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Miguel Ángel Nepomuceno
Miércoles, 3 de diciembre 2014, 18:00
Aunque se licenció en Historia del Arte en Oviedo Carlos Javier Taranilla de la Varga (León 1956) ha ejercido la docencia en esta ciudad donde ha trabajado en el mundo editorial desde hace más de 25 años. Autor prolífico con obras sobre sobre la Guerra Civil El día que Franco pasó el Manzanares: 15 de noviembre de 1936, "El Passo Honroso de don Suero de Quiñones", "Diccionario de Arte Universal", "Breve Historia del Arte", y el aparecido recientemente Breve historia de las reliquias leonesas y sus relicarios, que mañana se presentará a las 20 horas en el Corte Inglés, y en el que a través de los textos de antiguos cronistas que visitaron nuestras tierras, así como de investigadores actuales, Taranilla recoge los principales restos de carácter sacro de nuestra provincia y analiza sus continentes: los relicarios, además de estudiar a fondo, con nuevos datos históricos, el Cáliz de Doña Urraca.
Hace pocos meses usted publicó Una Breve Historia del Arte así como el Paso Honroso de Suero de Quiñones y ahora acaba de ver la luz la Breve Historia de las Reliquias Leonesas que será presentado el próximo jueves día 4 en El Corte Inglés. ¿Esta faceta de escritor completa de algún modo la de docente o es producto de querer acercar más a los alumnos y a los aficionados al arte algunos hechos que de no ser así se olvidarían fácilmente?
El hecho de que las publicaciones hayan coincidido prácticamente en el tiempo se ha debido a que alguna de ellas se retrasó un tanto en su aparición por cuestiones editoriales, aunque estaba prevista bastantes meses antes. Digamos que la faceta de escritor, de ensayista propiamente dicho, responde a un interés particular hacia temas histórico artísticos relacionados con mi profesión y formación universitaria, ya que mi licenciatura es en Historia del Arte y, lógicamente, los temas que mejor abarco son de esta naturaleza.
Asimismo, creo que además de completar en parte el trabajo docente, pueden ayudar a la difusión de aspectos de nuestro patrimonio cultural, a veces, bastante olvidados. Por ejemplo, sobre el Passo Honroso se había hecho una tesis nada menos que en 1977 (y por un gallego: el doctor Amancio Labandeira) y nadie se había ocupado no solo de adaptar el manuscrito al castellano actual, sino ni siquiera de corregir algunos datos incorrectos que modestamente hemos tenido que completar, tanto sobre el manuscrito original como sobre la compilación que había realizado en 1588 el franciscano Juan de Pineda, dada a la imprenta varias veces desde el siglo XVIII pero hasta ahora nunca contrastada con el manuscrito original, labor que hemos hecho por vez primera.
Del mismo modo, la Breve Historia del Arte, al tiempo que constituye un trabajo resumido en lo fundamental de todo el arte universal, contiene diversas aportaciones respecto a otros libros de arte, como la relación entre la geometría euclidiana (el todo es a la parte como la parte al resto) y el alzado del Partenón de Atenas, las dimensiones de cuadros muy conocidos de Leonardo da Vinci y Dalí (La Última Cena) o edificios de Le Corbusier (Villa Saboya), a través del número de oro o divina proporción, que prácticamente nunca se trata en los libros de arte, así como la simbología y numerología característica de la edad media, que indicamos someramente en la Catedral de León y que tenemos estudiada a fondo en espera de editor para su publicación. Asimismo, en el trabajo sobre las reliquias leonesas que acabamos de sacar a la luz, hacemos por primera vez un recorrido por los restos sacros de la ciudad y provincia (aceptando que puede haberse dado alguna omisión de pequeña importancia, a la que estamos atentos para incluirla en posteriores reediciones) y, lo fundamental, poner en su sitio el tema del cáliz de Doña Urraca, que una investigación poco rigurosa ha identificado sin ninguna prueba de carácter histórico sino a través de textos dados a la fabulación, con el mal llamado Santo Grial si no es por el camino de la leyenda.
Las Reliquias son un aspecto de la historia del arte que siempre han tenido sumo atractivo para los lectores, pero en realidad qué le movió a escribir este pequeño tratado ¿el desconocimiento de ellas, la falsedad en algunos datos, la divulgación o el mero estudio de algo sobre el que la leyenda siempre prima más que la realidad?
Me pareció un aspecto muy importante de nuestro patrimonio, tanto cultural por sus continentes o relicarios, como espiritual (para las personas creyentes) y que, realmente, no había sido abordado hasta la fecha. No quiero negar asimismo que además trabajé movido por el deseo de poner las cosas en su sitio, a la luz de los datos históricos, frente a las atribuciones que se realizan sin ningún rigor documental.
Existe un viejo dicho de que las reliquias son como la piedra filosofal, si no se utilizan se devalúan, y si se utilizan o exhiben en demasía se acaban convirtiendo en leyendas urbanas. Qué piensa usted del tratamiento que se debe de otorgar a estos objetos?
Un tratamiento doble: material, físico, para sus continentes (los relicarios), que son objetos de arte; y exclusivamente espiritual para los creyentes, distinguiendo entre fe y razón, como es lógico. Sobre el hecho de exhibirlas demasiado, creo que eso es ya cuestión de la Iglesia, quien en 2007, a través del Vicariato de Roma, como recojo en el libro, publicó una serie de normas sobre las reliquias.
En su último libro sobre las reliquias leonesas, usted habla de varias custodiadas en León pero en especial hay dos de ellas el salero de la la última cena y el cáliz de doña Urraca que tienen un especial atractivo para el lector. ¿qué hay de verdad en ambos desde el punto de vista histórico?
Desde el punto de vista histórico, respecto al cáliz de Doña Urraca, no existe ningún testimonio que pueda emparentarlo con ningún objeto sagrado, ya que como recojo en el libro, la Crónica Silense, que textualmente narra los acontecimientos importantes de los reyes, no lo menciona ni a la hora de la muerte del rey, quien, postrado los dos últimos días de su vida ante todo lo sagrado en la iglesia de San Isidoro, haciendo penitencia y pidiendo perdón por sus pecados, no cita ni pide ni reza ante el supuesto sagrado Cáliz. Únicamente existen los textos árabes del siglo XIV que narran la entrega de un cuenco al rey Fernando I tres centurias antes, habiéndolo querido relacionar los prof. Torres y Ortega en su libro Los reyes del grial, con la Copa de Cristo. Pero dichos textos, en palabras de su traductor, el Dr. Turienzo, tal como recogió Leonoticias en abril y octubre pasado, carecen de datación carbónica y por tanto del rigor científico preciso para realizar una atribución documentada, además de la sombra de fabulación que pesa sobre muchos escritos de este tipo, que buscaban sobre todo el exotismo para atraer a los lectores. Respecto al salero de la Última Cena, podemos decir que figuraba en el antiguo convento de Santo Domingo de la capital leonesa ya en el siglo XIII, así como en el siglo XV durante el fecho de armas del Passo Honroso y en otras publicaciones que recogemos en el libro sobre las reliquias, al cual remitimos al lector.
Hace unos días usted se mostraba muy crítico, y en el libro mencionado también lo hacía, sobre la mala praxis que algunos historiadores tienen de vender el oso antes de cazarlo. Me explico: en el libro de los doctores Margarita Torres y Miguel Ortega del Río, Los Reyes del Grial, publicado hace siete meses por la editorial Reino de Cordelia se dice taxativamente que el cáliz de Doña Urraca custodiado en San Isidoro es sin ninguna duda la copa en la que Cristo bebió en la última cena, todo ello basándose en dos trozos de pergamino que el doctor Gustavo Turienzo Veiga encontró en la Biblioteca de AL-Azhar en el Cairo y que dijo que había que estudiar con más detenimiento. Sin embargo, se sacó a la luz, se entabló una rivalidad innecesaria con su homónimo el cáliz de Valencia y se lanzó a los cuatro vientos sin base alguna científica qu lo sustentara como debería haber sido un Congreso. Usted pone en duda su autenticidad porque ni en la Crónica Silense ni en ningún otro documento de la época se habla de él. Qué valor tiene para usted que el vaticano se haya decantado por el más tradicional el de Valencia cuando usted dice igualmente que éste es aún más dudoso que el de León?
Sobre el Cáliz de Valencia, la explicación del Vaticano, de la Iglesia en general, es que tiene el valor de la tradición y, sin entrar en su autenticidad, se le reza de una manera simbólica. Pero creo que es un error porque ello alimenta en el pueblo la idea de lo que no es. En este sentido, veo mucho más sensato el proceder de nuestro obispado que, prudentemente, ha permanecido en silencio y ha hecho bien porque hubiera sido ridículo entrar en una competición con Valencia defendiendo algo que no tiene nadie: el Cáliz de la Cena. Peor veo el proceder de las autoridades municipales valencianas que han concedido incluso subvenciones millonarias y organizado rutas Grial, lo cual es ridículo. Si por ganar dinero obviamos la ciencia, ¿estamos culturalmente en el siglo XXI? o ¿retrocedemos al tiempo de la superstición y el fanatismo?
Sobre el plato que contuvo el pan, el Cuerpo de Cristo, únicamente existe cierto paralelismo en el Santo Catino de Génova por su formato hexagonal. Pero nada más se habla de ello. Sobre la patena del Cáliz de Dª Urraca, sí que se dice que la rapiñó Alfonso I el Batallador de Aragón cuando estuvo casado con la reina, tal como consta en mi libro, citando testimonios.
En cuanto a las crónicas de la época, ninguna señala esta copa como la de Cristo, incluso habría que estudiarla como un cáliz sacrificial, no como cáliz ministerial más grande y frecuentemente con asas destinado a administrar la Comunión bajo la especie de vino, uso que entre los latinos comenzó a perderse en el siglo XII ¿es así?
Hay referencias de que el de Doña Urraca pudo haber llegado con los restos de San Isidoro desde Sevilla, como indicamos en el libro.
¿En algún momento de la historia de León se menciona esta copa como cáliz antes del siglo XX?
Tanto lucas de Tuy en el XIII como Ambrosio de Morales en el XVI también llaman cáliz al de D. Urraca.
El cáliz de Valencia tiene tradición documentada desde 1437, y aparece en cuadros, pinturas, textos, sin embargo el nuestro aparte de esos dos trozos de pergamino no tiene tradición. Usted apunta en su libro que es muy extraño que el Silense no mencione que dos días antes de su muerte Fernando I se postrara ante las reliquias de San Isidoro y San Vicente y sus bienes más queridos y en ningún momento habla del cáliz de Urraca. ¿Pero sin documentación exceptuando los pergaminos encontrados por Turienzo, cómo se sabe que el cáliz estaba en San Isidoro cuando nadie lo menciona. ¿No es muy extraño?
La primera documentación de Valencia es de 1134, pero se ha perdido. La siguiente es de 1399. Se sabe que estaba en S. Isidoro un cuenco que la infanta Dª Urraca mandó embellecer para donar a la basílica con motivo de su consagración y llegada de los restos del santo desde Sevilla. A partir de entonces se empezó a llamar cáliz de Dª Urraca a dicha pieza. Lo de Grial, Copa de Cristo, etc., ha sido ahora, desde esa investigación carente del más mínimo rigor histórico.
Han aparecido relaciones de objetos de Notre Dame en el que se podía ver el salero de la última cena ¿qué hay de cierto?
No conozco a fondo esa cuestión. De todas formas, deberían de tratarse de objetos en forma de escudilla o pequeño plato, que es en lo que consistían los saleros de la época, para tomar la sal con los dedos y espolvorearla sobre las comidas o bien por toda la estancia a la llegada de los forasteros, en la creencia de que daba buena suerte.
En el tema del cáliz la connivencia con la iglesia y los comerciantes ha sido flagrante, pero eso ayuda muy poco al rigor científico. Ustedes los profesores, además de publicarlo en libros, ¿no deberían alertar también a la opinión pública con artículos sobre lo que está sucediendo al socaire de tanta fabulación?
Ese es uno de los mayores propósitos de la publicación que tengo en el mercado. Indicar a la opinión pública cuál es la verdad, mal que pese a los negocios que persiguen el lucro a toda costa. Y la cultura de un país, de un pueblo, es sagrada. Se lo digo a los alumnos a todas horas. Y recuérdense las palabras de Cervantes sobre los historiadores mentirosos que pongo tanto en el interior como en la contraportada del libro. Reitero que en nuestra ciudad, la Iglesia, el obispado, no se ha alineado con los negociantes, sino que ha estado al margen, demostrando prudencia y buen juicio. Un canónigo de la Catedral, amigo mío, me decía: ¿Por qué no escribes un artículo poniendo las cosas en su sitio?. Algo más que un artículo es este modesto libro que aporta, con 150 notas a pie de pág., la verdad sobre este asunto.
Cómo cree usted que habría tenido que divulgarse con rigor la noticia de que la copa de Doña Urraca era "supuestamente" la copa de Cristo?
Únicamente se tenía que haber dicho la verdad: Que según unos pergaminos árabes, al rey Fernando I le habían regalado tal objeto, pero que no había que darles más valor que el que tienen unos textos sin datación científica y que, por el contrario, las crónicas de la época no mencionan nada de ello. Por tanto, podíamos estar ante una fábula o un hecho legendario, propio de aquellos tiempos.
Pasando a otro asunto de vital importancia para la historia del arte y para León en concreto: Se publican numerosos libros, estudios, se hacen congresos, simposios pero de las obras robadas y esquilmadas en León y que la mayoría están en Madrid como el Beato de Fernando I, la cruz de Peñalba etc, no se sigue su rastro para conocer su estado, como ya sucedió con el Beato que ha quedado dañado y especialistas no lo han denunciado. ¿Es que hay miedo?, ¿desconocimiento?, ¿desidia?
Hay una buena publicación de la Doctora Franco Mata Arte leonés fuera de León, que recoge tamaños expolios. Pero no tenemos el valor político necesario para pedir su restitución. ¿Por qué? ¿Nos falta peso a nivel nacional? La respuesta es evidente. Basta recordar como a Cataluña se le devolvió el material de la guerra civil que se hallaba en el Archivo de Salamanca cuando Zapatero necesitaba los votos Convergentes. Nuestra provincia, que fue Reino y antes que Castilla leyes, y Cuna del Parlamentarismo, parece haber perdido su fuerza con el paso de los siglos mientras otros la fueron ganando. Son nuestras Instituciones las que tienen que reclamar lo que es nuestro. Apoyo ciudadano no les va a faltar. Eso seguro. Somos cazurros, a mucha honra.
¿Prepara otro nuevo trabajo sobre reliquias o está en otro asunto ya?
Si esta primera edición va saliendo, la idea es preparar con la matriz de esta pequeña editorial (que se ocupó del tema cuando el primer editor no pudo hacerlo) o bien con otra editorial, quizá leonesa, un trabajo más amplio, tanto a nivel de texto como en el aspecto gráfico, ya que la riqueza del patrimonio leonés lo permite. En proyecto, además de la reedición de esta última obra, tengo con la editorial Nowtilus la elaboración de dos nuevos libros en la colección Breve Historia, uno dedicado al arte Románico y otro al Gótico, así como la finalización de una monografía sobre la Catedral de León con material inédito.
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