Moncloa y los muertos vivientes
«El proyecto sanchista que llegó para regenerarla vida política y luchar contra la corrupción ha sucumbido en ella y de qué manera»
Pedro Sánchez solo tiene dos salidas: dimitir o someterse a una cuestión de confianza en el Congreso, que es lo que haría el presidente del ... Gobierno de cualquier democracia consolidada al que le hubiera estallado una crisis tan descomunal como la que él sufre. O sabía de los enjuagues de la tripleta Santos Cerdán, Ábalos, Koldo, y, en consecuencia, era parte del inmoral tinglado de tejemanejes, o lo ignoraba por completo, en cuyo caso está invalidado para ejercer su cargo por incapacidad. No hay más. Comparecer ante los ciudadanos con maquillaje de tanaxopraxia, un traje tres tallas más grande y rictus de plañidera, para pedir perdón, no basta porque en ese acto teatral y sobreactuado no hubo ninguna asunción de responsabilidades políticas, ni 'in eligendo' ni 'in vigilando'. Y ambas operan en este caso.
El desastre causado por el informe de la UCO es de tal magnitud que la legislatura ha saltado por los aires. No se trata solo del comprometido, y ahora arriesgado, apoyo de los socios de investidura, sino del entierro de un relato que el departamento de propaganda y agitación de la Moncloa ha venido alimentando con esmero desde hace siete años. Ya saben, si los medios de comunicación osaban criticar las decisiones del Gobierno progresista, ecologista y feminista, pasaban a ser señalados como pseudomedios, propagadores de bulos, máquinas del fango y tabloides digitales. Si los jueces dictaban resoluciones contrarias a los intereses del Ejecutivo, estos pasaban a convertirse en 'fachas con toga' al servicio de la derecha y la ultraderecha. Todo lo contrario a su gestión era fascismo, el espantajo de Franco se agitaba sin cesar y lo curioso es que todo eso ha funcionado hasta hace unos días. Ahora ese 'storytelling' se ha convertido en lo que, en términos de sociología política, se denomina 'bullshit', cuya traducción hace referencia a las deposiciones de los toros.
Así las cosas, el ambiente en presidencia, los ministerios y la sede socialista, es de absoluta conmoción. Hablamos de equipos desnortados, responsables noqueados y una sensación generalizada de fin de ciclo. Los más próximos refieren un clima en el complejo de la Moncloa que recuerda a la película 'El sexto sentido', cuando el personaje de Cole Sear le dice a Malcolm Crowe una verdad inquietante: «En ocasiones veo muertos». El presidente y algunos ministros son hoy 'zombies' políticos que podrían formar parte del reparto de 'La noche de los muertos vivientes' o, en una referencia más cercana, de 'Los otros' de Alejandro Amenábar, cuyos protagonistas eran cadáveres y no lo sabían. Esta es la realidad de todos aquellos que hasta hace nada ponían la mano en el fuego por la honorabilidad sin tacha del secretario de Organización del PSOE y hoy están ingresados en la unidad de grandes quemados. El discurso progresista de lucha contra la corrupción y defensa a ultranza del feminismo ha sido arrumbado por la fuerza de los hechos. El proyecto sanchista que llegó para regenerar la vida política y luchar contra la corrupción ha sucumbido en ella y de qué manera. Sería injusto recurrir a la sinécdoque y tomar la parte por el todo. En el Partido Socialista hay una ingente mayoría de personas honradas que están viendo con horror todo esto. Por eso deberían de poner pie en pared y dar un paso al frente señalando la salida a los golfos que han manchando sus siglas y también a los que estuvieron a su lado y no se enteraron de nada de lo que la justicia señala como organización criminal. O, al menos, eso dicen para justificarse.
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