David Arranz: «He tirado seis meses de fútbol a la basura»
FÚTBOL ·
El lateral de La Granja estuvo medio año entrenando y jugando con el ligamento cruzado de la rodilla izquierda rotoLUIS JAVIER GONZÁLEZ
Segovia
Martes, 21 de enero 2020, 20:32
«Da gracias de no haberte roto la rodilla». La frase se la transmite Manuel García Alonso, traumatólogo experto en rodilla, a David Arranz, ... el lateral izquierdo de La Granja que llevaba medio año con el ligamento cruzado anterior de la rodilla roto. Y, aun así, con entrenamientos de por medio y hasta dos partidos oficiales. Lo hizo porque el diagnóstico era un esguince y se suponía que todo estaba bien. «A mí me decían que era psicológico y, claro, entrenaba como un loco, tirándome al suelo, saltando... Es que encimaba a un tío y la rodilla me hacía la goma». El segoviano, ausente desde febrero, ve al fin la luz y ya ha estado dos partidos en el banquillo. Este domingo podría volver a jugar en Almazán tras una historia rocambolesca.
Los esguinces de tobillo han marcado el historial médico de David, de 26 años: al menos tres en cada pie. El último, en 2018. A nivel muscular, apenas ha tenido molestias. Los problemas con la rodilla izquierda empezaron el 24 de noviembre de aquel año en Burgo de Osma. Recuerda hasta el minuto –el 65– en el que su articulación perdió sin remedio el equilibrio. Estuvo unas semanas en reposo y un traumatólogo le dijo en esa primera visita que era un esguince y que podría jugar después de Navidad.
De vuelta a los entrenamientos, en el primer ejercicio –unos saltos– se luxó la rodilla. Él habla de un dolor fuerte. «Era como si alto te estuviera estrujando el ligamento. El entrenador y los compañeros me decían que era de cabeza, que era un esguince y la rodilla estaba bien». Aun así, se fue del entrenamiento y estuvo dos semanas parado. Volvió a entrenar con la rodilla vendada. «Yo entrenaba, pero no notaba la rodilla fuerte. La notaba rara». Con todo, disputó el siguiente partido en casa. «Jugué como pude, la verdad. La tenía muy cargada, también la buena, porque compensas una y otra. Acabé hecho mierda».
La semana siguiente, en los entrenamientos, la rodilla le hizo otro amago, pero no había dolor. «Se me había ido, pero seguía entrenando». Llegó entonces su último partido, el 24 de febrero ante la Segoviana en La Albuera. Mismo minuto: 65. «Me la luxé yo solo, andando para atrás. Me tuve que retirar». Volvió a parar unas cuatro semanas. De regreso a los entrenamientos, mismo problema: luxación al primer ejercicio. Entre tantos percances, no hubo visitas médicas. «Me dicen que es un esguince y yo me fío, que es normal que estuviera floja». Ahí dijo basta y se lo comunicó al entonces entrenador de La Granja, Diego Yepes. «Voy a hacerme pruebas, esta rodilla no está bien».
Volvió a poner el caso en manos del traumatólogo, que exploró su rodilla y afinó el diagnóstico. «Me dijo que tenía roto el cruzado. Que era imposible que no lo hubieran visto con la experiencia que tienen en rodillas». Ahí llegó su pregunta: «¿He estado jugando y entrenando con ello roto?» La resonancia detectó una rotura parcial del ligamento cruzado anterior y David buscó evitar la cirugía. Compartió el caso con otros compañeros que habían tenido una lesión parecida, sobre todo Alfonso Mateos y Juanlu. La rodilla estaba sujeta por unos pequeños hilos y no iba a regenerar por sí solo. Había que operar.
Fue él quien se encargó de buscar cirujano. Había dos opciones: José María Lomo, jefe de los servicios médicos del Real Valladolid, y Manuel García Alonso, experto en traumatología de rodilla del Hospital Sagrado Corazón de Valladolid, que le dio cita antes. Se operó con éxito el 5 de junio y, pese a todo el riesgo que había corrido esa rodilla precaria durante meses, el único daño agravado era una pequeña lesión en el menisco. «Desde ese día, a sufrir. A recuperarse».
Los principales dolores llegaron en la cama. «Cuando estaba mucho rato de pie tenía que andar un rato para bombear la pierna». Gracias a la ayuda de su madre y su novia, sorteo las primeras trabas o los viajes a Valladolid. David, que trabaja en una fábrica de cartones en La Granja, tuvo que darse de baja tres meses de su trabajo anterior. «Eso no te lo cubre nadie, lo coges del paro. Yo lo dije, que era por el fútbol. Y tenía claro que no lo iba a dejar por nada del mundo».
Esa pasión fue una motivación clave en su recuperación. «A mí me quitas el fútbol y me partes por la mitad. Seré un enfermo, pero es una forma de vida. Es lo que me hace desconectar, soltarme... No sabía lo que hacer con todos los fines de semana libre o sin entrenar». Ahí estaba en el tejadillo de El Hospital, un fijo viendo cada partido. También a domicilio. «Se pasa fatal, sabes que has tirado seis meses a la basura porque no te lo han visto. Y te quedan otros seis. Era una locura».
Tras el reposo preceptivo, desde el primer día empezó a estirar la rodilla. «Ya ejercitaba sin parar, lo poco que podía». Iba al fisio de lunes a viernes y en cuanto le quitaron los puntos se apuntó a la piscina., con ejercicios de hasta dos horas. El plan lo pautaba Pablo Sanz, del centro de entrenamiento Human. Un proceso muy solitario. «Sabes que si no lo haces, te perjudicas tú mismo. Yo he tenido esa fuerza de voluntad porque quería seguir jugando al fútbol. Y te levantas con una pereza... ¿Otra vez piscina?»
La nieve condiciona la preparación de La Granja en una semana clave
La plantilla de La Granja no entrenó el lunes ante la copiosa nevada que estaba cayendo en el Real Sitio por la tarde. Estaba previsto un trabajo de regeneración muscular tras la derrota del domingo el césped nevado de El Hospital ante el Salamanca B. Ayer, como es habitual los martes, tampoco hubo entrenamiento. La idea del club es analizar el campo en la mañana de hoy; si no hay nuevas nevadas, podría estar operativo, pese a que quedó muy tocado tras el envite del domingo.
De no estar disponible, el club buscaría alternativas en su campo de césped artificial, los polideportivos de La Granja o Valsaín o en alguna instalación de Segovia. En cualquier caso, se trata de una preparación interina para una semana clave, con visita el domingo a Almazán. «Afecta bastante. Tendríamos que estar entrenando a tope porque es un partido importante. Tras una derrota, queríamos entrenamientos bien planeados y esto nos ha roto. Y la previsión para toda la semana es complicada», subraya el presidente de La Granja, Javier Montero.
La nieve lo condiciona todo, empezando por el desplazamiento de los jugadores que viven fuera del Real Sitio. El campo, en buen estado hasta el domingo, tendrá el respiro de no acoger partido este fin de semana. Es el condicionante que vive La Granja cada invierno: el hándicap de los entrenamientos en un campo tocado, las lesiones que acarrean o los partidos aplazados. «Por eso el domingo éramos partidarios de jugar. Cuando estás ahí abajo metido, es complicado. Al final vives con ello y te terminas acostumbrando», subraya Montero. El club es decimoctavo –el último puesto de descenso– igualado con el Becerril, decimoséptimo.
Pese al proceso médico, no dudó de que continuaría en La Granja. «En el club me dijeron que me recuperase y que no me iba a quedar sin ficha. Pero tienes la incertidumbre: ¿Cómo quedaré después de todo? En casa muchos días me entraban bajones. ¿Y si no vuelvo a jugar al fútbol? No era exagerado, pero tenía dolores. Y sabes que en una rodilla no tienes la misma movildiad que la otra. Te comes la cabeza, así que donde mejor estaba era en la piscina o hacinedo algún ejercicio».
Su problema era contener las ansiedad. «Ya me lo dijo el fisio, que esto era como un embarazo y no podía hacer nada». Ya sea en el campo o viendo los partidos por Internet, relata cómo se ven los toros desde la barrera. «Se pasa mal, la verdad. Hay muchas jugadas que cuando estás dentro las ves tranquilas y sabes que la pelota no va a entrar, pero desde fuera no es tan fácil. A veces, cuando un compañero va a meter un gol, tú haces el gesto de empujar con la pierna. Y luego, desde fuera se ve todo muy fácil».
Mientras su equipo probaba a medio centenar de jugadores en busca de configurar la plantilla, él siguió recuperándose con el compromiso de que habría ficha para él. Que el sitio estaba a buen recaudo. Con su trayectoria, no habría tenido problemas para encontrar un hueco en Regional, pero agradece el compromiso del club. «Gracias a Dios, La Granja pagó la mitad del tratamiento con Human y el fisio. Yo intento no abusar, igual he ido cuatro veces en todo este tiempo».
David empezó a correr cuatro meses después de su operación, a finales de octubre. Lo hizo solo, colocando él mismo los conos en el campo de El Hospital. Su regreso coincidió con la destitución de Carlos Fosneca como entrenador de La Granja y al preparador físico, así que no había nadie. Mientras sus compañeros entraban en césped artificial, él protegía su rodilla y correteaba en césped natural. «Lloviendo, helando, como fuera». En diciembre volvió a entrenar con el grupo, aunque sin competir. «Despacio, sin meter el pie mucho. A lo mejor podía haberme atrevido más, pero yo quería respetar los plazos».
Al principio, tenía sobrecargas. «Claro, las molestias a mí me afectaban. No sabía si era normal. Tú imagínate, que se te vaya otra vez la rodilla y volver a pasar otro año así». De hecho, un día se desmayó en el fisio por ir nada más salir de trabajar, sin comer. Porque cualquier hora era buena; lo primero era el fútbol. Su primer entrenamiento pleno fue la semana pasada. «A tope, todavía no me he puesto, pero he perdido mucho el miedo. Meto mejor el pie y voy mejor a los saltos».
La respuesta a su gran enigma, cómo quedará la articulación, está más cerca. «Por las sensaciones que tengo, bien. La rodilla está estable, la noto fuerte. Sigo haciendo ejercicios como bici o piscina para fortalecerlo. Para la gente como yo, que tenemos las piernas finas, es más fácil recuperar la masa muscular. Incluso la tengo más fuerte que la derecha. No me esperaba yo tenerla así». El defensa granjeño entrenacuatro días a la semana y asiste dos a su centro de entrenamiento.
David tiene ya luz verde para volver a competir. «Ya puedo jugar al cien por cien. Sean 20 minutos, 30 o 90». Lo habría hecho probablemente en el partido del domingo ante el Salamanca B, pero un campo nevado no es precisamente el escenario más seguro para volver a la acción después de una lesión tan complicada. En principio podrá jugar el domingo en Almzán, un añadido a un equipo que sigue en puestos de descenso y al que no le sobran precisamente efectivos. «Si el entrenador lo estima oportuno, allí estaré. Me den los minutos que me den, con ver que la rodilla esté bien estoy contento. Quiero recuperar las sensaciones de antes».
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