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Armas termobáricas y propaganda

«El discurso de Putin, para consumo propagandístico en horas bajas, parece ser una amenaza a la tribu de los oligarcas rusos del mundo cultural que han decidido marcharse de Moscú»

Agustín Remesal

Valladolid

Domingo, 20 de marzo 2022, 00:26

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Ningún sagaz observador de guerras, tenga su patria al este o al oeste de Europa, tuvo la intuición de pronosticar aquel lejano 24 de febrero ... de tantas alarmas, fecha del inicio de la invasión rusa de Ucrania, ni avisó de que la contienda iba a ser larga y su desenlace imprevisible. Con el paso de los días, los hechos bélicos han desembocado en una aparente negociación de paz apenas intuida. Los partes de guerra y el veneno de la propaganda componen un mensaje equívoco de conjeturas ambiguas, que lleva a esos augures de laboratorio a vaticinar una larga duración de la cruzada de Vladimir Putin contra las amenazas del imperio occidental y las fuerzas del mal. Los temidos misiles termobáricos, la nueva arma devastadora que choca contra la legalidad de lo fijado en los convenios internacionales, está cumpliendo su papel de imponer el terror para vaciar de gente a las grandes ciudades de Ucrania, arrasando con prioridad los edificios más poblados. Las nubes de humo y fuego de esas explosiones provocadas por gases inflamables se sirven puntualmente cada día por la televisión en la lejanía visual de su deflagración y en la cercanía dramática de escombros y cadáveres. Sin embargo, los carros de combate rusos avanzan con mucha lentitud y no logran romper el cinturón defensivo de Kiev, la capital defendida con eficacia y heroísmo por el ejército ucraniano.

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