Conciliaciones varias
«Ahora nos dicen que los niños tienen que ir a cole poco a poco, para adaptarse de una forma progresiva»
Por fin llegó el ansiado colegio para muchos padres de nuestra comunidad. Atrás dejamos un verano intenso, caliente y quemado, que siempre sabe a poco ... y que cuanto más mayor te haces, más cortos te van pareciendo.
Les he contado muchas veces que yo desde mediados de agosto ya empezaba a ponerme triste pensando en que la vuelta al colegio estaba cada vez más cerca.
A mi hijo Dimas le encanta el colegio, y no solo eso, el tío va contento y feliz, algo incompresible para el común de los mortales, especialmente para su madre y para mí que lo miramos como un extraterrestre. Siempre le dije a mi querido Luis José Cillero, quien comienza una nueva etapa en la Escuela Alcazarén de Valladolid, tras 26 años de director en el Peñacorada de León, que Dimas era el mejor embajador del colegio, y al igual que en los institutos americanos, donde los Marines van a explicar su venturoso mundo a los jóvenes, mi hijo perfectamente podría abanderar tal empresa.
Mal acostumbrados a Dimas, le tocó el turno a Telmo, mi hijo pequeño, que ha dejado atrás una vida ociosa llena de caprichos para comenzar la de verdad en la escuela y lo que viene después.
El primer día todo fue bien, quizá por eso, porque era el primer día pero ya a partir del segundo todo fueron negativas, lloros y disgustos. Vamos, lo normal, se acabó la buena vida.
Ahora nos dicen que los niños tienen que ir a cole poco a poco, para adaptarse de una forma progresiva. Un día solo la presentación, y al siguiente la toma de contacto, un par horitas el tercer día y veremos el cuarto… Y así, hasta llegar a la jornada completa.
Yo siempre milité en colegios de mañana y tarde, y veía con cierta envidia a los chicos que sólo iban por la mañana. Recuerdo vagamente cuando aún no éramos padres y charlábamos despreocupados sobre que nuestros futuros hijos sólo fueran a clase por la mañana para poder disfrutar las tardes con ellos. Qué tontería la nuestra.
Una vez más la vida y la realidad nos dio un crochet directo y nos quitó ese romanticismo de un plumazo. T
Vivimos acelerados y tirando con mucha jeta de los abuelos. Pero es que ahí están los horarios de trabajo y las jornadas imposibles, y el recurso de los comedores y las extraescolares acaban siempre tocando el bolsillo.
Algunas asociaciones de padres han pedido que durante los meses de septiembre y junio las clases sigan siendo de mañana y tarde, y no sólo de mañana como en la mayoría de los centros.
Mucho se ha debatido y se sigue debatiendo sobre qué es mejor para nuestros pequeños. Los defensores de la jornada continua, entre ellos muchos profesores, sostienen que es mucho mejor para la conciliación familiar. Por el otro lado, los partidarios de la jornada partida, entre ellos muchos padres, defienden lo contrario.
¿Quién tiene la razón? No está claro, pero los estudios apuntan a la partida por varias motivos, como un mejor bienestar físico y mental, mejores hábitos alimenticios y menores de niveles de abandono escolar.
No voy a ser yo quien les diga quien tiene razón porque depende de cómo le suene la flauta a cada uno, porque cada uno tiene sus circunstancias.
Si las jornadas de trabajo de los padres son cada vez más largas y quieren acortar las de los niños ¿Cómo lo hacemos? Conciliación lo llaman.
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