecían competir como niños pequeños en ver quién decía el mayor despropósito. Esperpento friki donde el formato mundialista resultaba ser lo más significativo y casi lo único verdaderamente nuevo.
Trump y Musk hablaron en su caótico encuentro del lunes como lo que son: dos capos en el tablero mundial de un ajedrez despiadado. Dos jugadores de ventaja repartiéndose el mundo. Se odiaban hasta hace relativamente poco. Musk jubilaba a Trump por viejo y retrógrado; el otro ironizaba sobre los 'inventos' de aquél, con sus cohetes interplanetarios explotando y sus coches que no funcionarían (entre las más imperdonables fechorías de Musk está el haber usado el nombre de un genio como Tesla en vano). Pues bien, ahora se aman. Y es que les une algo esencial: el afán por conseguir poder y dinero -los cuales se retroalimentan-; así como una ambición desmedida y sin escrúpulos.
La pantomima de interviú nos regaló una magnífica y reveladora paradoja, ya que el evento organizado por uno de los reyes y amos de la tecnología empezó con 40 minutos de retraso y abundó en interferencias o fallos. Por lo demás, allí estaban los dos, tan contentos de haberse conocido y vendiendo humo. Porque en lo que son expertos es en despedir a la gente de sus puestos de trabajo: uno se hizo famoso enseñando por televisión cómo hacerlo; y el otro lo practicó 'a lo bestia', al comprar la antigua Twitter. ¡Qué curioso que Trump sea tan amigo ahora de uno de los principales responsables de la sociedad tecnificada y global que, hasta hace poco, tanto denostaba! Empresarios del descaro y especialistas en empobrecer a los demás mientras se enriquecen ellos, bromean cínicamente sobre la facilidad con que se librarían de los trabajadores reivindicativos. Pero esperemos que, en cuanto profetas, mensajeros o promotores de un modelo de mundo terrorífico y deshumanizado, se equivoquen al apostar por él.
Y su manual de bulos fracase.
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