

Valladolid
Se jubila el guardián de los recreosJosé Luis Cuadrado Martínez recibe un homenaje de la comunidad educativa del colegio Teresa Íñigo de Toro, el que ha sido su lugar de trabajo y hogar desde hace 37 años
Tras 37 años de servicio, José Luis Cuadrado Martínez era homenajeado este jueves por toda la comunidad educativa del colegio Teresa Íñigo de Toro, un ... centro educativo en el que no solo ha trabajado como conserje, sino que también ha vivido, ha criado a sus hijos y construido una enorme familia de miles de alumnos, padres y docentes. Este próximo junio se despedirá de todos por su merecida jubilación.
En el patio no cabía un alfiler. La emoción flotaba en el ambiente. Niños revoloteando, padres reencontrándose, antiguos alumnos, algunos en edad universitaria y otros que ya peinan las primeras canas. Todos acudieron a homenajear a José Luis, un hombre afable, bueno y tranquilo que, con una sonrisa permanente, agradecía los abrazos que todos le daban. «No es un trabajador del colegio. Él es el colegio», señalaban Carlos Merillas y Laura Benito, presidente y vicepresidenta del AMPA, mientras contenían la emoción. «Es uno más de nuestras familias. Es el alma de este lugar. Ya no quedan conserjes que vivan en los colegios, de hecho, él es el último que quedaba en Valladolid. Él no cierra la puerta al acabar las clases. Él vive aquí. Esta es su casa y nosotros su familia», continuaban.

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Y es literal. José Luis vive en el mismo colegio junto a su esposa, Mari Cruz Castañeda, y sus hijos Pablo y Mario. Este apreciado conserje, que es natural de Bolaños de Campos, ha sido una presencia constante y un referente para todos desde 1988, fecha en la que se inauguró el colegio. Allí ha compartido confidencias, celebraciones, reparaciones urgentes a medianoche y algún que otro partido de baloncesto improvisado al caer la tarde. «Han venido todos…», decía emocionado. «Es increíble… y todo esto por mí», añadía. «Me tenía que haber jubilado el año pasado, pero como me encuentro bien y… esta es mi casa, decidí quedarme un año más. Me jubilaré en junio. Soy un hombre de servicio. Son muchos años de estar en todos los detalles y siento que hoy me están devolviendo mucho cariño por tantos años de dedicación. Lo mío no es hablar. Lo mío ha sido estar. Estar para lo que hiciera falta y me iré con este gran recuerdo en el corazón», comentaba.
El AMPA, los docentes y las familias organizaron un sentido homenaje. Para Carlos Benítez, responsable del huerto escolar y conocido por todos los alumnos como «Abuelo Carlos«, la del jueves fue también una tarde muy especial. «José Luis y yo hemos hecho muchas horas de azada juntos. Él se merece todo. Hemos plantado una encina en su honor en el cerro de las Contiendas, con una placa con su nombre. Y aquí, en el patio, le hemos dedicado un banco para que siga estando presente en cada recreo», señalaba.

Los alumnos más pequeños le ofrecieron dibujos y poesías. Los mayores también le dedicaron cartas y una caricatura y todo ello amenizado por un grupo de dulzaineros. «Siempre está dispuesto a ayudar a cualquier niño, a cualquier padre. Tiene un corazón enorme», señalaba Juan del Campo, cuyas hijas estudiaron en este colegio hace años y tampoco quiso perdérselo.
Carmen Vázquez, antigua profesora del centro y compañera durante muchos años, tampoco quiso perdérselo. «Yo fui tutora de su hijo Pablo y recuerdo que cuando preguntaba a los niños que a qué se dedicaban sus padres, decía muy orgulloso: 'Mi padre es el que manda aquí'. Y no se equivocaba. Mandaba, sí, pero con cariño, con presencia, con humanidad», decía esta maestra. «Durante la pandemia, los niños estaban preocupados por José Luis pensando que estaba solo en el patio y en las aulas. En alguna ocasión nos escapamos a echarle alguna carta al buzón de su casa, anexa al colegio», indicaba Isabel, madre de una alumna de primaria.
Pero José Luis no se va lejos. «Con la jubilación tengo que dejar la que ha sido mi casa durante 37 años. Cambiaré de barrio, pero Valladolid es un pañuelo. Me encontraré con muchos por la calle, y siempre habrá tiempo para una charla». Su mujer y compañera de vida, Mari Cruz, también estaba emocionada. «Ver cómo le quieren es increíble, porque yo sé que lo ha dado todo por este lugar», resaltaba.
En los muros de este colegio hay también desde ayer, un gran mural dedicado al espacio. Los ilustradores Jorge Consuegra y Alberto Sobrino lo estuvieron pintando durante el homenaje. En él había un claro protagonista: un astronauta sonriente y vigilante, José Luis, quien deja un gran legado de cariño, de humildad y de trabajo bien hecho en este colegio vallisoletano.
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