Triunfar con una sabrosa dorada al horno

Los pasos no son complicados. En primer lugar hay que freír las patatas. Así que con tres patatas grandes cortadas en láminas«será suficiente», explica. En una sartén con aceite se ponen al fuego y se dejan que se vayan haciendo poco a poco. Por otro lado, se dispone otra sartén para darle un toque a los champiñones que también se habrán cortado en láminas. Una vez cocinados se retiran y se aprovecha ese mismo aceite para el siguiente paso. Ahora será el turno de pochar la cebolla cortada en juliana.

Mientras se van retirando las patatas y se colocan en la base de la bandeja del horno, «podemos aprovechar para ponerlas con un poco del aceite en la que se han frito», después la cebolla pochada y las doradas abiertas por la mitad. Para finalizar se cubren con los champiñones y «si queremos y sobre un poco de aceite podemos echarlo por encima», señala. En el horno estará durante veinte minutos a una temperatura de 180 grados.

Otra de las recomendaciones que hace este maestro de primaria es precalentar el horno, «cuando vayamos a empezar la receta ponemos el horno a 240 grados», indica. La dorada es un pescado sabroso, que no necesita mucha cocción, asequible y saludable. En definitiva, una buena propuesta para disfrutar en familia y que no lleva mucho tiempo en la cocina. Para que quede jugoso y sabroso habrá que estar pendiente también de que la pieza comprada sea de calidad y la temperatura del horno. «Los tiempos ya se los he cogido a base de práctica aunque a veces, en el caso de las patatas, me han quedado un poco duras. La verdad es que es un plato que gusta mucho».

Y como el tiempo es oro, mientras las doradas están en el horno hay tiempo de sobra para limpiar la cocina, guardar lo que haya sobrado de los ingredientes y además poner la mesa. «Así vamos aprovechando y no hay que hacerlo más tarde» reconoce Quílez. En este sentido, cabe recordar que para que un plato termine de lucir, además de que esté bueno, es importante cuidar los detalles. Una bonita mantelería, no tiene por qué ser de tela y unas servilleta colocadas de forma curiosa contribuyen a disfrutar de la hora de la comida.