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Orban, el exdisidente convertido en polémico líder de Hungría

Orban, el exdisidente convertido en polémico líder de Hungría

El hartazgo de una parte de los húngaros frente a prácticas clientelistas y sospechas de corrupción no han beneficiado, sin embargo, a una oposición dividida

colpisa / afp

Lunes, 9 de abril 2018, 10:09

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Autócrata para unos, héroe de la nación para otros, Viktor Orban, un antiguo liberal convertido en firme combatiente de la inmigración, ha logrado consolidar su posición al frente de un país que ha transformado profundamente.

Con 54 años -doce de los cuales a la cabeza del gobierno húngaro-, el primer ministro saliente, cuyo partido estaba en primera posición con más del 95% de los votos escrutados, parece inamovible en la escena política del otrora país comunista, pese a las críticas de muchos de sus socios europeos.

Modelo de la derecha dura en Europa y al otro lado del Atlántico, Viktor Orban fue recientemente calificado de «héroe» por Steve Bannon, exasesor del presidente estadounidense Donald Trump, en una entrevista con el New York Times. Sin embargo, cuando se hizo un nombre, a los 26 años, Viktor Orban era un joven liberal que desafió al régimen comunista en Budapest con un virulento discurso por la libertad, durante un homenaje a las víctimas del Levantamiento de 1956 en junio de 1989.

Cofundador un año antes de la Alianza de los Jóvenes Demócratas (Fidesz), se convirtió en el símbolo de las aspiraciones de Hungría de liberarse del totalitarismo y adoptar los valores occidentales.

Primer ministro en 1998, tuvo que abandonar el poder cuatro años después tras su derrota frente al Partido Socialista, heredero de los antiguos comunistas, pese a que las encuestas lo daban como favorito. Una humillación que nunca olvidaría.

Pero en 2010 regresó al poder, con el país sumido en una profunda crisis económica y golpeado por escándalos ligados al anterior gobierno de izquierda liberal. En ese momento, emprendió la tarea de dejar la huella de su partido en todas las instituciones con el fin de ensalzar a la «nación húngara».

Reelegido en 2014 por un amplio margen, este padre de cinco hijos reivindica el ejercicio de una «democracia iliberal», prodiga su admiración por el presidente ruso Vladimir Putin y fue el primer dirigente de la UE en recibirlo tras la anexión de Crimea.

Críticas en Europa y EE UU

Las críticas de la Unión Europa y de Estados Unidos sobre la vulneración de la separación de poderes o sobre su rechazo a acoger refugiados apenas han hecho mella en su política. Al contrario, frente a una Angela Merkel debilitada en Alemania, él se considera reforzado por la política que puso en marcha durante la ola migratoria de 2015, levantando cientos de kilómetros de alambradas para bloquear a los refugiados, a quienes suele comparar con «terroristas» en potencia.

Además, Orban hizo de George Soros su chivo expiatorio favorito, acusando al multimillonario estadounidense, judío, que financia numerosas oenegés de derechos cívicos en Europa, de urdir un «plan» destinado a inundar Europa de migrantes, en una campaña de tinte antisemitas. Los enemigos de Hungría «no creen en el trabajo pero especulan con el dinero. No tienen patria pero creen que el mundo les pertenece», recalcó durante la campaña.

Nacido el 31 de mayo de 1963, este aficionado al fútbol que creció en una localidad cercana a Budapest pasó no obstante por la universidad de Oxford, gracias a una beca del propio George Soros.

¿Oportunista o visionario?

¿Oportunista o visionario? «Es la pregunta del millón de dólares», considera Andras Schweitzer, de la universidad Eotvos Lorand de Budapest. Con todo, hay algo seguro en su opinión: la mayoría de los interlocutores de Orban «reconocen su talento y su arte para comprender muy rápidamente las cosas».

Su electorado le reconoce la baja tasa de desempleo (3,8%) y un crecimiento dinámico (4% en 2017). El manifiesto hartazgo de una parte de los húngaros frente a las prácticas juzgadas clientelistas y las sospechas de corrupción del gobierno en los círculos de poder no han beneficiado, sin embargo, a una oposición dividida.

El que fuera tratado afectuosamente de «dictador» por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, siempre se ha cuidado de no cruzar completamente ninguna línea roja, pues su país depende de los fondos de la UE para prácticamente todas sus inversiones estructurales.

Pero, antes de las elecciones, el dirigente advirtió que quería tomar medidas «morales, políticas y jurídicas» tras las legislativas, lo que causó preocupación entre las organizaciones y la sociedad civil húngaras. Una victoria de Orban comportaría una retórica «cada vez más agresiva» por parte del dirigente, predijo la analista Edit Zgut, del instituto Political Capital.

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