Compañero del alma, compañero
Tras dos años de entereza frente al cáncer, Ricard Bellveser perdura, sobre la muerte, en su poesía, manantial de imágenes y fuego de emociones inextinguibles
Año terrible el recién despedido, y terrible hasta el final, porque la víspera de sus doce campanadas falleció Ricard Bellveser, poeta valenciano entrañablemente unido a ... estas tierras de Castilla y León, que supo sentir, ganador de los premios Jaime Gil de Biedma y Universidad de León, hombre de mano tendida y siempre dispuesto al entendimiento, empezando por el del valenciano y el español, lenguas que concilió en plenitud desde la vicepresidencia del Consell de Cultura.
'La casa familiar, el nido de los hombres', escribió Cernuda, y él acogió a ese lema 'Las cenizas del nido', el poemario estremecido que le valió en 2008 el Gil de Biedma de la Diputación de Segovia, el premio mayor de la poesía española actual, una elegía que le brotó de los hondones del alma al deshacer el hogar familiar, vaciando las habitaciones que «hospedaron nuestra niñez, adolescencia y juventud» y donde un día de desazón adivinó los primeros síntomas de la decrepitud de sus padres.
En su última gran aportación ha rescatado la correspondencia entre Max Aub, Victoriano Crémer y Eugenio de Nora, cartas que tendieron un puente de diálogo creativo entre el exilio interior y el mexicano, con el milagro de 'Espadaña' al fondo. Son las palabras de tres escritores hermanados por el sueño de la libertad y la pasión literaria en la inclemencia de la post-guerra, sueño y pasión que también fueron los suyos. Adiós, amigo. Tras dos años de entereza frente al cáncer, Ricard Bellveser perdura, sobre la muerte, en su poesía, manantial de imágenes y fuego de emociones inextinguibles.
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