Montserrat, Triana y Raquel: tres mujeres, tres actitudes
Raquel arrancó un juicio con la mirada pérdida y una actitud ausente para, tras su declaración, posar la mirada en cada testigo sin perder detalle alguno
a. cubillas- leonoticias.com
Sábado, 23 de enero 2016, 20:38
Era el cara a cara más esperado, Montserrat González, Triana Martínez y Raquel Gago, las tres mujeres que se esconden tras este asesinato. Aunque figuradamente. Durante las tres primeras jornadas no hubo ni una sola mirada ni un gesto entre las dos amigas, Triana y Raquel.
La agente de la Policía Local, fue una de las que más miradas acapararon por su sorprendente pérdida de peso. Su imagen cobró un papel protagonista por su visible deterioro físico. Pero también por su actitud. Completamente abatida, con la mirada perdida, como en un caparazón, Raquel parecía ausente de lo que ocurría a su alrededor.
Al menos hasta que llegó su testifical. Allí se mostró como una mujer segura, fuerte, convencida de su alegato, ejerciendo una defensa magistral. Y a partir de ahí un cambio de actitud. Fuera de la sala, más relajada, incluso se la pudo ver sonriente tras ofrecer su testimonio el miércoles. Dentro de la sala, atenta a la narración de cada testigo, mirándoles. Raquel parecía que por primera vez formaba parte de este caso.
Detrás de ella Triana, casi como una niña, con la mirada inquieta, sin perder detalle alguno de lo que ocurría en la sala. Intercambia pequeñas confidencias con su madre y su letrado, sentado a su derecha, y durante su testimonio, en el que se mostró nerviosa, intentó buscar la mirada de su amiga, principalmente en el momento en el que la exculpó, lamentado haberla metido en ese lío. Pero no encontró respuesta.
A su lado, su madre, Montserrat, reclinada en su asiento, escurriéndose poco a poco conforme transcurren las horas. En su rostro, ni un gesto de preocupación o de asombro ante el relato de los testigos. Tan sólo atenta durante el testimonio de su hija, que incluso se levantó para acercarle una botella de agua cuando está lo pidió.
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El testimonio de Pedro Mielgo, el testigo que desmonta su versión, pareció no preocuparle, ni una mirada ni un gesto. Parecía que la cosa no fuera con ella porque, al fin y al cabo, su implicación está clara. Ella mató a Isabel Carrasco y tampoco se arrepiente.