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Ruffin pelea un rebote bajo el aro ante dos rivales del Melilla.

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Ruffin pelea un rebote bajo el aro ante dos rivales del Melilla. MARTA MORAS

El Chocolates Trapa cae ante el Melilla tras una desastrosa primera mitad

El equipo de Prado arranca la segunda vuelta con una derrota ante el Melilla, después de labrar un gran segundo tiempo

Esther Bengoechea

VILLAMURIEL

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Sábado, 13 de enero 2018, 00:36

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Y arranca la segunda vuelta como comenzó la primera, con derrota ante el Melilla. Distinto escenario, mismos protagonistas, distinto marcador pero mismo resultado: derrota. El Chocolates Trapa nadó y nadó para naufragar en la orilla. Una primera parte para olvidar, sobre todo en ataque con solo un triple de quince, lastró a los de Prado, que no supieron rematar el partido al final ni parar a Guerra en todo el choque. Al final, 69-72 para los de Alcoba, resultado que aleja más a los palentinos del ‘play off’.

Con Bryce Pressley de nuevo con el equipo morado, tras dos jornadas ausente por una pulmonía, saltaba a la cancha el Chocolates Trapa. Guerra, máximo anotador rival con 23 puntos, estrenaba el luminoso del Adolfo Nicolás. Urko, incombustible como siempre, empataba el encuentro para, acto seguido, adelantar Ruffin a los de Prado. Fue el único momento del partido -hasta el último cuarto- donde los locales estuvieron por delante.

A pesar de que el resultado no era favorable, el equipo palentino se mantenía fuerte en defensa y controlaba los rebotes, pero en ataque no encontraba la tecla para hacer canastas. Los melillenses, muy fuertes atrás, no daban opciones a los de Prado. Hasta que todo se precipitó, para mal. La defensa morada perdió agresividad, mientras Grimau veía como -una y otra vez- sus canastas se salían del aro.

El tiempo muerto de Prado no evitaba que los de Alcoba partiesen el partido y se fueran al descanso con tres triples y un marcador favorable de 8-21, con las tres canastas de Urko y una de Ruffin por parte de los palentinos. Mucho tenía que mejorar el Chocolates Trapa para dar la vuelta a un encuentro que, en solo diez minutos, se les había puesto totalmente cuesta arriba.

El segundo cuarto comenzó con los morados apretando los dientes y con Cvetinovic anotando un mate para, acto seguido, fallar dos tiros libres. La mejoría de los de Prado era notable en la garra que desprendían en la cancha y en lo que luchaban cada jugada, pero seguían lastrados en ataque. Bryce Pressley anotaba el único triple palentino de la primera parte. Aquí es necesario hacer una parada para señalar el sonrojante 6,7% de acierto desde la línea de tres. Los morados reducían distancias pero rápidamente los melillenses tiraban del acierto de triples y volvían a estar cómodamente adelantados en el luminoso.

El tándem Miso-Cvetinovic lograba traspasar la defensa melillense y reducir distancias para que finalmente Pressley anotase la última canasta antes del paso por los vestuario (28-36) y dejase toda la carne en el asador para la segunda parte del encuentro.

Miso arrancaba con un triple, que maquillaba la estadística grotesca y acercaba a los morados a su objetivo. Rápidamente contrarrestaban los de Alcoba, pero Pressley anotaba los dos tiros libres y volvía a poner a los palentinos en el encuentro. El público, a pesar del frío, estaba dentro del encuentro y se convertía, un día más en el sexto jugador. Los de Prado mostraban mejor cara en ataque que en la primera parte. Miso y Cvetinovic se mostraban más seguros desde la línea de tres y ayudaban con sus triples a reducir distancias. Volvía a entrar Grimau en el partido y anotaba su primera canasta a falta de tres minutos para el final del tercer cuarto.

Volvían los problemas en ataque para los palentinos, a la vez que llegaban los errores arbitrales, que favorecían a los de Alcoba. Una personal contra Pressley se convertía en falta en ataque y ponía punto y final al contraataque palentino. Acto seguido, una supuesta nueva falta de los de Prado, esta vez de Miso, daba dos tiros libres a los melillenses. Al filo del descanso, y con 46-54 en el luminoso, Cvetinovic robaba un balón y ponía punto y final al tercer cuarto con un mate y seis puntos abajo para su equipo.

Arrancaban los últimos diez minutos, los más emocionantes y trabados por faltas y tiempos muertos, con Grimau anotando para los de Prado, mientras Ruffin se encargaba -acto seguido- de coger el rebote para anotar y recibir una falta. Tampoco fallaba el pívot ese tiro libre y ponía el luminoso en 53-54. El partido seguía en esta igualdad hasta que Cvetinovic, a pase de Ruffin, ponía, por fin, por delante a los de Prado (57-56).

Los triples ya no entraban con tanta comodidad a los de Alcoba, que comenzaban a desperdiciar ocasiones, ahora que veían que después de dominar todo el partido, les podían robar la cartera en los instantes finales. Ruffin sacaba la garra y anotaba un mate (59-56), que obligaba a Alcoba a pedir un tiempo muerto.

Aplausos en la grada cerrateña, entregada por completo al espectáculo del partido y de la segunda parte del Chocolates Trapa. Después de más de un minuto con ocasiones pero sin canastas por parte de ninguno de los dos equipos, llegaba el triple de Garrido, que ponía en pie a la afición (62-56).

Guerra seguía en la pista y mantenía a los melillenses en el partido, a pesar de todas las faltas y jugarretas que llevaba haciendo desde el primer minuto. Servera, con un dos más uno, ponía por delante -de nuevo- al Melilla. Este nuevo arranque de los visitantes fue insalvable y les llevó directos, y tras varios tiempos muertos y tiros libres, al triunfo. Los morados tenían 25 segundos para dar la vuelta a un marcador adverso (65-68).

Urko y Cvetinovic anotaban un tiro libre cada -y fallaban el otro-, dejando el marcador en 67-68 y solo 16 segundos de partido. Mamadou Samb y Jordi Grimau también hacían lo propio desde la línea de tiros. La clave estuvo en el robo de balón de Pressley a Dani Rodríguez, que los colegiados entendieron como falta y lastraron -de nuevo- un ataque morado. El base del Melilla anotó el 69-72 definitivo y los morados gozaron de diez segundos para empatar, pero el tiro de tres de Miso, entorpecido por un rival, se fue desviado y, sin falta ni nada parecido, se llegó al final de un partido, que se les escapó en el primer cuarto.

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