El carajal autonómico de la Selectividad
El espigón de recoletos ·
«A la progresiva infecundidad intelectual y voluntaria del sistema se le suma ahora el carajal político de la (maldita) Selectividad»La España irracional no podía serlo menos en la educación. El bachiller, tradicionalmente, practica alegremente una ignorancia sin fondo y lo normal, en el mejor ... de los casos, ha sido que él se apicare y el profesor se resigne. En la adolescencia, la ordalía sexual no facilita la comprensión del barroquismo de las matemáticas uno y dos, que son las difíciles y las fáciles; es decir, que hoy como ayer había números para listos y para tontos, que es una forma recia de etiquetar al personal nuevo y fresco. La España de las autonomías ha hecho que cambie de manos progresivamente el timón del examen selectivo: ahora es cada comunidad autónoma la que impone la prueba y el alumnado que quiere acceder a su carrera ha de superar una diversidad multiplicada por 17.
En tiempo de Maricastaña, uno podía hacer ciencias puras, ciencias mixtas, letras mixtas y letras puras, dependiendo del mayor grado de física y química o latín y griego que tuviese la cosa. Los compañeros del colegio, donde verdaderamente empieza todo cainismo de la raza, difundían la especie de que solo los muy lerdos hacían letras puras. De manera que algunos que estudiaban a Homero, Virgilio, Terencio y Catulo iban como tapados a clase, con la coroza de la vergüenza. El bachillerato, pues, aparte de una etapa educativa, es una puesta a prueba de la resistencia del pollo al grupo, a la jauría, a la manada que encontrará en su trabajo, ya de adulto. Todo son desventajas con la ventajosa juventud.
En esta Selectividad –ahora EBAU, EvAU, PBAU o PAU, según quién y cómo–, alumnos y padres han puesto el grito en el cielo porque los valencianos, entre chufa y chufa, han puesto un examen de matemáticas difícil de resolver. Habían de obtener razonadamente el rango de la matriz 'A' en función del parámetro 'a' y el determinante de la matriz '2A', algo que, como sabemos, se pide cada día y es esencial para esta nuestra vida. Y los canarios, en la prueba de lengua y literatura II, han pedido a la chavalería un «posicionamiento crítico personal sobre las ideas defendidas por el autor» del cuento 'La chabola', del escritor grancanario Pedro Lezcano, publicado en 1968. Y se supone que el mocerío ha de comprender, entre tanto 'redsocialismo', 'instagrameo' y 'whatsappismo' cotidiano –variaciones todas del apijotamiento patrio–, que Juan 'el Chinchorrero' es un ejemplo viviente del chabolismo franquista y que las «hermanas celestes» es metáfora grotesca de la miseria y demás.
La ministra Celaá, que es portavoz y ministra a la vez –problema matemático de difícil solución–, ha llamado a la comunidad educativa a capítulo. Pero esto pasará como una tormenta de verano más. Mientras, los libros pierden volumen, según nos dicen los informes del ISBN de la última década: la mitad de los volúmenes que se editan hoy en España tiene menos de 200 páginas. Así que a la progresiva infecundidad intelectual y voluntaria del sistema se le suma ahora el carajal político de la (maldita) Selectividad. Que Cervantes nos ampare.
Twitter: @dfarranz
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