La vida es un regalo
Carta del director ·
«La bella historia de José Luis Cuadrado es uno de esos momentos que permiten recuperar cierta confianza en la condición humana»Entre tanto estropicio, la historia de José Luis Cuadrado es una bocanada de aire fresco, un pellizco en el moflete de nuestra mustia, mediocre, palanganada ... realidad. A punto de jubilarse como conserje del colegio público María Teresa Íñigo de Toro, en Valladolid, en el que ha trabajado y vivido durante 37 años, José Luis Cuadrado recibió el jueves un homenaje de la comunidad educativa del centro. Padres, compañeros y alumnos le regalaron un día extraordinario, dibujos, elogios generosos y hasta un banco con una inscripción. Para que, de aquí en adelante, cualquiera que se siente en él sepa que hubo alguien que, literalmente, convirtió ese patio escolar en su propia casa. En el vídeo que incluíamos junto a la información, concluía sus reflexiones con una sonrisa y una verdad poderosa: «La vida es un regalo». A pesar de todo. Que te obsequien con una inscripción tatuada en el respaldo de un banco de madera, con tu nombre y un dibujo, en este caso del edificio en el que se ubica el mobiliario, es de un valor infinitamente superior a esas placas de bronce que nuestros dignatarios descubren al inaugurar instalaciones, plazas, puentes y autovías… Dónde va a parar.
Rescato esta bella historia porque es singular, porque es noble, porque es propia. Porque compensa los estropicios, la mediocridad, la pelea política perenne y ese tedioso convoy de mercancías averiadas que cruza como una barrera interminable nuestro relato de la actualidad. Pronto llegaremos a mitad de año y hemos vivido el regreso de Donald Trump, su pulso arancelario, el hundimiento del Pucela, la muerte del Papa Francisco, la de Mujica, el apagón, todo lo que veníamos arrastrando en Gaza y Ucrania. Más el caso de la mujer del presidente Sánchez. Más el caso del hermano del presidente Sánchez. Más el caso del que fuera mano derecha del partido del presidente Sánchez… Y ahora el sainete de sus mensajes de móvil, me refiero, claro, a los que intercambiaba con Ábalos. Gracias a ellos hemos descubierto a un presidente Sánchez inmenso y florido en su faceta de apodador. Así, se refería a la «pájara» de su ministra de Defensa, al «petardo» de Lambán, al «maltratador» Iglesias, al «impresentable» de Vara y a Susana Díaz como «la otra». Si le dejaran un micrófono, 'Falconetti' le quitaba el puesto a Jiménez Losantos en un pis pas. ¡Qué edificante!
Y en fin, rescato esta historia porque, a mí al menos, me permite recuperar cierta confianza en la condición humana. Esa confianza que nuestro debate público a veces tritura y luego entierra bajo cientos de capas de frentismo, mala educación, anormalidades democráticas, bulos, premeditados conflictos provocados solo para formular relatos, no propuestas, y autoritarismos y apriorismos que pensábamos caducos. El feliz gesto de José Luis Cuadrado, su historia familiar, su optimismo y vitalidad son bastante más comunes de lo que pensamos. La pena es no poder contarles más.
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