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El pensamiento, ya los sabemos, no delinque. Su expresión oral, eso sí, puede producir efectos imprevistos. Sobre todo cuando se ignora que alguien escucha. Si ... grave es quebrantar la disciplina de voto, no lo es menos evidenciar que aunque se vote lo mismo, precisamente por la naturaleza disuasoria de los reglamentos y códigos de los partidos, existen discrepancias relevantes, a veces insalvables, de la tropa sobre el diagnóstico cognitivo de los amados líderes que se recuestan sobre las siglas de una formación. Una, digamos la del PSOE en su delegación comercial en Castilla y León. Antes con Tudanca como jefe de recursos humanos. Ahora Martínez, de estética más cercana a La Trinca que a la de un ejecutivo de las ideas.
Una modalidad novedosa de performance parlamentaria, que mezcla elementos de La Voz y aquel programa de Eduardo Punset, Redes, y que abordaba, entre otros, aspectos relativos a la neurobiología. Un receso durante una sesión parlamentaria, un micrófono que alguien olvidó cerrar, una boca que alguien decidió abrir y…
Y cuatro procuradores del PSOE, Ana Sánchez, Diego Moreno (¿), José Luis Vázquez y Alicia Palomo repartiendo estopa contra la jerarquía. Y contra su infalibilidad. Martínez y Puente en la diana, y en el diagnóstico. Mononeuronales. El peonaje no tiene a sus encargados de obra como los más inteligentes de la clase. No sabemos de qué se extrañan. Si se dedican a la política y han decidido someterse a los rituales de exorcismo sanchista, pensar en mentes prodigiosas no parece lógico.
El asunto, que va a impedir que Sánchez y Moreno sigan deleitándose con comer a la carta en la Mesa de las Cortes, y les va a enviar, como mal menor, al bar de enfrente al menú del día –suculento, pese a todo– da a entender que los debates sobre el 'estado de' ofrecen más la realidad orgánica (e inorgánica) de los partidos que lidian en cada territorio que el verdadero pulso de la sociedad a la que dicen representar.
Estas agencias de colocación, también llamadas partidos, ubican, sin duda, diferentes criterios y pareceres. Y diversas capacidades cognitivas. Y de las ontológicas qué decir, pues son antológicas. Esa pluralidad tan democrática, aunque unidos por un común afán de encontrar su sitio en la vida y en tener un número en la Seguridad Social, con cotización ilimitada, como sus llamadas desde sus terminales corporativos.
Y menos mal que no dijeron nada de Sánchez. A galeras a remar, o como personal de servicio de Begoña. Decir lo que se piensa perjudica seriamente la salud… y la economía.
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