Chantajes y asimetrías
Mohamed VI ha utilizado a sus pobres súbditos como armas arrojadizas, en un desprecio flagrante a sus derechos más elementales
El griego Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión Europea, afirmó en buen español y en defensa de las posiciones españolas en el conflicto con Marruecos ... que la Unión Europea es demasiado fuerte para que alguien consiga convertirla en víctima. Marruecos, una monarquía islamista moderada y por supuesto autoritaria –el Rey posee el Poder Ejecutivo–, es un bastión de estabilidad para EE UU y una barrera frente al islamismo radical, que asegura el acceso marítimo al Mediterráneo.
Pese a lo cual, la cabeza de puente de Washington en la zona está en Rota, también bastión del escudo antimisiles. Y Mohamed VI, valiéndose de esta privilegiada posición que le otorga cierta impunidad (alentada por Trump, que reconoció la marroquinidad del Sáhara pese a las resoluciones de la ONU), practica una política exterior dictatorial que recurre al chantaje mediante dos mecanismos: la permeabilidad o no a los flujos migratorios africanos hacia Europa y la cooperación o no con Occidente en la lucha antiterrorista.
Molesto con la atención prestada por España al líder del Polisario Brahim Ghali, Mohamed VI ha cometido la iniquidad no solo de abrir las espitas fronterizas a la emigración hacia España sino también de lanzar a millares de menores, indigentes y sin futuro, a territorio español para crear malestar, confusión y crisis. Es decir, ha utilizado a sus pobres súbditos como armas arrojadizas, en un desprecio flagrante a sus derechos más elementales. Así las cosas, Bruselas ya le ha explicado que las fronteras españolas son las de la UE, que el chantaje no es un arma diplomática y que la Unión es un gran mercado del que depende la supervivencia económica del régimen marroquí.
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