Editorial: Contener la alerta
Opinión ·
La UE, los gobiernos y los agentes económicos deben afrontar el coronavirus sin dejarse llevar por los peores pronósticosLa extensión del Corvid-19 a países distintos a China, dentro y fuera de Asia, parece incrementar la inquietud global. Así lo demuestran la movilización ... de las instituciones y el severo revés sufrido ayer por las bolsas europeas. Existe el riesgo de que los temores en el ámbito comercial e industrial sean muy superiores a las alertas establecidas o aconsejadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Unión Europea (UE) y las autoridades nacionales.
La reducción del ritmo de contagio del coronavirus en China no puede atenuar el impacto que suponen 2.600 personas fallecidas sobre 77.000 infectadas. El propio Xi Jinping ha dado a entender que las autoridades de Wuhan minusvaloraron el problema durante los primeros quince días de la epidemia. Cabe concluir que, por el contrario, han sido las medidas extremas de cuarentena para hasta 700 millones de ciudadanos las que han impedido su progresión. Se da por supuesto que los países de la UE cuentan con redes y protocolos sanitarios capaces de identificar a tiempo y contener el Corvid-19, aunque el desarrollo de la epidemia entre la Lombardía y el Véneto italianos, y las dificultades para hallar al paciente y para describir la cadena de la infección prevalezcan en el estado de opinión resultante sobre la presumible eficacia de las medidas de reclusión territorial aplicadas.
Desde un comienzo, los mensajes de tranquilidad de la OMS y otras autoridades han contrastado con las imágenes de ciudades desiertas, controles de paso estrictos y profesionales con trajes que se hicieron visibles con el ébola. Hasta la OMS se contradice en sus pronunciamientos porque se mueve entre la alerta y la alarma –ayer emplazó a prepararse para una «potencial pandemia»– en un mundo muy desigual sanitariamente. Las incógnitas sobre la naturaleza del Corvid-19, las características de su contagiosidad a través de personas asintomáticas y las condiciones que facilitan o dificultan la epidemia siguen manteniendo a los responsables públicos en una actitud de reserva. La sola constatación de que el obligado acceso al hospital de las personas con síntomas entraña especiales riesgos de contagio en las salas de espera y entre el personal sanitario genera temores imposibles de atajar mediante palabras. Pero los responsables de la UE, los gobiernos y los agentes económicos tienen la obligación de afrontar la adversidad del Corvid-19 sin dejarse llevar por los peores pronósticos.
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