La frustrada conquista rusa de Ucrania
«Los parabienes de la Comisión Europea y la admisión de la candidatura de Ucrania para ser recibida como miembro de la Unión no se han hecho esperar»
Ni en los tiempos más negros del nazismo, la ambición y la farsa de Hitler llegaron a alcanzar el grado de codicia e intimidación que ... los líderes rusos, bajo la mirada fría y ceñuda de Vladímir Putin, propalan en sus declaraciones destinadas a preparar el camino de la conquista de Ucrania que Rusia inició con una «operación militar especial» convertida luego en escenario de mezquina destrucción y masacres obscenas. Para dar con el verdadero propósito del Kremlin en su sangrienta guerra de aniquilación, el ex primer ministro ruso Dmitri Medvédev, ahora vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia y naipe servil en manos de Putin, acaba de pronosticar que Ucrania dejará de existir antes de dos años y desaparecerá de los mapas.
Con la jactancia de quien sirve al zar en lo que pida, este desabrido individuo condenó al infierno de Dante, con un despectivo insulto de escasa imaginación, a los tres más poderosos mandatarios de la Unión Europea (Macron, Scholz y Draghi), despreciando su capacidad negociadora y colgando este cartel del insulto en las redes sociales: «Ellos son simplemente unos adeptos de las ranas, del embutido leberwust y de los espaguetis».
Medvedev se mofa de la visita de esos líderes europeos a Kiev y de su «grado cero de utilidad», pues solo han sido capaces de regalar al ejército ucraniano «obuses caducados y un arsenal de vodka gorilka». Dmitri Medvédev, portavoz en la sombra del Kremlin, quizás será otra vez el peón que Putin usará para conservar el poder cuando se le agote su plazo presidencial dentro de cuatro años.
Ni Joseph Goebbels en sus delirios de insultos y desprecios del adversario alcanzó esas mismas cotas de grosería verbal cuando el portavoz de Adolf Hitler aplicaba su regla primera de provocación: más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil. Sin embargo, el lenguaje despectivo de Medvedev y su discurso chulesco y desdeñoso no han logrado erosionar la estrategia negociadora de los tres líderes europeos en Kiev. Mientras el estruendo de las armas sigue tronando, la estrategia de la paz no se puede elaborar solo con símbolos.
Los jefes de Estado de Alemania y Francia y el primer ministro de Italia abogan por que se conceda «inmediatamente» a Ucrania el estatus de candidato a la entrada en la Unión Europea. Luego seguirán en Bruselas el debate y la necesaria reflexión sobre esa ampliación de la Unión Europea. Los ucranianos piden más ayuda militar para resistir al invasor y su objetivo inmediato es crear un horizonte político capaz de frenar las atrocidades de una guerra que estalló hace cuatro meses.
Los líderes europeos, acusados de tibieza y de ambigüedad por la opinión pública de sus países alimentada por un hastío bélico, llegaron a Kiev el pasado jueves abogando en favor de la mejor propuesta del presidente Volodímir Zelenski: conceder a Ucrania de inmediato, antes de una semana probablemente, el estatus de candidato a su ingreso en la UE. Aunque este estatus no implica ninguna disposición relacionada con la seguridad, ese compromiso allana el camino para un gran avance político que repercutirá necesariamente en el principal objetivo: parar la guerra. Es un esfuerzo político de los líderes europeos para frenar el conflicto sin perder la esperanza de una paz negociada, que contrasta con el notable recrudecimiento de la dictadura de Vladímir Putin.
La presencia en la capital ucraniana de los tres líderes europeos puso de manifiesto una convergencia de criterios que ha vencido el escepticismo del Gobierno alemán, cuyos silencios y dudas habían enfurecido con frecuencia al presidente Zelenski que calificó de «histórica» la visita de esos líderes a Kiev: «Ucrania está satisfecha porque ha sentido el apoyo de los más poderosos estados europeos». Quizás para celebrarlo y dar fe de su vocación europeísta, el presidente ucraniano acaba de ordenar una operación informática de votaciones para «desrusificar» los nombres de las calles de la capital, desde la dedicada a Moscú a la del escritor Antón Chéjov.
La euforia moderada de ese encuentro en Kiev al más alto nivel ha dado paso a algunos estrategas militares que prevén ya hipótesis posibles para iniciar una negociación de paz, aún prematura, posibilitando el final de la guerra en Ucrania. Toma cuerpo entre esos expertos la negociación de un llamado «escenario coreano»: cese de las operaciones militares en una línea de tregua e inicio de negociaciones que podrían durar mucho tiempo y que desembocarían en un conflicto de baja intensidad. También podría darse una situación similar a la coreana desde el punto de vista económico: por un lado, una zona rica de territorios en litigio y por otro, una zona con graves problemas económicos en el mapa ucraniano devastado por la guerra. La vaguedad de tales propuestas mengua sus posibilidades, pero servirían de escudo a Ucrania frente a la ambición ilimitada de Rusia.
Los parabienes de la Comisión Europea y la admisión de la candidatura de Ucrania para ser recibida como miembro de la Unión no se han hecho esperar. Su presidenta, Úrsula van der Leyen, considera que «Ucrania ha manifestado claramente su determinación de estar a la altura de los valores y estándares europeos» y demostrado su respeto al setenta por ciento de reglas y normas de la UE. La Unión se aleja así de su concepto original de ser solo un espacio de libre comercio para convertirse en una entidad geopolítica poderosa. Ese camino será largo, pero, en contra del pronóstico de algunos altos dirigentes rusos, Ucrania no desaparecerá de los mapas.
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