Es sabida las singularidades de la conducta o del comportamiento del adolescente, y de forma específica la de los jóvenes situados en la franja de ... edad de, entre los 13 a 19 años, fijándose entre los 13 a 15, los correspondientes a la adolescencia temprana. En su conjunto presentan una forma de estar de ser excepcional, en la medida de que es la hora de la visita de un conglomerado hormonal nuevo, que les provoca, además de cambios físicos ostensibles, una conducta repleta de inquietudes, tensiones, desórdenes y nerviosismo, con la presencia de una exagerada impulsividad, e inestabilidad; junto a un enfrentamiento familiar más o menos intenso o profundo, a la vez de protestas y reivindicaciones permanentes, así como un alejamiento de los modelos ordinarios, padres y familiares, junto a un acercamiento casi simbiótico con los compañeros y amigos, como modelos en línea. Es en términos generales una conducta impredecible, espontánea, no ordenada, que descarrila con enorme facilidad, donde se da una ausencia de paciencia y perseverancia, surgiendo la espontaneidad y las reacciones en cortocircuito. Por otra parte, entre ellos son solidarios, empáticos y cercanos, comparten todo, se apoyan formando equipos o grupos, incluso cada uno con una identidad determinada.
Transitan en su formación por el bachiller o alguna rama de formación profesional, donde la huella que mejor les define es la posibilidad de algún cambio, hasta conseguir cierta serenidad en algún momento dentro de un itinerario; la madurez biológica, el medio y especialmente el ambiente familiar, van a poder incidir en este tramo del camino, para conseguir cierta serenidad. Nace aquí, en la periferia de sus travesías, el momento de cierta emancipación, lanzándose a coquetear con las compras, dentro de sus posibilidades económicas, revistas, algún libro, calzado específico, ropa, algún pequeño viaje, generalmente en grupo, y especialmente las discusiones alrededor de las redes sociales, con las mejores y más cercanas amigas. Comparten noticias a la vez que las crean, comparten fotos y vivencias, discuten historias ajenas y propias, además de aquellas que surgen de su comportamiento en grupo, incluso crean relaciones especiales encriptadas, por lo que ni los padres ni profesores consiguen conocer ni entender o interpretar, alguno de sus actos. En este sentido han florecido los «influencers», que sabedores de las necesidades del grupo, aportan en ocasiones carnaza de consumo, mediante el planteamiento de diatribas especialmente agresivas, violentas, destructoras, misóginas, homofóbicas, racistas… y cuantos aspectos situados en los extramuros de la cultura, se pueden imaginar.
Sutilmente, desde la sombra de esta situación tan peculiar, a principios de siglo nació de la mano de Elliot Rodger, el movimiento incel. La cercanía y camaradería de la juventud, sus aventuras y comportamientos en grupo, les ha propiciado de una proximidad en ocasiones íntima, y que se viene cada día expresando con mayor grado de libertad, alimentada especialmente por el formato de vida. Hoy muchos jóvenes disponen de vehículos en los que moverse, o casa de campo, o apartamentos en la ciudad, conviven en pisos compartidos… es decir, la cercanía y la familiaridad que desde las escuelas, institutos y universidades se comparte, propicia las amistades de diferente grado, y con ello la convivencia circunstancial en la que el disfrute sexual es normal. No obstante, se da la circunstancia que no todos los jóvenes son capaces de alcanzar este comportamiento íntimo, lo explica el que al 80% de las chicas, les gusta el 20% de los hombres, de aquí que muchos de ellos se quedan en la orilla de la gloria, «célibes involuntarios heterosexuales», y en ocasiones, dependiendo del perfil de su personalidad, no lo entienden ni lo comparten, entre otras cosas, porque se sienten, primero necesitados del premio de ámbito general, y segundo, porque se sienten como personas que les adornan ciertas gracias, tanto de figura, constitución, ambiente, familia, y sin embargo no participan del banquete.
Es por ello que, en ocasiones van generando un sentimiento de frustración y rabia hacia los demás, y de forma especial hacia las chicas, llegando incluso al odio, junto al deseo de lo peor para ellas, y como las armas están al alcance de todos, especialmente en EE.UU., realizan compras de las mismas, se cargan de material auxiliar, y cualquier día, cargados de odio, se dirigen al colegio donde estudiaron, y comienzan a disparar a diestro y siniestro, asesinando a cuantas personas se encuentren en su camino, para en ocasiones al final intentar suicidarse. Hemos asistido a este tipo de espectáculos desgraciados, en diferentes países y siempre con un número de muertos importantes, escenario que se repite, con demasiada frecuencia.
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