El laberinto de Netanyahu
«En sus orígenes, Israel pretendió ser Atenas y Netanyahu la ha transformado en Esparta. Si alcanza la victoria total que proclama, no permitirá que la Autoridad Palestina tome posesión de Gaza». Meir Margalit. Historiador y político.
Hace dos años, el 7 de octubre de 2023, Israel vivió el atroz ataque repentino de los milicianos palestinos de Hamas, el más mortífero allí ... desde la fundación del Estado judío en 1948 que desencadenó el infierno de Gaza. La tragedia de esa guerra librada en la exigua Franja es la más mortífera entre israelíes y palestinos que no logran encontrar la salida de ese túnel de muerte. Ni el aparente agotamiento de ambos bandos ni los imaginarios planes de Ronald Trump, con sus fantasías para lograr la ocupación de la Franja, carecen de viabilidad hacia una posible paz. Frente a semejante barbarie, los enemigos de ambos bandos están poseídos por el furor del crimen, a tal punto que nada pueden hacer para alcanzar cualquier entendimiento hacia la paz en tan exiguo territorio.
La marabunta cotidiana de gazatíes arrastrando su penuria entre escombros por los caminos de su vida incierta, es la imagen de otro genocidio provocado con la destrucción que Israel está perpetrando en Gaza, sostiene el político e historiador Meir Margalit. Argentino y judío de nacimiento, joven emigrante a un kibutz en la Franja de Gaza, soldado herido en la guerra del Yom Kipur, Margalit acaba de escribir un libro sorprendente ('El delirio de Israel' Ed. La Catarata). Fue concejal del Ayuntamiento de Jerusalén con el partido pacifista Meretz, único partido israelí de izquierda heredero de los grandes líderes del Partido Laborista que no logró traspasar en las elecciones de 2022 el umbral mínimo del 3,25 % de los votos necesarios para entrar en el Parlamento.
Sostiene Meir Margalit, profesor de historia y activista político, que está en juego no ya la derrota de Hamas, ni la eventual creación de un futuro Estado palestino, ni sus fronteras: el tributo real para ese pueblo encerrado entre muros es el derecho a la vida y a su propia existencia, el posible entendimiento entre Israel y los palestinos condenados a mantenerse encerrados en un territorio exiguo y cercado. -Todos somos rehenes de la extrema derecha israelí, afirma Meir Margalit con la emoción rotunda y suave de su voz.
Desde el inicio de esta guerra insensata, el movimiento pacifista ha sido borrado, a tal punto que la opinión de negarse a tomar parte en guerra no implica necesariamente ser insumiso. Según Margalit, la estrategia política de Benjamin Netanyahu ha logrado ahogar todo propósito de los escasos y débiles movimientos pacifistas considerados traidores. Los desafíos del movimiento pacifista israelí ha fracasado - lamenta Margalit. - Y las hostilidades ha recortado las operaciones políticas humanitarias que practicaron al principio de la guerra.
El judaísmo religioso está atrapado en Israel entre dos santidades: la de la Tora opuesta a la santidad radical de la nación israelí frente a la controversia del servicio militar obligatorio, impuesto a la ortodoxia extrema de los grupos judaicos ortodoxos. Todo pueblo, colectividad o nación necesita una historia oficial que respalde su existencia, y la legitimidad de la misma depende de esa potencia de su relato histórico que puede remontarse a la misma Biblia de la que depende la calidad y peso de los derechos históricos otorgados por la sagrada escritura. He ahí el relato histórico israelí que justifica y mantiene la potencia bélica de Israel hasta hoy.
En uno de sus mítines más provocadores y patéticos, hace unas semanas, Netanyahu afirmó con su genio de la impostura que Israel deberá transformarse cuanto antes en una superpotencia histórica como la antigua de Esparta, con el objetivo de aniquilar a todas las Atenas que se le enfrentaran. Sostiene Meir Margalit, en su libro recién publicado 'El delirio de Israel', que esa estrategia militar dispuesta a librar la última batalla de una guerra sin nombre en Gaza es un exceso de exageración política imposible: la creación de un ejército de milicias palestinas opuestas a Hamas encargadas de la administración de Gaza durante un periodo indefinido mientras el ejército israelí patrulle las fronteras. Esa utópica victoria de Israel, lograda por delegación, es un ejercicio de imaginación extravagante que el proyecto del tradicional sionismo extremo intenta perpetuar para gloria de su histórico 'Tercer Centro': el Estado de Israel nacido en 1948 heredero de Moisés y de la Tierra prometida. La era del leviatán israelí será clausurada por el monstruo marino de la mitología bíblica.
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