La legislatura (casi) perdida
LA ESPITA ·
Cuando la pandemia lo ha puesto todo patas arriba, sonroja que el Gobierno de Castilla y León tenga la capacidad de iniciativa e impulso social al ralentíFotografía del ecuador político de la legislatura de Castilla y León en cuatro puntos. Primero, el ganador de las elecciones autonómicas de 2019, Luis Tudanca ... , secretario regional que no líder del PSOE, en modo 'virgencita que me quede como estoy', a la búsqueda de la renovación como cartel electoral que le garantice, como mínimo, otros 94.000 euros por año con cargo a los contribuyentes entre 2023 y 2027. Segundo, el Gobierno regional, formado por una coalición entre el PP y Ciudadanos, que tratan de dirigir un Alfonso Fernández Mañueco acosado por la dirección nacional de su partido, donde ni Pablo Casado ni Teodoro García Egea muestran signos de acercamiento, y un Francisco Igea que ve que se queda sin partido y empieza a llamar a la puerta del PP con el mismo método que el gran Gila descubrió a 'Jack el destripador', es decir, con indirectas: habría que hacer (sic) un gran acuerdo nacional entre PP y Ciudadanos... Mientras, ambos en la Junta de Castilla y León capean el temporal sanitario y económico como pueden y les dejan propios y ajenos. Tercero, una amalgama de partidos pequeños, alguno de los cuales se han descubierto esenciales para la gobernabilidad (léase Por Ávila). Y cuarto, una sociedad hastiada por la pandemia, con una estructura civil que muestra el motor gripado y síntomas evidentes de desconfianza en el impulso que pueda llegar de la clase política.
Si el problema de Mañueco solo fuesen Igea, Casado y Egea, al menos le quedarían momentos de cierta tranquilidad. Pero, no. Cuando resulta que la sociedad más necesita de liderazgos, sean estos institucionales, políticos, sociales o culturales (que también los hay de éstos, no se crean), los que pudieran venir desde el Ejecutivo de la comunidad autónoma brillan por su ausencia. Dejando a un lado el papel de Igea, el vicepresidente y consejero de todo lo de Ciudadanos, menos Cultura, porque no llega, papel que se ha mostrado ya más que mojado y, por tanto, con claros signos de inutilidad práctica, en las filas del PP sonroja que la capacidad de iniciativa dentro del Gobierno regional sea tan floja a estas alturas de la pandemia y de la legislatura.
A Mañueco deberían estar sus consejeros populares entregándole cada mañana en bandeja de plata iniciativas que impulsase la más que necesaria capacidad de empuje y estímulo que necesita la sociedad de Castilla y León y, muy en especial, los empresarios, que a fin de cuentas son los que crean empleo. Pero a este paso, los populares de la Junta van a acabar siendo conocidos como 'los desaparecidos'. Porque, ¿dónde está, por ejemplo, Carlos Fernández Carriedo, el consejero de Economía y Hacienda? Con la cantidad de artillería pesada que podrían haber lanzado contra los planes de Pedro Sánchez de aumentar los impuestos, vía supresión de la ayuda fiscal por tributación conjunta o el peaje en autovías y carreteras, el avance al ralentí de Carriedo y los suyos es incomprensible. Sonroja, por tanto, que no haya habido una defensa férrea, desde el Ejecutivo regional, de los contribuyentes y los transportistas de Castilla y León que hubiera respondido con datos irrefutables a un más que suicida plan sanchista con los impuestos. Tan suicida políticamente es ese plan, que la propia Moncloa ha tenido que empezar a replegar velas, algo a lo que tampoco está sabiendo responder políticamente un PP regional y una Junta más que atenazados por el futuro inmediato propio, es decir, por los planes de Casado y Egea contra Mañueco, que tienen en las próximas semanas su prueba de fuego en la batalla de Salamanca, donde los mandamases madrileños del PP quieren que Mañueco tenga su particular derrota de Villalar.
Más allá de cuatro notas de prensa, media docena de 'canutazos' y de un par de intervenciones de esas que tanto le gustan al consejero de todo lo de Ciudadanos en la Junta menos de Cultura, porque no llega, el impulso político de los de Mañueco cada día se parece más al que practica el secretario regional, que no líder, del PSOE. Tudanca, en su plan de 'virgencita que me quede como estoy' para repetir como cartel en 2023, se conforma con que le saque La1 en su desconexión territorial, y La7 en sus telediarios; eso de pulsar cada día el estado de ánimo de la población requiere tanto esfuerzo y trabajo que los tudanquistas, empezando por él, no parecen dispuestos a acometerlo.
En el ecuador de la legislatura autonómica, esta se encamina a terrenos en los que la sensación de que pueden ser cuatro años perdidos empieza a echar raíces. Basta con ver el panorama para los próximos dos años: que si Mañueco anticipa las elecciones, que si Tudanca le presenta otra moción de censura, que si Casado promueve una candidata alternativa a Mañueco...
¿Y el ciudadano y su salud? ¿Y la recuperación económica de la comunidad?
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