Abascal se marca un 'Garcíagallardo'
LA ESPITA ·
Lo de Vox de romper con el PP en el ámbito nacional pero mantener los gobiernos autonómicos y municipales solo tiene una explicación: el poder por el poderCuantos menos días faltan para que termine este electoralísimo 2023, más crecen las extemporáneas decisiones de los partidos políticos. Bastaría con ver los esquilones que ... están dando los de Pedro Sánchez a cuenta de la amnistía al fugado de Waterloo, Carles Puigdemont; o la salida del Podemos de Pablo Iglesias (que es el que manda en ese partido; ¿o alguien se cree que la exministra Ione Belarra tiene margen de maniobra?) del Sumar de Yolanda Díaz para ver que en la izquierda muchas decisiones en marcha acabarán estudiándose en las carreras de Políticas dentro del capítulo 'Errores que nunca debería cometer un partido'. Pero hete aquí que los que en la derecha-derecha van de puros y de guardianes de las esencias patrióticas están esta semana (los de Castilla y León por encima de la media en todo, como casi siempre) sumidos en el despiste ideológico. No dan crédito a lo que ha hecho su jefe de filas, Santiago Abascal: rompe con el PP, pero sigue de la mano del PP.
Esta semana quedaron constituidas las comisiones parlamentarias en el Congreso y mientras que el PP ha conseguido varias presidencias, entre ellas las de Defensa y Economía, los de Vox se han quedado a verlas venir. Ni una presidencia desde la que hacer arengas. En el cabreo que les entró a los de Abascal, este, ni corto ni perezoso se lanzó a anunciar la ruptura de relaciones con el PP en el ámbito estatal. Y claro, en ese espíritu enardecido que les entra cuando les pisan el juanete, alguien preguntó que qué pasaba con los gobiernos autonómicos (seis en toda España, empezando por el de Castilla y León) y decenas de ayuntamientos, muchos en capitales de provincia, como sucede en Valladolid y Burgos. ¿Romperían también en ellos? ¡No hombre, no! ¿Entonces? Pues Abascal acaba de hacer un pan como unas tortas o, en modo diciembre 2023, se acaba de marcar un 'Garcíagallardo', técnica política que consiste en hacer como que hace, anunciar un imposible, quedarse con las vergüenzas (políticas, claro) al aire y luego ponerse digno para aparentar que es lo más. Vamos, un recorrido de 360 grados para volver al sitio en el que estaba.
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Es lo que lleva haciendo Vox desde que entró en la Junta de Castilla y León. Basta remontarse a los vergonzantes casos de cuando el 'vicenada' del Ejecutivo regional, Juan García-Gallardo Frings, propuso que las mujeres que estuviesen pensando en abortar fuesen obligadas antes, por el sistema público sanitario en la comunidad, a escuchar el latido del feto; o cuando se lanzaron a proponer vender carne animal aunque la res estuviese afectada por alguna enfermedad, que de lo que se trataba era de apoyar a los ganaderos.
El tiempo ha demostrado que marcarse en política un 'Garcíagallardo', como acaba de hacer Abascal con ese 'rompo con el PP, pero no rompo', lo único que hace es desprestigiar a quien lo practica y dar réditos políticos al compañero de gobierno. Si lo saben Alfonso Fernández Mañueco y los suyos, que dejan hacer al 'vicenada', a ¡Cazacomunistas Veganzones', y al consejero de Toros y Vaquillas, Gonzalo Santonja (¿Pero este hombre no era entendido en literatura y artes?). Cuanto más meten la pata estos tres (el consejero de Agricultura, Gerardo Dueñas, todavía consigue mantener el prestigio profesional y político, pese a estar en la cuota de Vox en la Junta), más votos contabilizan Mañueco y los suyos a favor del Partido Popular. Algo así como 'frente a las frivolidades de los de Vox, aquí estamos los del PP que somos gente seria y de gestión'. Claro que observando a algunos dirigentes de Vox, es fácil concluir que hay personajes salidos de guiones de Santiago Segura que parecen la quintaesencia de la seriedad.
Si a esto une Mañueco que los de enfrente, con el PSOE al frente, andan como pollo sin cabeza... Los socialistas no acaban de encontrar la fórmula para tragarse la amnistía a Puigdemont. Y si a eso se añade que están rodeados de divisiones y peleas entre sus socios nacionalistas y de izquierda-izquierda, en las sedes del PSOE en la comunidad lo que brilla por su ausencia es el optimismo. Y empieza a cundir el desánimo. Ojo a Valladolid, que entre las meteduras de pata que empiezan a definir al ministro 'Por que yo lo valgo' Óscar Puente, y que los que han quedado en el Ayuntamiento se temen que dentro de tres años y medio a ellos ni les miren para las listas, la oposición al medio alcalde-medio senador del PP Jesús Julio Carnero va a resentirse notablemente. Por cierto, en la reunión de despedida como concejal cuentan que Puente tenía un cabreo de los que hacen época por haber leído en El Norte a su delfín Pedro Herrero: «Que nadie espere que trate de ser un imitador de Puente». Que se ponga en lo peor Herrero; Puente no olvida y menos aún cuando no le regalan los oídos.
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