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Al UEMC le funciona el órdago en el banquilloFue más que una victoria. Quizá una de las más importantes de la temporada, porque el UEMC Real Valladolid se ha tenido que asomar al ... abismo para reaccionar. Verse en una situación límite y con un órdago en el banquillo con toque de atención –de los graves– a la plantilla, para que el equipo reaccionase después del esperpento del pasado miércoles en Oviedo que se llevó por delante a un Iñaki Martín desquiciado. El órdago a grande, que podía ser un farol, «es arriesgado», admite el presidente del club, no fue tal, a tenor de lo visto por el equipo en la primera de las tres finales que afrontó por la permanencia.
El UEMC empezó como tenía que empezar, con esa sensación de partido decisivo, de guillotina sobrevolando el Polideportivo Pisuerga como se de un péndulo se tratase. Lo pararon pronto los blanquivioleta, llevando la batuta, aunque sin capacidad para despegarse de un correoso Odilo Cartagena, que aunque no encontraba aro tampoco tenía problemas para mantenerse en el electrónico. En esos primeros minutos, incluso en el primer periodo, a los blanquivioleta nos les hizo falta emplearse a fondo en defensa –aunque luego lo harían–, porque prácticamente metieron todo lo que tiraron, con más problemas para los visitantes. Aún así los males endémicos del equipo se veían reflejados en los tres rebotes ofensivos de Ugochukwu, para irse con cinco capturas al banquillo. Tuvo que ajustarse con él Mballa en el segundo periodo y el equipo despegó, eso sí sin poder extender la goma más allá de los nueve puntos con los se llegó al final de los primeros diez minutos (25-16).
UEMC Real Valladolid
Mike Torres (11), Eric Demers (28), Jaan Puidet (0), Shemar Wilson (7), Josh Mballa (18) -quinteto inicial-. También jugaron: Juan García-Abril (2), Dani Manchón (12), Agustí Sans (3), Sergio de la Fuente (5) y Samkelo Cele (0).
86
-
75
Odilo Cartagena
Gerard Blat (17), Jordan Rogers (6), Álex Jordá (8), Gabriel Gil (7), Stephen Ugochukwu (20) -quinteto inicial-. También jugaron: Asier González (-), Sediq Garuba (6), Alberto Martín (0), Dylan Van Eick (-), Adrià Domenech (-), Javier Balastegui (0), Calvin Hermanson (11).
Parciales: 25-16, 21-23, 22-18 y 18-18 (86-75 final).
Árbitros Morales García-Alcaide, Garvín Domingo y Sanhermelando García.
Incidencias Partido correspondiente a la 32 jornada de la Primera FEB, disputado en el Polideportivo Pisuerga de Valladolid ante cerca de 3800 espectadores.
En esa victoria momentánea, Eric Demers asumía los galones en el tiro del ausente Kovacevic, y Mike Torres era el Mike Torres de antes de la operación, ese base llamado a liderar a un equipo que aspire a ACB y no a no descender a Plata. De hecho, en el segundo periodo y con Paniagua rotando al equipo –teniendo en cuenta la jornada intersemanal– se notó cuando Torres no estuvo hasta el punto de que su ausencia con el 34-26 y tiempo muerto pedido por Jordi Juste (min. 15). se convirtió en un 36-35 con tres pérdidas para olvidar de Sans, muy desafortunado en la dirección, pero que terminó por enderezar el rumbo en el último periodo, dándole la pausa que no tuvo Torres.
Respondió el banquillo pucelano con otro tiempo para ajustar la defensa, y que Demers fuera el mejor Demers de la temporada. Dos triples seguidos del estadounidense volvieron a abrir la brecha hasta el 44-37.
Mantuvo la intensidad el equipo hasta el descanso y entre el propio Mballa y Wilson cerraron el grifo reboteador de Ugochukwu en la canasta local. Ni una captura del pívot nigeriano en los segundos diez minutos. Lo mejor para que el equipo se fuese a los vestuarios con un 46-39, en el que dos faltas muy claras no pitadas por los colegiados tenían que haber llevado a Mballa a la línea de tiros libres. No lo decidieron así, y los trencillas se fueron entre abucheos. El equipo estaba metido en el partido, pero también la afición que respondió al SOS del UEMC.
Y la segunda parte comenzó con el equipo enganchando a los suyos, porque un robo de Puidet en el que sacó hasta tres manos elevó los decibelios del pabellón. Presión para los visitantes, presión para los colegiados –horribles ayer–, que respondieron con una técnica al banquillo local. ¿Cuál fue la respuesta? Triple de Demers (para llegar... ¡A los 20 puntos!) y una machacadita de Mballa. 59-47, maxima del partido para los vallisoletanos y tiempo de los visitantes, desconcertados ante la que se venía encima, que no era un aluvión de juego, de puntos, de triples... Que no. Que era un aluvión de manos, piernas, robos... Un ejercicio de supervivencia que evitó que los visitantes hicieran el partido que querían. Puidet, que ejerció de veterano, terminó el tercer cuarto con seis rebotes... Poco más que añadir al desempeño del embajador de Estonia en Valladolid. Y con ese caráctert el equipo no podía perder. Defensa, rebote y las canastas de Demers para que las dos últimas mangas de la Liga tengan todavía color blanquivioleta.
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