Suena la txalaparta
«La carcundia de arriba nos comía el alma»
Hubo muerte y sangre, y está en las hemerotecas. Gente callada. Tragedias silentes, quien miraba sin mirar. Gente entre visillos. ETA siempre mataba en días ... laborables, con llovizna del Cantábrico en el 'televisero', y un huérfano al que le contaban historias de angelitos cuando un coche de Interior lo llevaba, con la madre como una Piedad, a Huelva o a Murcia.
Eso es lo que deben saber los demócratas. Pero también que hubo una Navarra a la que le rompieron las cadenas, donde los mentados 'televiseros' no iban y donde la naturaleza dio a a algunos de sus habitantes una naturaleza que no merecían.
Agustín Pery, que anduvo el jueves en el Aula de Cultura de esta Casa, sabe del paño, y también que eso de la mala hostia va en la sangre conforme se cruza la muga. 'Txalaparta' se presentó el jueves, y yo recordé mis años de niño en un barrio de políticos. Los inhibidores. Era el sur, pero ETA iba a por todo lo español. Aunque, insisto, eso era lo que se contaba. Lo que no, eran las madres rotas, los niños queriendo ser hombres, y una cojonería abertzale que era española a fuer de española.
Y a su pesar. Se entiende el miedo, pero también los héroes. La adolescencia mal llevada por un cura que veía esa Unión Jack para daltónicos que era la ikurriña. Los chicos de las nueces no movieron el avispero sólo en Vizcaya. El paraíso del Baztán fue un valle de silencio. Ahora negocian, los de las nueces, el nogal patrio. Lean 'Txalaparta'. Escribo desde Lisboa con memoria histórica. La que dan los años y un país al que hemos dado la espalda porque la carcundia de arriba nos comía el alma.
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