La deriva de Vox y el ilusorio barco de la tradición
«No era la tradición, sino su cultura e identidad lo esencial. Igual ocurriría con el barco, hoy a la deriva, de Vox: que ya no es el mismo que inició el trayecto; porque la tradición que Buxadé invoca resulta tan irreal como la España que él y sus compañeros de viaje echan en falta»
Hay quienes se han sorprendido de que, en rueda de prensa, Jorge Buxadé -vicepresidente político de Vox- se dirigiera a los jóvenes católicos y ... los impulsara a «creer en una España y una Europa mejores», apelando a la «ley natural y la tradición» como factores que se encontrarían por encima de la democracia. Y no debe resultarnos tan raro. Quede para los juristas efectuar las precisiones convenientes acerca del iusnaturalismo desde la visión democrática del Derecho ante los riesgos de arbitrariedad.
Me centraré en un asunto que me concierne más en cuanto antropólogo, como es el de la construcción -e invención- de la tradición, y su vertiente de fe, que no de disciplina científica. Precisamente se van a cumplir 25 años de la publicación de Los guardianes de la tradición, un libro reeditado poco antes de la pandemia, donde me ocupaba de deconstruir, entre otros aspectos de lo tenido por «tradicional», su carácter de cosa en que se cree, más que se estudia, así como de sus preocupantes derivadas ideológicamente reaccionarias. No olvidemos que Buxadé se refería a «creer» y a «tradición» dentro de un mismo contexto de reivindicación ultranacionalista.
Y que lúcidos autores como Miguel de Unamuno o Pío Baroja, habían avisado mucho antes de tales peligros. El primero aludió -en su obra En torno al casticismo- a la intención oculta en ciertos defensores de la «personalidad nacional»: «Buscar la tradición en el pasado muerto -decía- es buscar la eternidad en el pasado, en la muerte, buscar la eternidad de la muerte». Y el segundo interpelaba a quienes pretendían buscar la tradición en viejos baúles, señalando cómo lo que, en realidad, querían encontrar era «el roquete del sacristán». Yo mismo confesaba, en el Prólogo a la edición mencionada, que el hecho de que el librito en cuestión mantuviera su vigencia no constituía un motivo de alegría: «Puede comprobarse que, si se desmontaban en mi texto las imposturas de un `populismo cultural latente´, ello se debía a la necesidad de advertir a amplios grupos de la sociedad acerca de sus equivocadas percepciones sobre la 'cultura' y lo 'popular', ya que -por debajo de los disfraces de esa tradición que algunos identificaban como algo 'progresista'- era el conservadurismo ideológico más recalcitrante lo que asomaba».
Pero, en dicho libro, desarrollé suficientemente este análisis y no procede, por tanto, repetirme. Sí quiero traer a colación una antigua parábola que asombra no haya sido más utilizada para revelar lo que un concepto como el de «tradición» tiene de engañoso e ilusorio. Hablo de lo que se conoce como 'paradoja de Teseo'; y que ha servido a numerosos sabios para debatir en torno a la continuidad o disrupción de la naturaleza de las cosas. Esta narración nos cuenta lo siguiente: Dicen que Teseo regresaba de Creta con otros helenos; y que la travesía hasta Atenas fue tan larga y accidentada que tuvieron que ir cambiando muchas de las piezas del navío, empezando por los remos… Al llegar a puerto, apenas quedaban elementos del barco original; y los atenienses continuaron reparando la nave durante años.
Así que mantuvieron la ilusión de que el verdadero barco de Teseo se encontraba, allí, en Atenas. Sin embargo, ya los filósofos antiguos empezaron a discutir a propósito de esta historia sobre la identidad de algo: si la nave seguía siendo la misma nave o, aunque lo pareciera, era otra distinta. Pero puede que aquéllos se equivocaran en la dirección de sus preguntas. ¿A nadie se le ocurrió señalar que no se trataba más que de una leyenda y que Teseo, supuesto primer rey de Atenas, no existió -probablemente- nunca? La auténtica interrogante que tenía que plantearse sería, pues, muy diferente: ¿Atenas habría sido Atenas sin el convencimiento por parte de los atenienses de que el auténtico barco de Teseo, hijo de Poseidón, aún persistía entre ellos? No era la tradición, sino su cultura e identidad lo esencial. Igual ocurriría con el barco, hoy a la deriva, de Vox: que ya no es el mismo que inició el trayecto; porque la tradición que Buxadé invoca resulta tan irreal como la España que él y sus compañeros de viaje echan en falta.
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